Mu?eco de trapo
Hoy lo ¨²nico que parece poner de rodillas al Viejo Continente es la desaparici¨®n de la esperanza
Desde Grecia hasta Brasil, desde Espa?a hasta Argentina, de M¨¦xico a Francia, el mundo tiembla. Hoy el signo m¨¢s evidente de agitaci¨®n se encuentra en el Gobierno sin corbata de Atenas. Ucrania en una punta y Grecia en otra son la prueba de este temblor en la Europa actual.
Todo empieza donde acab¨® alguna vez. Si Versalles no hubiera impuesto unas condiciones imposibles e impagables a Alemania, los alemanes no hubieran elegido a Hitler y ¨¦l no hubiera invadido Renania Westfalia para demostrar que la Europa que hab¨ªa ganado la Primera Guerra Mundial era un mu?eco de trapo. El fantasma de Versalles, el error de Versalles fue el origen de la nueva Europa. Todos somos hijos de ese error.
Hoy lo ¨²nico que parece poner de rodillas al Viejo Continente es la desaparici¨®n de la esperanza. Grecia cuestiona su deuda, consciente de que la Europa de la austeridad, la de Merkel, es un mu?eco de trapo. El problema no es la lucha de los pa¨ªses que tratan de recuperar lo poco que tienen. A los espa?oles, con un 25% de paro y a quienes los griegos les deben 26.000 millones de euros, que ahora se les diga que no se los van a pagar, es un motivo de rebeli¨®n, pero lo importante no es la deuda, sino por qu¨¦ les deben y c¨®mo les deben.
Fue interesante ver en las calles de Madrid para qu¨¦ sirven cientos de miles de personas llenando todos los lugares simb¨®licos de la capital espa?ola, desde la Cibeles hasta la Puerta del Sol. El fin de semana pasado pude observar el cambio sutil de Pablo Iglesias -que no s¨¦ si es un pol¨ªtico pero me queda claro que s¨ª es un agitador- cuando delante de tant¨ªsima gente, dijo: ¡°Hoy no estamos aqu¨ª para protestar, estamos aqu¨ª para celebrar. Este es el a?o del cambio¡±.
Y el cambio, como pasa con Alexis Tsipras en Grecia o con algunos reg¨ªmenes latinoamericanos, no ocurre por voluntad de uno, sino que se produce cuando quienes tienen que defender el viejo orden ya no creen en ¨¦l.
No hay ninguna garant¨ªa de que el mundo que est¨¢ surgiendo sea mejor que el anterior
Lo peor del fen¨®meno de Grecia no es su circunstancia, sino la aceleraci¨®n del final de un modelo, consistente en que la gente se sacrifique, sea sometida a un proceso de selecci¨®n natural y, en caso de tener ¨¦xito para lo que tendr¨¢ que esperar al menos cinco a?os, su destino sea vivir en un suburbio alem¨¢n como si fuera un refugiado turco.
Con esa oferta, los l¨ªderes de los pa¨ªses del Sur o del Norte de Europa dif¨ªcilmente pueden seguir dirigi¨¦ndose a sus pueblos pidi¨¦ndoles que crean en el modelo. Porque la pregunta es, ?creer en qu¨¦?
Esta crisis del modelo sucede tambi¨¦n al otro lado del Atl¨¢ntico en los pa¨ªses que hablan espa?ol. Am¨¦rica Latina avanza sabiendo que el miedo a la CIA y al enemigo del Norte es otro mu?eco de trapo. Por ejemplo, en el caso de Venezuela, lo peor de Ch¨¢vez no fue el sue?o, sino la estafa. Los habitantes de los "ranchitos" ten¨ªan derecho una vida mejor, pero el comandante dilapid¨® todo y aniquil¨® el pa¨ªs sin garantizar ni el bienestar, ni el cambio, ni cumpli¨® el viejo precepto chino que dice: ¡°No des peces, ense?a a pescar¡±.
Si no se acepta que estamos al final del sistema no se puede entender ni a Tsipras en Grecia, ni al partido espa?ol Podemos, ni a Morena en M¨¦xico ni las dificultades - caso Petrobras, entre otras- que tiene Dilma Rousseff en Brasil.
No hay ninguna garant¨ªa de que el mundo que est¨¢ surgiendo sea mejor que el anterior. En vista de los resultados del trabajo de mi generaci¨®n no existe ninguna raz¨®n para decirle a mis hijos que ellos ser¨¢n peores que yo, pero eso no evita el derecho al error de los pueblos que unas veces se manifiesta en las urnas y otras, como ya pas¨® en Europa, en forma de totalitarismos y cientos de millones de vidas perdidas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.