Tiempos de horror
La tragedia de Charlie Hebdo sirve para recordar que en M¨¦xico han sido asesinados 102 periodistas en los ¨²ltimos 14 a?os
Camille Desmoulins, el abogado y periodista que el 12 de julio de 1789 areng¨® a las masas desde los jardines del Palais Royal para que tomaran la Bastilla, algo que ocurri¨® dos d¨ªas despu¨¦s, acab¨® guillotinado por la Revoluci¨®n que ayud¨® a engendrar, precisamente por re¨ªrse y denunciar desde su semanario sat¨ªrico la violencia posterior.
Si ahora en nuestros d¨ªas, la tragedia de Charlie Hebdo refleja que la prensa sigue siendo el espejo del mundo en que vivimos, es inevitable volver los reflectores hacia Am¨¦rica. Por ejemplo, M¨¦xico fue en 2014, seg¨²n el Comit¨¦ de Protecci¨®n de los Periodistas (CPJ), el pa¨ªs m¨¢s peligroso para ejercer el periodismo en el subcontinente y est¨¢ en el s¨¦ptimo puesto mundial. La Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos (CNDH) anunci¨® que, de los 102 periodistas asesinados entre 2000 y 2014, s¨®lo en el 10% de los casos ha habido sentencia y 89 cr¨ªmenes siguen impunes. Es muy peligroso opinar sobre un pol¨ªtico corrupto o al servicio de los carteles.
En Argentina, el pulso es enorme y lo entiendo. Lleg¨® un momento en el que el cuarto poder se convirti¨® en el primero. La lucha entre la presidenta Cristina Kirchner y el grupo Clar¨ªn exige una puntualizaci¨®n fundamental, con independencia de las razones de cada uno. A Kirchner, para bien o para mal, la eligen los argentinos; a los del Clar¨ªn, s¨®lo los elige el Clar¨ªn. El principio de soberan¨ªa del Estado radica en qui¨¦n es elegido y no en qui¨¦n puede elegir. Los medios se convirtieron en el principal elector hasta que, como dec¨ªa Stendhal, ¡°todo lo exagerado se vuelve insignificante¡±. As¨ª, su poder lleg¨® a ser tan desmesurado que se convirti¨® ¡ªpor supervivencia¡ª en insignificante.
En Ecuador, el presidente Correa, que se sinti¨® ofendido, cambi¨® la Constituci¨®n y aprob¨® en 2013 la controvertida Ley Mordaza por la que, si se considera que un medio ha faltado a la verdad, se le sanciona econ¨®micamente de forma tan salvaje que equivale al cierre. Un ejemplo es el diario El Universo, cuyos tres directores y uno de sus periodistas fueron condenados a tres a?os de c¨¢rcel y a pagar una exorbitante multa de 40 millones de d¨®lares. En Colombia, el director de El Espectador, Guillermo Cano, ha recibido a sus compa?eros de Charlie Hebdo en los cielos. Ellos murieron por las balas de un Kal¨¢shnikov y ¨¦l en 1986 por las de Pablo Escobar, pero al final, la causa de la muerte fue la misma. En Brasil, frente a la riada de inteligencia, simpat¨ªa y cambio social encarnada en el expresidente Lula, s¨®lo la actuaci¨®n vigilante de algunos medios como Folha han sacado a la luz el esc¨¢ndalo de corrupci¨®n de Petrobras, desafiando al Gobierno de Dilma Rousseff a explicar los contratos otorgados por la paraestatal. Adem¨¢s de las numerosas detenciones, se ha ordenado el bloqueo de bienes que ascienden a cerca de 300 millones de d¨®lares.
Los tiempos en los que solamente los medios de comunicaci¨®n eran la conciencia de los pueblos han pasado, entre otras cosas por la emergencia de las redes sociales. Hoy deben encontrar su propio lugar en el juego del poder.
No s¨®lo porque los fan¨¢ticos, los dictadores y los poderosos tengan poco sentido el humor, sino porque intuyen ¡ªcon raz¨®n¡ª que detr¨¢s del humor suele venir el sentido cr¨ªtico y ¨¦ste puede espolear lo ¨²nico que, junto al temor, es el motor de los seres humanos: la esperanza. Cuando la esperanza es mucha y de muchos, se llama revoluci¨®n, por eso, hay que cegarla en el origen.
El mapa de la libertad de expresi¨®n est¨¢ en peligro. Hay una pregunta elemental: ?Qui¨¦n manda al final: los medios o los Gobiernos? Son mejores los Gobiernos, a fin de cuentas los elegimos en las urnas. Sin embargo, tambi¨¦n es verdad que mientras China ocupa Am¨¦rica Latina (y no es un buen referente para la libertad de expresi¨®n) o Cuba se convierte en el factor clave para el di¨¢logo entre las Am¨¦ricas, la falta de atenci¨®n de Estados Unidos, junto con la prepotencia de los Gobiernos de la zona, han colocado en una grave y definitiva crisis de identidad a los medios de comunicaci¨®n latinoamericanos.
El terror no es exclusivo de nadie; es de todas las religiones, todos los colores, todos los dioses, todas las banderas. Es bueno que en este momento en el que Europa mira al terror cara a cara, los medios de comunicaci¨®n sepamos que hay todo un continente que habla espa?ol, cuyo rostro desencajado refleja, desde hace ya mucho tiempo, un estado de terror.
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