Parteras a pesar de los m¨¦dicos
M¨¢s de 3.000 mujeres ind¨ªgenas y sin t¨ªtulo atienden partos en comunidades de Chiapas
Micaela se arrodilla junto al fuego. El olor a le?a ardiendo impregna la cocina, una estancia con suelo y paredes de cemento tenuemente alumbrada por un par de bombillas, con lo esencial para comer: ma¨ªz, frijoles, caf¨¦... y una cadena de m¨²sica que sobresale entre los utensilios tradicionales. La casa se sit¨²a en pleno bosque, a unos diez minutos a pie de la carretera, en el municipio de San Juan Chamula. Apenas son las siete de la ma?ana y esta mujer, de 60 a?os y ataviada con el traje regional chiapaneco (nagua, faja y camisa bordada), ya est¨¢ preparando la comida del D¨ªa de Muertos para su difunto marido. ¡°Era un hombre violento, vigilaba a sus hijas, beb¨ªa y agarraba su machete para golpearnos¡±, comenta en su lengua, el tzotzil, mientras sus nietos dejan sobre la mesa bolillos de pan, botellas de coca cola y posh, la bebida alcoh¨®lica m¨¢s popular en Chiapas, el campesino estado del sur de M¨¦xico que en 1994 protagoniz¨® el levantamiento zapatista. Micaela habla de su marido ¨²nicamente para explicar que siempre cuid¨® sola a sus hijos, desde el momento en que vinieron al mundo, enfrentando sus nueve partos sin ayuda. ¡°As¨ª es como aprend¨ª a ser partera, nadie m¨¢s me ense?¨®¡±.
Micaela afront¨® sus nueve partos sin ayuda.? ¡°As¨ª es como aprend¨ª a ser partera, nadie m¨¢s me ense?¨®¡±
A estas alturas de su vida, Micaela ha asistido m¨¢s de cien alumbramientos y sigue visitando a las embarazadas en sus casas, muchas ubicadas en comunidades alejadas de la sierra, donde los servicios de salud estatales no llegan. No es doctora ni tiene estudios, pero utiliza la herbolaria, los masajes, la experiencia, el respeto y la intuici¨®n para tratar a sus pacientes, sin pastillas ni inyecciones. Su relaci¨®n con ellas se basa en la confianza, mientras que la que mantiene con las autoridades de salud es nula. No cobra un sueldo por su trabajo ni da cuenta de los beb¨¦s nacidos.
¡°No me gusta el trato en el hospital, ni las ces¨¢reas [uno de cada dos mexicanos nacen con esta cirug¨ªa], las mujeres quedan muy vulnerables¡±. Como Micaela, el Gobierno de Chiapas estima que en la entidad existen unas 3.000 parteras tradicionales ¨Caquellas que ¨²nicamente tienen una formaci¨®n emp¨ªrica-, aunque solo 750 est¨¢n censadas. Los m¨¦dicos rechazan sus pr¨¢cticas, pero su labor ha sido hasta ahora fundamental para la subsistencia de un pueblo con recursos insuficientes para atender a toda la poblaci¨®n. Los datos del Consejo Nacional de Poblaci¨®n indican que Chiapas es la segunda entidad con mayor grado de marginaci¨®n, donde el 78,4% de sus habitantes vive en situaci¨®n de pobreza.
Un reciente informe de la Organizaci¨®n Panamericana de la Salud, la OMS, el Fondo de Poblaci¨®n para Naciones Unidas y el Comit¨¦ Promotor por una maternidad segura en M¨¦xico calcula que en 2030 habr¨¢ en el pa¨ªs 3,1 millones de embarazos al a?o. Actualmente, de los 104.379 profesionales que se dedican al cuidado de la salud sexual, reproductiva, materna y neonatal, tan solo 8.668 son obstetras y ginec¨®logos. Las organizaciones que firman el estudio consideran insuficiente la cifra total y aseguran que evidencia la ¡°urgente necesidad de generaci¨®n, formaci¨®n y capacitaci¨®n en competencias de parter¨ªa que el pa¨ªs requiere en los pr¨®ximos a?os¡±.
La Secretar¨ªa de Salud de Chiapas ha creado un programa para formar a mujeres y ofrecerles un espacio donde trabajar, pero reconoce que afrontan m¨²ltiples problemas. ¡°No hay una cartera de temas que definan su capacitaci¨®n y muchas de ellas no hablan espa?ol, por lo que se necesitan formadores biling¨¹es, pero la mayor¨ªa de los m¨¦dicos no lo son¡±, asegura Olga L¨®pez S¨¢nchez, responsable de parteras de la jurisdicci¨®n n¨²mero 2 del Estado. La dependencia abri¨® una cl¨ªnica especializada en el municipio de San Andr¨¦s Larr¨¢inzar, aunque en ese espacio no se atienden partos. ¡°Las mujeres hacen guardias, pero la poblaci¨®n usuaria prefiere ser atendida en su domicilio y ¨²nicamente para los casos que se complican se desplazan a la cl¨ªnica¡±.
¡°Escogen dar a luz en su hogar porque as¨ª no dejan a sus hijos y al resto de la familia. Ir al hospital implica abandonarlos unos d¨ªas y los tr¨¢mites administrativos generan gastos¡±, explica Edith L¨®pez, gestora de servicios municipales. ¡°Las parteras dan su servicio porque lo conciben como un don que les ha sido regalado, as¨ª que no exigen un pago por ello. Sus conocimientos se transmiten de generaci¨®n en generaci¨®n desde que la humanidad existe¡±, a?ade esta mujer de 30 a?os y atuendo tradicional que vive a caballo entre la ahora tur¨ªstica ciudad de San Crist¨®bal y las comunidades rurales. En su opini¨®n, es fundamental que el Gobierno escuche a este colectivo para averiguar cu¨¢les son sus necesidades y trate de vincularlas al sistema de salud. Algunas ONG, como Save the Children, han desarrollado programas de formaci¨®n y reparto de material para mejorar la atenci¨®n que ellas dan a sus pacientes y avanzar en su reconocimiento.
El Gobierno de Chiapas estima que en la entidad existen unas 3.000 parteras tradicionales, aunque solo 750 est¨¢n censadas
¡°Una de las opciones es certificarlas teniendo en cuenta su nivel de formaci¨®n¡±, declara la responsable del programa p¨²blico estatal, Olga L¨®pez. ¡°Despu¨¦s de capacitarlas, que el sistema de salud las reconozca y las vincule a ¨¦l¡±, dice. Pero es un proceso complejo, ya que sus pr¨¢cticas chocan con las de la medicina occidental. Edith L¨®pez lo tiene claro. ¡°Quieran o no reconocerlo los Gobiernos, las parteras han estado, est¨¢n y seguir¨¢n estando para atender a las mujeres de las comunidades, porque los servicios de salud no son suficientes¡±.
"Soy partera porque me da l¨¢stima que las mujeres sufran solas"
Mar¨ªa Elena, de 42 a?os, con seis hijos y vecina de San Crist¨®bal, es una de las mujeres que recientemente ha sido capacitada para mejorar su pr¨¢ctica. Su suegro le ense?¨® a ser partera y ejerce ¡°porque le da l¨¢stima que las mujeres sufran solas¡±, como hizo ella. Su madre natural la vendi¨® siendo ni?a. ¡°Siento que debo ayudar, yo era pobre y un parto cuesta entre 8.000 y 10.000 pesos (560-680 d¨®lares), pero yo no los ten¨ªa. El viernes de la entrevista est¨¢ cansada porque acaba de regresar de atender un parto en la comunidad de Cruz Quemada, en el municipio chiapaneco de Comit¨¢n. Para llegar a la casa de su paciente tuvo que conducir tres horas y despu¨¦s caminar otras dos, cargada de su material de trabajo, porque no hay carretera hasta all¨ª.
Cuando comienza su labor Mar¨ªa Elena palpa el vientre de la embarazada hasta encajar al beb¨¦. Despu¨¦s prepara una infusi¨®n con hierbas naturales que acelera el proceso de dilataci¨®n. Las horas siguientes ella se convierte en su gu¨ªa y se?ala a la futura madre cu¨¢ndo debe empujar. Una vez nace el ni?o, sostiene al reci¨¦n nacido con una mano y con la otra masajea el abdomen hasta que sale la placenta, que m¨¢s tarde el esposo entierra en el campo junto al cord¨®n umbilical. Mar¨ªa Elena no quiere saber nada de los m¨¦dicos, una sobrina suya muri¨® en la cl¨ªnica. ¡°Los doctores gritan: si pudiste concebir al beb¨¦, podr¨¢s tenderlo¡±. Sabe que los m¨¦dicos no toman en cuenta a las parteras, y el trato que reciben las mujeres le resulta ofensivo.
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