¡°Ten cuidado, ellos est¨¢n aqu¨ª¡±
Los habitantes de la poblaci¨®n al norte de Par¨ªs donde se ocultaron los terroristas se ven engullidos por la violencia
Los habitantes de Dammartin-en-Go?le se vieron engullidos este viernes por la oleada de violencia terrorista que se ha abatido sobre Francia cuando los dos presuntos autores de la matanza contra la revista Charlie Hebdo se atrincheraron en un pol¨ªgono industrial de esta tranquila localidad, que vive a la sombra del principal aeropuerto de Par¨ªs. Todo empez¨® a las cinco y media de la ma?ana, cuando estall¨® un tiroteo, y acab¨® 10 horas m¨¢s tarde, con el asalto policial en el que murieron los hermanos Ch¨¦rif y Said Kouachi.
A Serge Sitruk, que vive muy cerca de donde se produjo el secuestro, le despertaron los disparos y comprendi¨® inmediatamente lo que estaba pasando. ¡°Ten cuidado, est¨¢n aqu¨ª¡±, le dijo su mujer. La radio les confirm¨® sus temores: los dos terroristas buscados por la matanza de Par¨ªs, a los que la polic¨ªa rastreaba en una enorme operaci¨®n policial en una regi¨®n situada 40 kil¨®metros al norte de la capital francesa, hab¨ªan llegado hasta all¨ª y se hab¨ªan atrincherado en una imprenta con un reh¨¦n. Comenzaron a escuchar sirenas, helic¨®pteros, veh¨ªculos que se mov¨ªan a toda velocidad. La polic¨ªa no tard¨® en llamar a su puerta y pedirles, como al resto de los vecinos de este pueblo de 8.000 habitantes, que se quedasen en casa.
Sitruk s¨®lo sali¨® a la calle unas horas m¨¢s tarde para pasear r¨¢pidamente a su perro. Dammartin se encontraba literalmente tomada por las fuerzas de seguridad: las tiendas cerradas, las calles desiertas por las que apenas se aventuraba alg¨²n vecino, los ni?os obligados a quedarse en las escuelas hasta ser evacuados por la polic¨ªa. Esta localidad, situada unos 45 kil¨®metros al norte de Par¨ªs y cuyos habitantes trabajan en su mayor¨ªa en el aeropuerto Charles de Gaulle-Roissy, se hab¨ªa convertido en un s¨ªmbolo de lo que ocurre en Francia: el temor y el desconcierto de muchos ciudadanos ante una situaci¨®n que pensaban que nunca podr¨ªa tocarles.
¡°?C¨®mo iba a creer que algo as¨ª pod¨ªa ocurrir aqu¨ª?¡±, asegura Katia Senecal, que lleva 36 a?os afincada en Dammartin. Est¨¢ fumando en la ventana de su casa, situada en la calle principal del pueblo, esperando a que su hija de once a?os vuelva del colegio. ¡°No estar¨¦ tranquila hasta que est¨¦ aqu¨ª. Realmente, estoy atemorizada con todo lo que est¨¢ pasando¡±, se?ala. ¡°Aqu¨ª nunca ha ocurrido nada, es un lugar muy tranquilo. La mayor¨ªa de los habitantes trabaja en el aeropuerto. Cuando escuchamos ayer que los hermanos Kouachi no estaban lejos, nos provoc¨® cierta inquietud, pero nunca pensamos que iban a acabar en el pueblo¡±, prosigue.
Cuando la polic¨ªa prohibi¨® circular por las calles y pidi¨® a los vecinos que se quedasen en casa, las autoridades decidieron que los ni?os no se moviesen de los colegios de la localidad. Hasta las 15.00 no fueron evacuados en autobuses, en medio de un intenso dispositivo policial y llevados al centro de Dammartin para que pudiesen ser recogidos por sus padres. En las afueras de las dos escuelas, que se encuentran cerca del pol¨ªgono donde estaban atrincherados los terroristas, se hab¨ªan congregado muchos padres. ¡°En cuanto vea salir a mi hijo, vuelvo a casa r¨¢pidamente¡±, dec¨ªa por tel¨¦fono uno de ellos. Una panader¨ªa del centro se aventur¨® a reabrir a las 12.00 aunque los ¨²nicos clientes eran polic¨ªas. ¡°En cuanto escuchamos lo que ocurr¨ªa, cerramos la persiana. Nos ha dado mucho miedo toda la situaci¨®n¡±, explica la vendedora.
La presencia del aeropuerto parisino Charles de Gaulle-Roissy, recordada constantemente por el sonido de los aviones que realizan la maniobra de aterrizaje, marca no s¨®lo la vida laboral y cotidiana de los habitantes de Dammartin, sino tambi¨¦n el paisaje: una enorme planicie sobre la que pesaban este viernes nubes bajas y grises, salpicada por pol¨ªgonos industriales y almacenes. Las cl¨¢sicas rotondas francesas todav¨ªa conservan los adornos navide?os: en todo el pueblo la vida parec¨ªa congelada a la espera del final del cerco, que lleg¨® en torno a las cinco de la tarde, cuando se escucharon dos fuertes explosiones y comenz¨® el asalto, en el que murieron los hermanos Kouachi, pero fue rescatado con vida el reh¨¦n que reten¨ªan.
S¨®lo entonces, algunos curiosos comenzaron a acercarse al cord¨®n policial desde el que se pod¨ªa divisar el pol¨ªgono a lo lejos. ¡°Se los han cargado. ?Bien hecho!¡±, exclamaba un joven. Pero la normalidad estaba lejos de regresar: la polic¨ªa manten¨ªa los controles y sus luces azules segu¨ªan siendo visibles por todos lados. Las unidades m¨®viles de decenas de televisiones continuaban con los directos. Los ni?os, eso s¨ª, hab¨ªa vuelto a casa, pero el centro de Dammartin segu¨ªa desierto. El temor se ha quedado.
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