Cuesti¨®n de principios
Ante el escandalito de la casita de la Primera Dama de M¨¦xico se filtra que la se?ora no ten¨ªa obligaci¨®n de informar sobre la compra
El viejo proverbio dice que ¡°A explicaci¨®n no pedida, culpabilidad manifiesta¡±, aunque algunos prefieren interpretar que el resultado ser¨ªa ¡°acusaci¨®n manifiesta¡±. El dicho se refiere al necio af¨¢n de quienes ¡ªdescubiertos en falta¡ª apuran una justificaci¨®n instant¨¢nea, no solicitada, para intentar paliar sus faltas y por estos d¨ªas parece aparecer en cada esquina, toda sobremesa y cada vez que se intenta la dif¨ªcil digesti¨®n de la realidad mexicana.
Lo que proyecta la hipocres¨ªa de quienes se sienten inmunes es un absoluto desprecio por el pa¨ªs
Ante el oprobioso escandalito de la casita blanca de la primera dama de M¨¦xico se filtra como neblina la insistente aclaraci¨®n de que la se?ora no ten¨ªa obligaci¨®n alguna de informar sobre la compra de dicha propiedad, ni los vericuetos de su financiamiento y, menos a¨²n, si todo el rollo es legal ?por qu¨¦ entonces apresurarse a venderla? Ya ni preguntar c¨®mo se puede amueblar un palacio sin considerar la posibilidad de un librero o forrar de lujos una casa que ha de existir precisamente deshabitada sin posibilidad alguna de convertirse en eso que llaman hogar.
Lo que contribuye al hartazgo y desahucio es que ahora se nos informa, en necio af¨¢n de explicaciones no pedidas, un revelador af¨¢n de pol¨ªticos, politicastros, poderosos y potentados por compartir p¨²blicamente las declaraciones patrimoniales, cuentas bancarias, tarjetas de cr¨¦dito, propiedades caprichosas y peque?os lujos ganados con el respectivo mas no respetable sudor de sus curriculums o trayectorias profesionales. Se nos informa que un funcionario posee un cuadro de Dal¨ª y otro un Picasso firmado; que fulano tiene 110 autom¨®viles y que zutano es due?o de terrenos cuya superficie total equivale a 2 millones 224,625 metros cuadrados (la mitad del bosque de Chapultepec de la Ciudad de M¨¦xico o poco m¨¢s de doscientos Parques de El Retiro en Madrid), mientras que otro humilde servidor p¨²blico declara poseer un departamento an¨®nimo de tan solo 12 metros cuadrados y otro genio de la pol¨ªtica asegura ser propietario de una casita con valor inferior a un peso mexicano. La lista ¡ªque ni como burla navide?a se perdona¡ª?incluye la revelaci¨®n de que hay un secretario de Estado que posee una flotilla de m¨¢s de 100 taxis que circulan en varias ciudades y otro que no niega su afici¨®n por los relojes de lujo a granel sin precisar si ¨¦l mismo les da cuerda, si los tiene sincronizados con horarios locales o si prefiere lleva la hora de Disneylandia o Par¨ªs cada vez que elige el que usar¨¢ en sus giras de trabajo.
Todo es una cuesti¨®n de principios: en lo que parece el peor guion posible para un gobierno de telenovela ¡ªcuya tragicomedia se encuentra estancada entre la realidad sangrienta y la utop¨ªa que intentan proyectar en v¨ªdeos oficiales por encargo¡ª?a ninguno de los involucrados que apuran sin petici¨®n alguna sus err¨¢ticas explicaciones se le ha ocurrido suponer que es una imprudente revelaci¨®n de principios tergiversados justificar compadrazgos, explicar la compra de casas al mismo consorcio que result¨® involucrado en la casita blanca de la Primera Dama, asociados con inversionistas chinos¡ bla, bla, bla, el tren bala a Quer¨¦taro¡ bla, bla, bla, la impostergable presencia del presidente en China y la reuni¨®n del G-20¡ los campos de amapola de la sierra de Guerrero, bla, bla, bla¡ el cuento chino que nadie descifra y que todos cantan por debajo de tanta mentira y enredo.
A¨²n tenemos una no tan callada minor¨ªa absorta ante los abusos y harta ante los desplantes
Se me ocurre suponer que en verdad se trata de una cuesti¨®n de principios que nada tienen que ver con la verdad o con la realidad: lo que proyecta la hipocres¨ªa y el engre¨ªdo af¨¢n de quienes se sienten inmunes, intocables y due?os de la raz¨®n es un absoluto desprecio no solo por la inmensa mayor¨ªa de ciudadanos que pagan sus impuestos, desvelan horarios y transpiran esfuerzos todos los d¨ªas, sino un aut¨¦ntico desprecio por el concepto mismo de pa¨ªs. Lo que es M¨¦xico para quienes solo se peinan con gomina y anudan rid¨ªculas corbatas anchas nada tiene que ver con el subsuelo de sufrimientos, el piso de los magros ingresos, la tierra apenas cultivable y el hipnotismo insistente de la amnesia, ignorancia y desamparo que padecemos quienes vivimos en la sombra, y en un silencio que cada d¨ªa se rompe m¨¢s y m¨¢s en justificados reclamos por una m¨ªnima justicia.
Me s¨¦ el nombre, apellidos, direcciones, n¨²meros telef¨®nicos y dem¨¢s se?as del delincuente que me ha robado, del enfermo que intervino mi cuenta de correo electr¨®nico, del innombrable que pinch¨® la l¨ªnea telef¨®nica de mi casa y husme¨® electr¨®nicamente las conversaciones del m¨®vil. Incluso, encar¨¦ a un individuo que hab¨ªa sido contratado para verificar mis aburridos horarios y mis recurrentes paseos por librer¨ªas, caf¨¦s y an¨®nimos grupos de antiguos borrachos. Sin embargo, por una cuesti¨®n de principios (que incluyen absoluto escepticismo ante la viabilidad de una denuncia, la total desconfianza ante cualesquiera de los jueces o abogados que podr¨ªan tomar cartas en el asunto, la clara apat¨ªa de todos los d¨ªas y la incurable apat¨ªa con la que prefiero intentar dormir a deshoras) no pienso hacer nada al respecto, porque en realidad ni vale la pena o las penas y no hablaba del tema hasta este rengl¨®n en el que intento explicar que ¡ªante el descaro de la corrupci¨®n, el imperio de la mentira, la propensi¨®n est¨²pida al simulacro, el trastocamiento de eso que llaman valores, y la necia enfermedad de quienes fardan sus capitales, traspasan sus propiedades a su propia madre como prestanombres, disfrazan sus finanzas con arquetipos colaterales y dem¨¢s artima?as funcionales¡ª?a¨²n tenemos una no tan callada minor¨ªa absorta ante los abusos, asombrada ante el descaro y harta ante los desplantes, sonrisas, fiestas y dem¨¢s parabienes que fardan todos esos que creen tener siempre la raz¨®n en todo, todos aquellos que presumen campeonatos ama?ados o planes y proyectos imposibles. Hablo de todos aquellos que, ante la culpabilidad manifiesta, se defienden a la fuerza y con todos los medios maquillados a su alrededor, murmurando que son solo acusaciones manifiestas lo que en verdad no es m¨¢s que una cuesti¨®n etimol¨®gica: hablo de todos esos enemigos del alma que solo provocan el cuestionamiento de sus supuestos principios.
Jorge F. Hern¨¢ndez es escritor.
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