Goliat al rescate de David
El mito del enemigo ha terminado, empieza la dif¨ªcil realidad de la convivencia. Y algunos no saben qu¨¦ hacer con sus consignas antiimperialistas
En uno de mis recuerdos infantiles m¨¢s antiguo, estoy en el patio de la escuela alrededor de una hoguera. Los chiquillos chillan y saltan cerca del fuego, mientras la maestra atiza las llamas donde quemamos un rid¨ªculo mu?eco del T¨ªo Sam. El mi¨¦rcoles, mientras escuchaba los discursos de Ra¨²l Castro y Barack Obama sobre el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, esa imagen de mi ni?ez volvi¨® n¨ªtida a mi mente.
Varias generaciones de cubanos hemos crecido bajo el constante bombardeo de la propaganda oficial contra Estados Unidos. En la misma medida que las palabras dichas desde las tribunas contra el vecino del norte se hac¨ªan m¨¢s agresivas, crec¨ªa la curiosidad y el magnetismo que ese pa¨ªs provoca en la poblaci¨®n cubana. De ah¨ª que las reacciones ante el anuncio del mi¨¦rcoles pasado haya que buscarlas por separado en las posiciones pol¨ªticas y en la gente com¨²n.
Quienes reciben remesas o ayudas frecuentes de familiares en Estados Unidos muestran satisfacci¨®n por el anuncio, como Sara, maestra en una escuela primaria del municipio Plaza de la Revoluci¨®n. Sin la ayuda econ¨®mica que le env¨ªa su hija cada mes no podr¨ªa sobrevivir. ¡°Ahora todo ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil, sobre todo porque aqu¨ª se podr¨¢n usar tarjetas de cr¨¦dito y d¨¦bito norteamericanas y mi hija me piensa enviar una donde me va a poner una ayudita cada vez que pueda¡±. Su l¨®gica es directa y simple, pero muy extendida.
La sociedad civil debe aprovechar la nueva etapa, elevar su voz y probar
los nuevos l¨ªmites de la represi¨®n y la censura
La misma maestra tiene adornada el aula con un cartel que incluye cinco rostros. Son esp¨ªas cubanos. Ah¨ª est¨¢n los tres que han sido recientemente liberados y son considerados por la propaganda oficial como h¨¦roes. ¡°Yo les ense?¨¦ a mis alumnos a escribirles cartas a la c¨¢rcel y les pon¨ªamos flores tambi¨¦n¡±, cuenta Sara sin sonrojarse. ¡°Ahora ya est¨¢n de regreso, as¨ª que tendremos que cambiar el mural¡±, asegura con una mezcla de emoci¨®n y alivio. Toda la maquinaria propagand¨ªstica en relaci¨®n con la llamada Campa?a por los Cinco se ha quedado en el aire, a la espera de una nueva batalla a las que destinar recursos enormes y horas televisivas.
Agobiados por las precariedades materiales, desilusionados porque las llamadas reformas raulistas no lograron aliviar los bolsillos ni los platos, los cubanos se aferran al respiro material que puede llegar desde el otro lado del estrecho de la Florida. Como si a la gastada met¨¢fora de David y Goliat le hubieran agregado una nueva escena, donde no hay honda ni sangre ni pelea, sino la sonrisa agradecida de un hombre diminuto hacia el grandull¨®n que acaba de abrirle la bolsa de las monedas. El mito del enemigo ha terminado, empieza la dif¨ªcil realidad de la convivencia.
Sin embargo, la tensi¨®n dur¨® tanto tiempo entre ambos Gobiernos que ahora algunos no saben qu¨¦ hacer con sus consignas, su pu?o alzado contra el imperialismo y su enfermiza tendencia a justificar todo, desde la sequ¨ªa hasta la represi¨®n, con el argumento de que se est¨¢ demasiado cerca del ¡°pa¨ªs m¨¢s poderoso del mundo¡±.
Los que peor parados han quedado son los militantes m¨¢s recalcitrantes del Partido Comunista, esos que se morir¨ªan antes que masticar un chicle, tomarse una Coca-Cola o poner un pie en Disney World. El secretario general de su organizaci¨®n acaba de traicionarlos. Ha pactado con el adversario entre bambalinas y durante 18 largos meses.
Al no pronunciarse, Fidel Castro est¨¢ confirmando su muerte pol¨ªtica, m¨¢s simb¨®lica que la muerte f¨ªsica
Otros, sin embargo, se frotan las manos. Bonifacio Crespo ayuda a un hermano con la contabilidad de su restaurante privado en La Habana. Ambos ya hab¨ªan hecho un plan de negocios pensando en este d¨ªa. ¡°Tenemos los contactos para empezar a importar materia prima, especias y muchos productos para el men¨², s¨®lo nos faltaba que ampliaran el env¨ªo de paquetes desde all¨¢¡±, y se?ala con el dedo hacia un punto cardinal que ¨¦l cree que es el norte.
El jueves el peri¨®dico se demor¨® en llegar a los estanquillos. A veces se retrasa cuando Fidel Castro publica uno de sus delirantes textos sobre la inmensidad de la galaxia o la memoria de Hugo Ch¨¢vez. En los largos minutos de espera, muchos especularon que el diario Granma llegar¨ªa con alguna reflexi¨®n del comandante, pero nada. Ninguna evidencia que permita saber si est¨¢ de acuerdo o en contra del arriesgado paso que acaba de dar su hermano. Muchos han le¨ªdo este silencio como una se?al de su delicado estado de salud¡ pero lo cierto es que al no pronunciarse, est¨¢ confirmando su ¡°muerte pol¨ªtica¡± que es incluso m¨¢s reveladora y simb¨®lica que la muerte f¨ªsica.
La disidencia, por su parte, ha tenido muy diversas reacciones ante el nuevo camino, en el que apenas se ha dado el primer paso. Figuras de la talla de Jos¨¦ Daniel Ferrer aseguraron que con la flexibilizaci¨®n asumida por Obama, el r¨¦gimen de La Habana ¡°pierde la coartada¡± para la represi¨®n pol¨ªtica y el control econ¨®mico sobre la sociedad. Desde Pinar del R¨ªo, la revista independiente Convivencia ha saludado el restablecimiento de las relaciones diplom¨¢ticas entre ambos pa¨ªses. Otros han visto la jugada pol¨ªtica como la peor acci¨®n, en el peor momento.
Algunos l¨ªderes opositores se han aprestado a se?alar la carencia de una agenda p¨²blica de los pasos que emprender¨¢ el Gobierno de Ra¨²l Castro. Aluden a que de la negociaci¨®n s¨®lo se conocen los que dar¨¢ la Casa Blanca, pero el secretismo se extiende sobre los compromisos asumidos a partir de ahora por la Plaza de la Revoluci¨®n. Como tantas otras veces, se le ha escamoteado a la sociedad civil el conocimiento completo de la hoja de ruta que se ha escrito por all¨¢ arriba.
La ocasi¨®n ha servido para traer a primer plano cuatro puntos de consenso que han ganado fuerza en los ¨²ltimos meses dentro de sectores representativos de la sociedad civil cubana. Se trata de un paquete de demandas que no deber¨ªan quedar fuera de una conversaci¨®n de consensos porque, de lo contrario, ser¨ªa como ¡°extenderle un cheque en blanco¡± al totalitarismo m¨¢s largo de este hemisferio.
La liberaci¨®n inmediata de los presos pol¨ªticos y de conciencia que queden tras las rejas despu¨¦s de la reci¨¦n anunciada excarcelaci¨®n es uno de ellos. Seg¨²n la Comisi¨®n Cubana de Reconciliaci¨®n Nacional, que dirige Elizardo S¨¢nchez, la cifra podr¨ªa superar el centenar en estos momentos. Otra de las exigencias pasa por la ratificaci¨®n de los Pactos de Derechos Humanos, Sociales, Pol¨ªticos, Culturales y Econ¨®micos y la posterior adecuaci¨®n de la legalidad cubana para que empiecen a regir en el interior del pa¨ªs.
Sin embargo, son los dos ¨²ltimos puntos los que exigir¨ªan un mayor talante democr¨¢tico por parte del r¨¦gimen de Ra¨²l Castro. El fin de la represi¨®n, anunciado p¨²blicamente como un compromiso en el que se incluya la terminaci¨®n de los oprobiosos actos de repudio, los arrestos arbitrarios, la satanizaci¨®n social del que piensa diferente y la vigilancia policial sobre los activistas, como parte del desmantelamiento del aparato que penaliza la discrepancia.
Por ¨²ltimo, el reconocimiento de la sociedad civil dentro y fuera de la isla. El Gobierno cubano debe aceptar la existencia de estructuras c¨ªvicas que tengan derecho a opinar, decidir, cuestionar y elegir. Mientras esas voces no aparezcan representadas de alguna manera en la actual negociaci¨®n entre los Gobiernos de Cuba y de Estados Unidos, estaremos hablando de negociaciones a nivel de palacio, de canciller¨ªa o de estadistas.
La oportunidad se ha dado, a pesar de las v¨¢lidas cr¨ªticas de muchos que cuestionan a un T¨ªo Sam que ha cedido demasiado ante la taca?a actitud de su contraparte para tributar con gestos pol¨ªticos. No obstante, una nueva etapa ha comenzado y le corresponde a la sociedad civil aprovecharla, elevar su voz, probar los nuevos l¨ªmites de la represi¨®n y la censura para ver si se han movido algo desde el pasado 17 de diciembre.
Cada cual est¨¢ viviendo este cambio a su manera. Sara, so?ando con su nueva tarjeta de d¨¦bito, Bonifacio que especula con los platos que lograr¨¢ incluir en sus ofertas a partir de los nuevos ingredientes que importe, y Jos¨¦ Daniel Ferrer que aprovechar¨¢ la nueva coyuntura para hacer crecer el activismo en el oriente del pa¨ªs. Para todos ha empezado un nuevo tiempo, que a¨²n no podemos confirmar que ser¨¢ mejor, pero al menos ser¨¢ distinto.
En mi caso, al menos s¨¦ que ning¨²n otro ni?o cubano tendr¨¢ que gritar consignas alrededor de una hoguera, donde un mu?eco esperp¨¦ntico se quema y la maestra hunde ¡ªcon sa?a¡ª el sombrero de rayas rojas en las llamas.
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