En compa?¨ªa de la muerte
El Movimiento para la Abolici¨®n de la Pena de Muerte viaja varias veces a una prisi¨®n de Texas para protestar y visitar a los reos
Son compa?eros de la muerte en una espera que dura a?os. Mientras los condenados a la inyecci¨®n letal en la prisi¨®n de Huntsville (Texas) pasan sus d¨ªas solos, los miembros del Movimiento para la Abolici¨®n de la Pena de Muerte se han convertido en amigos dispuestos a llevar una carga que nadie quiere.
En cada reuni¨®n mensual se presentan uno a uno, porque aunque la mayor¨ªa ya se conoce, siempre llega alguna visita nueva. Ah¨ª los miembros discuten las ejecuciones pendientes, mientras revisan la lista de reos con cumplea?os y escriben tarjetas para saludarlos.
El Movimiento naci¨® hace m¨¢s de 30 a?os, desde que Texas reinici¨® las ejecuciones en 1982, acumulando un total de 518 hasta ahora. Sus fundadoras, Gloria Rubac y Joanne Gavin, han liderado la batalla en la que cada ejecuci¨®n es una nueva derrota.
En su encuentro de diciembre el protagonista fue la Navidad, y las cerca de 450 tarjetas con saludos, firmas, timbres y estampillas. Todo financiado por aportes del grupo o sus conocidos.
Al menos dos de las 15 personas sentadas en el centro comunitario SHAPE en esa sesi¨®n ten¨ªan a sus esposos esperando una ejecuci¨®n. ¡°La pena de muerte es una aberraci¨®n ?puedes creer que en este pa¨ªs todav¨ªa exista? Es inhumano. No estamos diciendo que sean inocentes, pero a nosotros como sociedad nos empeque?ece tener ejecuciones¡±, dice Robert Carter, uno de los integrantes del movimiento
El grupo viaja varias veces al mes a Huntsville para protestar y visitar a los reos. Tambi¨¦n cabildean en la legislatura estatal, organizan a los familiares de los condenados y hablan en escuelas, centros comunitarios e iglesias.
El grupo viaja varias veces al mes a Huntsville para protestar y visitar a los reos. Tambi¨¦n ?hablan en escuelas e iglesias
Cuando se iniciaron las rebeliones en las prisiones de Estados Unidos a finales de los sesenta y comienzos de los setenta, Rubac comenz¨® a apoyar las demandas de prisioneros que hablaban de palizas brutales tras las rejas. En 1982 comenz¨® su activismo en contra de las ejecuciones. Uno de los casos que m¨¢s la marcaron fue el del dominicano Carlos Santana, ejecutado en 1993. Fue condenado en 1981 por matar a un guardia de seguridad. Rubac lo conoci¨® cuando estaba en la prisi¨®n de Polunski, donde llevan a los condenados a muerte que a¨²n no tienen fecha de ejecuci¨®n.
¡°?l estaba solo, nadie lo visitaba y un d¨ªa, uno de los prisioneros me dijo que ¨¦l quer¨ªa hablar conmigo. Le escrib¨ªa, convers¨¢bamos y me pidi¨® que presenciara su ejecuci¨®n, quer¨ªa tener al menos una cara conocida ah¨ª, no tuve opci¨®n, ten¨ªa que hacerlo¡±, record¨®. ¡°Estar ah¨ª para ellos es una carga muy pesada de llevar, emocionalmente es muy fuerte y demandante, hay veces en que simplemente me tengo que alejar dos semanas y concentrarme en las cosas relacionadas con la vida¡±.
Otro caso que le impact¨® es el mexicano C¨¦sar Fierro, a quien vio perder la raz¨®n encarcelado, mientras a¨²n espera su ejecuci¨®n. Fierro fue condenado en 1980 por el asesinato del taxista Nicol¨¢s Casta?¨®n, no ten¨ªa antecedentes criminales y no hay evidencia f¨ªsica que lo una al suceso. La confesi¨®n fue obtenida por el sheriff de El Paso, quien colabor¨® con polic¨ªas en M¨¦xico para la detenci¨®n de sus padres y lo amenazaron con torturarlos si no firmaba el documento.
¡°?l es inocente y ha estado ah¨ª d¨¦cadas. Hace varios a?os perdi¨® la raz¨®n, simplemente se fue. Pienso mucho en ¨¦l, antes convers¨¢bamos y nos escrib¨ªamos, pero luego todo fue silencio¡±, coment¨® Rubac. ¡°Huntsville es un lugar perturbador, se escuchan llantos y gritos, es muy dif¨ªcil dormir para los que est¨¢n ah¨ª¡±.
Liliana Castrill¨®n ha estado en el Movimiento para la Abolici¨®n de la Pena de Muerte hace siete a?os. Ha participado en varias protestas y actualmente visita al reo Juan Ram¨ªrez. ¡°Me demor¨¦ a?os en hacerlo porque me tomo las cosas muy personalmente. Ha sido triste, doloroso, ver estos hombres j¨®venes encerrados como animales esperando en el matadero¡±, dijo. Castrill¨®n tiene un programa de radio sobre derechos humanos y usualmente habla sobre eso con Ram¨ªrez. ?l le cuenta lo que ocurre adentro, sobre sus trabajos manuales y las novedades del mes.
¡°Cuando comenc¨¦ con esto no ten¨ªa una postura en torno a la pena de muerte, cre¨ªa que los condenados eran lo peor de la sociedad. Pero ahora siempre me pregunto si detr¨¢s de un crimen no hay un juez o un polic¨ªa racista levantando una acusaci¨®n falsa. No estoy diciendo que todos sean inocentes, pero como sociedad tenemos que encerrar a las personas que son un peligro y darles un trato humano¡±, asegur¨®.
Huntsville es un lugar perturbador, se escuchan llantos y gritos, es muy dif¨ªcil dormir para los que est¨¢n ah¨ª<span>Gloria Rubac, una de las fundadoras del?</span>Movimiento para la Abolici¨®n de la Pena de Muerte?
¡°?Qui¨¦n puede ir a la siguiente ejecuci¨®n en Huntsville?¡± pregunta Rubac. ¡°El pr¨®ximo s¨¢bado terminaremos las tarjetas, a¨²n nos hacen falta 200 estampillas¡± dice otra representante del grupo.
Una peque?a victoria en la semana fue detener la ejecuci¨®n de Scott Panetti, otra fue que las cortes est¨¢n obligando a Texas a divulgar el nombre del proveedor de la droga usada en la inyecci¨®n letal. Un avance, mientras termina otra sesi¨®n y la espera sigue en compa?¨ªa de la muerte.
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