Europa deja que Tsipras se cueza a fuego lento
La cruda realidad es que el nuevo Gobierno griego no tiene en Europa un solo aliado digno de ese nombre
Grecia contra todos. El Gobierno griego ha podido comprobar esta semana, en una gira tan colorida como in¨²til, lo solo que est¨¢ en Europa, lo mal que ha recibido su frescura en las formas con una combinaci¨®n de ingenuidad, chuler¨ªa y alg¨²n error estrat¨¦gico de trazo grueso. El primer ministro Alexis Tsipras se ha topado contra un muro infranqueable: ¡°Atenas tiene un mandato claro de su gente, pero hay 18 opiniones p¨²blicas m¨¢s en la zona euro, que han prestado 240.000 millones a los griegos y cuyos Gobiernos tienen mucho, mucho que decir¡±, resume una alta fuente europea.
La estrategia europea es simple. Se trata de dejar que Tsipras se cueza a fuego lento, con el BCE dispuesto a elevar la temperatura de esa marmita borboteante de las presiones financieras en un pa¨ªs que apenas tiene dinero para llegar a abril. Puede que Atenas tenga raz¨®n y la deuda griega necesite cirug¨ªa, ante los riesgos de evidente fatiga econ¨®mica, social y pol¨ªtica. Pero los socios europeos prefieren la patada hacia delante: saben que Grecia necesita su dinero y que, a pesar de sus demandas, tendr¨¢ que plegarse a sus condiciones. Caveat creditor: cu¨ªdate de tus acreedores, aunque se hagan llamar tus socios.
La cruda realidad es que el nuevo Gobierno griego no tiene un solo aliado digno de ese nombre
Tsipras y su ministro Yanis Varoufakis hicieron alg¨²n amigo en la City y comprobaron que Francia e Italia apoyan suavizar la austeridad. Y hasta ah¨ª llega la solidaridad: nadie va a aceptar los planes relativos a la deuda, ni los ortodoxos del Norte ni el centroizquierda de Roma y Par¨ªs ni la periferia conservadora y rescatada del Sur, con Espa?a liderando la oposici¨®n por motivos que sobrepasan lo econ¨®mico y entran en las procelosas aguas del miedo al contagio pol¨ªtico. Grecia no quiere una extensi¨®n ni un tercer rescate, y para eso pide tiempo hasta mayo, con un acuerdo-puente dise?ado con imaginativa ingenier¨ªa financiera. No habr¨¢ nada de eso ni del plan de canje de deuda. La verdadera lecci¨®n de la gira para Grecia es el duro, g¨¦lido recibimiento de los acreedores, convertido en dur¨ªsimo por la puesta en escena de Tsipras y Varoufakis, que a ojos de los europeos han querido imponer sus propuestas.
El plan de juego trazado por Syriza conjuga elementos de brillantez y realismo con ideas descabelladas desde el punto de vista de lo asumible por sus socios. La cruda realidad es que Atenas no tiene un solo aliado digno de ese nombre. Y ni siquiera tiene tiempo: el BCE le ha quitado el seguro a la pistola y quiz¨¢ sea improbable que dispare, pero ese movimiento profundamente pol¨ªtico ¡ªy seguramente injusto: el rescate no expira hasta fin de mes¡ª precipita los acontecimientos. Grecia presentar¨¢ entre hoy y ma?ana su plan de reformas. El mi¨¦rcoles lo discutir¨¢ con los ministros del euro, y el jueves con los jefes de Estado y de Gobierno. Europa entiende que algunas de sus medidas sociales son l¨®gicas ¡ªlas relativas a la asistencia sanitaria, quiz¨¢ una subida del salario m¨ªnimo¡ª pero no va a permitir que se congelen las privatizaciones o se detengan las reformas. Si la propuesta de Tsipras es la que esperan Alemania y compa?¨ªa, habr¨¢ concesiones m¨ªnimas: el rescate griego pasar¨¢ a llamarse ¡°contrato¡±, puede haber margen para ampliar los plazos de devoluci¨®n de la deuda y el final de la troika est¨¢ cerca; un final eufem¨ªstico y muy del gusto de los alemanes, porque las tres instituciones (BCE, Comisi¨®n Europea y FMI) van a seguir ah¨ª, pero por separado. Si Tsipras no ha entendido que ese dise?o est¨¢ grabado en letras de bronce, se cocer¨¢ a fuego lento hasta que sus necesidades financieras le hagan entrar en raz¨®n: los baj¨ªsimos tipos de inter¨¦s que paga ahora en virtud del rescate europeo subir¨ªan autom¨¢ticamente el 1 de marzo, en el primer segundo sin programa.
Tsipras debe cuadrar el c¨ªrculo con un programa aceptable en casa y en Europa: un imposible. Atenas ha hecho un ajuste sensacional y est¨¢ en medio de una depresi¨®n social, eso nadie lo niega. Pero puede que haya sido en vano: la troika no entendi¨® los verdaderos males de Grecia; los hombres de negro metieron el bistur¨ª en la inversi¨®n, en la sanidad, en las pensiones y estrangularon a las clases medias para cuadrar los n¨²meros, pero dejaron intactos los problemas de fondo. Los males de un Estado clientelar, enorme y escler¨®tico y la protecci¨®n de algunos grupos de inter¨¦s siguen exactamente igual. Se ha aplicado el r¨ªgor mortis de las reformas f¨¢ciles, los recortes deflacionistas, pero no se ha hecho lo complicado: las reformas que hubieran permitido desmantelar el capitalismo de amiguetes est¨¢n por estrenar. Tsipras tiene la oportunidad de hacerlo y de convertirse en el Lula de los Balcanes, pero para ello necesita hilar fino en una transici¨®n que se adivina complicada.
La Europa alemana evoca el sangre, sudor y l¨¢grimas churchilliano desde hace un lustro; la Grecia de Tsipras desempolv¨® el I have a dream de Martin Luther King hasta que se ha visto obligada a despertar de ese ensue?o. O Grecia y Europa encuentran una v¨ªa intermedia, con concesiones por ambos lados, o hay una posibilidad de accidente: ¡°Las rebeliones no estallan cuando las cosas est¨¢n realmente mal, sino cuando la gente tiene la sensaci¨®n de que sus expectativas no se cumplen¡±, dice el fil¨®sofo Zizek en El Sur tiene la palabra. Con pr¨®logo de Alexis Tsipras, por cierto.
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