Marruecos intenta poner fin a los ¨²ltimos juicios militares a civiles
150 ONG exigen el asilo en Espa?a para Hassanna, el ¨²ltimo prosaharaui condenado a perpetua y refugiado en Euskadi
Mamadu Diarra y Hassanna Aalia pugnan estos d¨ªas en distintas instancias judiciales de Marruecos para evitar convertirse en los ¨²ltimos civiles juzgados por un tribunal militar del pa¨ªs. Y pueden conseguirlo, si logran que el juicio se aplaze hasta el 1 de julio, fecha en la que entrar¨¢ en vigor la nueva ley, aprobada en 2014, que deroga la norma que, desde hace seis d¨¦cadas, permit¨ªa este procedimiento. Fuentes oficiales marroqu¨ªes pr¨®ximas a ambos casos han asegurado a este diario que el plan es que no haya m¨¢s juicios militares a civiles, aunque no se ha comunicado oficialmente. La estrategia es que los letrados recurran a tr¨¢mites y dilaciones burocr¨¢ticas.
Mamadu presuntamente mat¨® de una pedrada a un soldado que le quer¨ªa bajar de la valla de Melilla en julio de 2012.?Aalia fue condenado en 2013 a cadena perpetua con otros 22 activistas saharauis por los violentos incidentes en los campamentos de Gdeim Izik, donde fallecieron 11 agentes. Huy¨®, se refugi¨® en el Pa¨ªs Vasco y este mi¨¦rcoles 150 ONG han reclamado al Ministerio del Interior espa?ol que le asile y le proteja.
Sus casos han recuperado la pol¨¦mica de los juicios militares a civiles en Marruecos. Una pr¨¢ctica que el reino marroqu¨ª puso en marcha en 1956 con el decreto n¨²mero 1-56-270, que ha permitido juzgar ante tribunales castrenses a¨²n menos transparentes y m¨¢s duros que los ordinarios a cientos de personas que hayan podido cometer ¡°cr¨ªmenes contra miembros de las fuerzas armadas, reales o similares¡±. Un decreto que seg¨²n numerosos expertos entr¨® en abierta contradicci¨®n con el art¨ªculo 127 de la nueva Constituci¨®n impulsada por el propio rey Mohamed VI en 2011 tras las revueltas de la primavera ¨¢rabe y que se posicionaba ¡°contra la jurisdicci¨®n excepcional a la ordinaria¡±. Una medida exigida al rey marroqu¨ª por Estados Unidos y decenas de colectivos y ONG internacionales proderechos humanos.
Ha habido en estos a?os decenas de juicios y condenados con este procedimiento, aunque las autoridades no proporcionan estad¨ªsticas oficiales ni disponen de ellas organismos p¨²blicos como el Consejo Nacional de Derechos Humanos, que es el que m¨¢s ha luchado para acabar con esta pr¨¢ctica. Pero el juicio militar a civiles con mayor repercusi¨®n internacional tuvo mucho que ver con el caso de Aalia. El 17 de febrero de 2013 el tribunal militar de Rabat conden¨® a 25 saharauis, con penas desde 25, 30 a?os y perpetuidad, como responsables de las muertes de 11 soldados en los incidentes que se desataron en noviembre de 2010 cuando el r¨¦gimen intento desmantelar por la fuerza unos campamentos en Gdim Izik, en pleno S¨¢hara Occidental, la excolonia espa?ola desde 1975.
Hassanna Aalia, de 27 a?os y natural de El Aai¨²n, particip¨® en la protesta. Antes de entrar en la temible c¨¢rcel de Sal¨¦, denunciada por numerosas ONG por sus malas condiciones y la aplicaci¨®n de torturas, huy¨® a Espa?a y se asent¨® en el Pa¨ªs Vasco, donde ha vivido desde entonces y ha participado en cursos, conferencias y charlas sobre derechos humanos. Desde all¨ª tramit¨® su petici¨®n de asilo al Gobierno espa?ol, que le fue denegada hace 15 d¨ªas. Este mi¨¦rcoles?Aalia acudi¨®, con sus compa?eros que se han puesto en huelga de hambre en el aeropuerto de Barajas y representantes del Frente Polisario que le respaldan y con los que ha iniciado una campa?a en las redes sociales, a las puertas del Ministerio del Interior en Madrid para demandar protecci¨®n y denunciar el negro futuro que le espera si es deportado a Marruecos. El plazo para poder estar en Espa?a en esta situaci¨®n acab¨® ayer. Su abogado espera dilatarlo algo m¨¢s con recursos y apelaciones.
El mismo suplicio y la misma estrategia aguarda a Mamadu Diarra, pero ya dentro de la prisi¨®n de Sal¨¦. El 10 de julio de 2012, con apenas 18 a?os, este inmigrante de Mal¨ª intent¨® saltar la valla de Melilla cerca del puesto fronterizo de Farkhana. Desde all¨ª encaramado, y sostiene que sin intenci¨®n de hacer da?o, arroj¨® una piedra que acab¨® con la vida de un soldado marroqu¨ª. Su abogado le presenta como un joven ¡°fr¨¢gil, vulnerable, que no habla ni franc¨¦s ni ¨¢rabe, apenas Bambara¡±. A¨²n no ha sido juzgado, pero el tribunal militar le ha citado varias veces. La ¨²ltima hace apenas 15 d¨ªas. La vista se aplaz¨® sin razones conocidas.
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