Estados Unidos no es ¡®Charlie¡¯
La ley concede una amplia libertad de expresi¨®n, pero se impone lo pol¨ªticamente correcto. Grandes medios rechazan publicar la portada del semanario que sufri¨® el atentado de Par¨ªs
Estados Unidos no es Charlie. Aqu¨ª los mensajes de apoyo a la revista sat¨ªrica francesa, cuya redacci¨®n en Par¨ªs fue atacada el pasado d¨ªa 7 por sus caricaturas sobre el Islam, han sido m¨¢s tenues que en Europa. El presidente estadounidense, Barack Obama, ha condenado el atentado yihadista y ha expresado su solidaridad con Francia, pero ha rehuido valorar su impacto en la libertad de expresi¨®n. Grandes medios de comunicaci¨®n han declinado reproducir las s¨¢tiras m¨¢s pol¨¦micas de Charlie Hebdo y su primera portada tras el ataque. Y opinadores y expertos han cuestionado si ese tipo de revista llegar¨ªa a existir en este pa¨ªs.
En EE UU la libertad de expresi¨®n es un mantra, blindado en la Primera Enmienda de la Constituci¨®n. Por ejemplo, no es ilegal quemar la bandera estadounidense. Tampoco libros del Cor¨¢n, como quer¨ªa hacer en 2010 un pastor del Estado de Florida. Ni que grupos neonazis se manifiesten frente al Capitolio en Washington. ¡°La ley en EE UU es m¨¢s protectora con la libertad de expresi¨®n -incluida la ofensiva o de incitaci¨®n al odio- que en Europa y Canad¨¢¡±, subraya en una entrevista telef¨®nica Gabe Rottman, consejero legal de la Uni¨®n Americana de Libertades Civiles (ACLU por sus siglas en ingl¨¦s).
Pero, a su vez, este es el pa¨ªs por antonomasia del pol¨ªticamente correcto. El esmero por evitar cualquier ofensa se visualiza en la denominaci¨®n oficial de las minor¨ªas raciales y ¨¦tnicas, o en la censura de determinadas palabras en televisi¨®n.
Tambi¨¦n en las universidades: con la campa?a para incluir avisos en libros susceptibles de herir sensibilidades, como El Gran Gatsby; la oposici¨®n estudiantil que logra cancelar invitaciones a conferenciantes -desde la activista Ayaan Hirsi Ali, cr¨ªtica con el Islam, hasta la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, y la exsecretaria de Estado Condoleezza Rice-; o el establecimiento por parte de la direcci¨®n de algunas universidades de c¨®digos de expresi¨®n, entre ellos la prohibici¨®n de determinados mensajes y la limitaci¨®n de todo activismo a una zona concreta.
Martha Steffens, profesora en la Facultad de Periodismo de la Universidad de Misuri e integrante de la junta directiva del Instituto Internacional de Prensa, cree que el recelo de ofender tiene su origen en la fundaci¨®n de EE UU hace m¨¢s de dos siglos. ¡°Se fund¨® aceptando a gente desencantada con su naci¨®n de origen, que quiz¨¢ estaba estigmatizada o perseguida por ser diferente. La idea era ¡®te daremos libertad religiosa y una sociedad libre en la que podr¨¢s ser t¨² mismo¡¯¡±, se?ala. Por ello, sostiene, hay un profundo respeto hacia otras religiones y culturas: ¡°No te r¨ªes de la gente por esas diferencias aunque estuvieras intentando argumentar algo¡±.
En EE UU la libertad de expresi¨®n es un mantra, blindado en la Primera Enmienda de la Constituci¨®n. Por ejemplo, no es ilegal quemar la bandera estadounidense
Steffens ve un reflejo de la sociedad estadounidense en el hecho de que grandes medios de comunicaci¨®n -como el diario The New York Times, la agencia Associated Press o las cadenas televisivas CNN y NBC- hayan decidido no mostrar las caricaturas de Charlie Hebdo m¨¢s pol¨¦micas con el Islam o su primera portada tras el atentado, en la que aparece el profeta Mahoma. Los medios han aducido voluntad de no ofender y motivos de seguridad.
¡°Normalmente no publicamos im¨¢genes u otro material que pretende deliberadamente ofender sensibilidades religiosas. Muchos musulmanes consideran ofensivo publicar im¨¢genes de su profeta y nos hemos abstenido de ello¡±, argument¨® el director del Times, Dean Baquet, en un comunicado. Sin embargo, la defensora del lector del rotativo, Margaret Sullivan, consider¨® que la portada de la ¨²ltima edici¨®n deber¨ªa de haberse reproducido dado su ¡°significativo¡± valor informativo y al no ser ¡°gratuitamente ofensiva¡±.
Rottman, el experto de ACLU, enfatiza que una revista como Charlie Hebdo y sus caricaturas sobre el Islam ser¨ªan perfectamente legales en EE UU. El Tribunal Supremo refrend¨® en 1952 que no se pueden suprimir ataques contra religiones, y en 1988 la legalidad de la s¨¢tira en un caso que afectaba a la revista Hustler. Pero, pese a estar protegidas por la Constituci¨®n, no han existido en EE UU publicaciones que caricaturizan religiones, seg¨²n un extenso an¨¢lisis en la revista Time de Sascha Cohen, que elabora una tesis doctoral sobre este tema en la Universidad de Brandeis.
EE UU es el pa¨ªs del pol¨ªticamente correcto. El esmero por evitar cualquier ofensa se visualiza en las universidades, en la denominaci¨®n oficial de las minor¨ªas, y en la censura de palabras en televisi¨®n
Para la profesora Steffens, el ejemplo m¨¢s parecido a Charlie Hebdo en EE UU ser¨ªa The Onion. Sus parodias apuntan a las grandes empresas y a la clase pol¨ªtica. ¡°Creo que los estadounidenses se sienten m¨¢s c¨®modos [as¨ª]¡±, alega.
Rottman sostiene que el ¡°derecho a ser ofensivo¡± ha hecho de la estadounidense una sociedad m¨¢s progresista porque, esgrime, los postulados m¨¢s humillantes quedan marginados de un modo natural. Su tesis es que tener ese derecho no significa que deba usarse, pero advierte del ¡°peligro¡± de no tenerlo: de que el Gobierno decida qu¨¦ se puede decir y qu¨¦ no seg¨²n sus intereses; y de que haya autocensura por las amenazas del receptor al emisor del mensaje.
Eso es lo que, seg¨²n el presidente Obama, sucedi¨® en el caso de la pel¨ªcula La Entrevista, cuyo estreno Sony cancel¨® inicialmente en diciembre despu¨¦s de las amenazas de piratas inform¨¢ticos que hab¨ªan atacado sus servidores. El presidente critic¨® entonces que la multinacional claudicara ante la censura impuesta por un ¡°dictador¡±, en alusi¨®n al r¨¦gimen de Corea del Norte, al que Washington atribuye el ciberataque.
En el caso de Charlie Hebdo, Obama no ha hecho ninguna reflexi¨®n de fondo. S¨ª su portavoz, John Earnest, que el pasado jueves se mostr¨® ambivalente: afirm¨® que ninguna muestra de libertad de expresi¨®n justifica una respuesta violenta, pero que esta libertad lleva aparejadas ciertas ¡°responsabilidades¡±. Es un tono similar al empleado por el entonces presidente George W. Bush tras las protestas en pa¨ªses de mayor¨ªa musulmana por la publicaci¨®n en 2005 de unas caricaturas de Mahoma en el diario dan¨¦s Jyllands Posten. Al a?o siguiente, las reprodujo Charlie Hebdo, lo que convirti¨® la revista en diana del fundamentalismo isl¨¢mico.
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