La torre fantasma (o la desaparici¨®n del Estado griego)

El edificio, al que los vecinos conocen como ¡°el rascacielos¡± por ser el segundo m¨¢s alto de Grecia (84 metros), se alza monstruoso sobre los vendedores ambulantes, los puestos de fruta y las restantes construcciones del Pireo, absurdamente plantado en medio del guirigay de callejuelas que van a dar al puerto. Monstruoso y vac¨ªo. Por eso, algunos lo llaman ¡°la torre fantasma¡±.

La asistencia oficial ya ha sido casi sustituida por la caridad

Su construcci¨®n comenz¨® en 1972, en plena dictadura pero la ca¨ªda de los coroneles griegos dej¨® el edificio incompleto. En la d¨¦cada de 1980, las nuevas autoridades socialistas retomaron el proyecto que, al poco, volvieron a abandonar. Desde entonces, el Ayuntamiento del Pireo ¡ªque posee su titularidad, junto al Ministerio de Finanzas¡ª ha convocado varios concursos internacionales para renovar el edificio, obteniendo f¨®rmulas innovadoras y hasta osadas, como una que propon¨ªa convertir sus paredes en una cascada de agua marina. Sin embargo, aunque varios equipos de arquitectos se repartieron los premios de estos concursos, ning¨²n proyecto se llev¨® a cabo por falta de presupuesto. Incluso su derribo resulta un gasto excesivo para las devastadas arcas municipales. Hoy, las planchas de vidrio se desprenden de la fachada, dejando al descubierto cicatrices de hormig¨®n, y s¨®lo las dos primeras plantas son utilizadas por algunos negocios.

En uno de los bajos se abre una puerta. All¨¢, en semipenumbra, decenas de personas se agolpan en una fila que se pierde escaleras arriba. Se reparten tyropitas (empanadas de queso) congeladas. ¡°Pero s¨®lo para aquellos que a¨²n tienen electricidad en sus casas¡±, puntualiza el encargado, Ioannis Maronitis.

Este hombre, que preside un Club de Amigos de la Unesco, decidi¨® el a?o pasado convertir sus actividades culturales en ayuda social. ¡°Algo hab¨ªa que hacer para ayudar a los ciudadanos¡±, explica Maronitis. ¡°Al principio repart¨ªamos comida pero no nos parec¨ªa bien hacerlo como otras organizaciones que llegan con sus camiones a las plazas y sueltan todo lo que llevan¡±. As¨ª pues, convirti¨® un local del abandonado edificio en una casa de acogida. Gracias a una subvenci¨®n de la Uni¨®n Europea contrat¨® a varias trabajadoras sociales y, con buena voluntad, convenci¨® a diversas empresas para que donaran sus productos. Ahora cocinan para 150 personas cada d¨ªa y reparten comida a otros tantos hogares. Adem¨¢s, ha llenado de literas una sala, en la que duermen 50 personas m¨¢s.

¡°Vine aqu¨ª cuando ya no pude pagar el alquiler¡±, relata una desempleada

La crisis en Grecia ha golpeado duramente a la clase media. Los helenos han perdido casi el 40% de su poder adquisitivo, una de cada cuatro pymes ha tenido que echar el cierre, y asalariados y aut¨®nomos han tenido que hacer frente a un aumento sin precedentes de tasas e impuestos. As¨ª, muchos no han podido resistir. ¡°La gente que atendemos son personas como t¨² y como yo. Gente con ordenador port¨¢til y smartphone¡±, subraya Maronitis antes de relatar la historia de un peque?o comerciante que, siendo donante de su proyecto, termin¨® ahogado por las deudas al fisco y la p¨¦rdida de clientes. Ahora tiene que acudir al comedor social cada d¨ªa.

¡°Lo primero que siente esta gente es verg¨¹enza. Muchos no saben a qui¨¦n pedir ayuda, porque es una situaci¨®n nueva para ellos¡±, agrega el presidente del Club de Amigos de la Unesco. Es el caso de Panayota, una mujer de 45 a?os, decoradora y ahora desempleada: ¡°Cuando ya no pude pagar el alquiler vine aqu¨ª, porque me daba mucho miedo quedarme en la calle y que alguien me reconociera¡±.

Maronitis abre una puerta trasera, que da paso a la zona abandonada del edificio. Los escombros est¨¢n siendo retirados, los suelos embaldosados y se est¨¢n construyendo ba?os. Con ayuda de obreros voluntarios, se est¨¢ escarbando en d¨¦cadas de abandono y negligencia. ?Cuenta con permiso? Maronitis se encoge de hombros: ¡°No. ?Pero qu¨¦ voy a hacer?¡±. Tras el fin de la moratoria sobre los desahucios ¡ªuna de las exigencias de la troika¡ª ¡°la situaci¨®n est¨¢ deterior¨¢ndose muy r¨¢pidamente¡±, sostiene: ¡°El otro d¨ªa nos lleg¨® una mujer embarazada pidiendo techo, pero tenemos una lista de espera de 150 personas. Tuvimos que hacerle una cama con mantas y durmi¨® tras una puerta¡±.

En los ¨²ltimos a?os, el Estado ha desaparecido para amplios sectores de la poblaci¨®n. La prueba son los tres millones de griegos que han perdido el derecho a la asistencia sanitaria o los cientos de miles que dependen de la caridad, de iniciativas sociales o de la ayuda vecinal para comer. Panayota no cree que la situaci¨®n vaya a mejorar con el vuelco electoral. ¡°No creo en ning¨²n pol¨ªtico, para m¨ª son todos unos ladrones. S¨®lo creo en Dios y en ¨¦l¡±, dice se?alando a Maronitis. ¡°Para m¨ª, ¨¦l es el ¨²nico Gobierno¡±.