La convenci¨®n dem¨®crata en Filadelfia, nuevo golpe para De Blasio
El alcalde de Nueva York confiaba en acoger la cita pol¨ªtica de 2016 para levantar el vuelo y superar su crisis con la polic¨ªa
La elecci¨®n de Filadelfia como sede de la Convenci¨®n Dem¨®crata de 2016 que elegir¨¢ candidato para suceder a Barack Obama en la Casa Blanca, con Hillary Clinton como gran favorita, ha dejado una v¨ªctima colateral: el castigado alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, hasta hace unos meses figura emergente del ala izquierda del partido azul. De Blasio hab¨ªa batallado lo indecible para que la convenci¨®n se celebrara en el Barclays Center de Brooklyn. Contaba incluso con el apoyo de Clinton para un proyecto personal en el que hab¨ªa depositado buena parte de sus aspiraciones de futuro. Sin embargo, el Comit¨¦ Dem¨®crata ha elegido otra ciudad de la costa este por razones log¨ªsticas y presupuestarias, una capital m¨¢s manejable y de tono conciliador, alejada de la tensi¨®n racial que ha vivido Nueva York en los ¨²ltimos meses a causa de dos tragedias fuera del control del regidor: la muerte del afroamericano Eric Garner y el asesinato de dos polic¨ªas en Brooklyn. Estos dos sucesos han dinamitado a De Blasio, alterado la ciudad y comprometido la agenda igualitaria y reformista del alcalde.
La celebraci¨®n de la Convenci¨®n Dem¨®crata en Nueva York y en un barrio como Brooklyn, con una gran diversidad racial, deb¨ªa colocar al alcalde en una envidiable posici¨®n dentro de su partido y reforzar su imagen de gestor ante posibles nuevos votantes. Esa era la idea de un pol¨ªtico llegado a la alcald¨ªa con el 73% de los votos (750.000 sufragios), en una ciudad en la que negros e hispanos son ya mayor¨ªa y tras dos d¨¦cadas de Administraciones conservadoras. Pero el partido ha preferido Filadelfia para su cita de la semana del 25 de julio, un lugar desde donde ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil lanzar mensajes atractivos hacia los Estados del centro del pa¨ªs, m¨¢s conservadores, y evitar una identificaci¨®n excesiva con la liberal Nueva York. Los republicanos han elegido Cleveland, en Ohio, otro swing state, para su c¨®nclave en la semana del 18 del mismo mes. En cualquier caso, la decisi¨®n del Comit¨¦ Dem¨®crata agudiza la p¨¦rdida de empuje de De Blasio.
¡°La Ciudad de Nueva York representa el futuro de Am¨¦rica. Somos una ciudad que trabaja para impulsar y unir a sus 8,4 millones de residentes y asegurar que todos tienen el ¨¦xito a su alcance, no solo unos pocos afortunados. Este principio b¨¢sico es lo que hace a nuestra ciudad y a nuestra naci¨®n tan grandes, y es por eso por lo que luchamos tanto para traer la Convenci¨®n Dem¨®crata de 2016¡±, dijo el alcalde en un comunicado. ¡°Brooklyn es una de las mayores historia de ¨¦xito urbano de Am¨¦rica, y habr¨ªa sido un gran tel¨®n de fondo para elegir al pr¨®ximo presidente de Estados Unidos. Me gustar¨ªa dar las gracias a los miles de neoyorquinos que dedicaron su tiempo, energ¨ªa y recursos para apoyar nuestro esfuerzo¡±, a?adi¨®.
El alcalde hab¨ªa puesto toda la carne en el asador de su candidatura, que contaba con un envidiable m¨²sculo financiero. En su comit¨¦ de apoyo a la celebraci¨®n de la convenci¨®n reuni¨® a los l¨ªderes de importantes empresas (Xerox, American Express), personalidades del universo tecnol¨®gico (Sean Parker, fundador de Napster y cofundador de Facebook) y del mundo de la comunicaci¨®n (Anne Wintour, de Cond¨¦ Nast), entre otros. Sin embargo, razones de seguridad (el Wells Fargo Center de Filadelfia no tiene alrededor iglesias, viviendas y peque?os negocios como el Barclays Center de Brooklyn, por lo que puede ser aislado m¨¢s f¨¢cilmente) y de alojamiento han decantado la decisi¨®n final hacia Filadelfia, una opci¨®n m¨¢s barata que ya alberg¨® la Convenci¨®n Dem¨®crata en 2000. La otra ciudad finalista era Columbus, en Ohio.
Aunque las razones esgrimidas por el Comit¨¦ Dem¨®crata son de peso, el contratiempo para De Blasio es enorme. No hace mucho, el alcalde era el astro emergente de su partido, el receptor de elogios encendidos. Su gesti¨®n de la crisis del ¨¦bola, el primer contagio en una ciudad con millones de habitantes que se resolvi¨® con efectividad y sin estridencias, y de las protestas iniciales por la muerte a manos de la polic¨ªa del afroamericano Eric Garner hab¨ªan elevado su popularidad a cotas muy elevadas. Eran los d¨ªas en que De Blasio se puso al frente de una coalici¨®n de alcaldes para impulsar la reforma migratoria del presidente Obama, con el que se fotografi¨® en la Casa Blanca, y en los que programas de televisi¨®n de difusi¨®n nacional, como el de George Stephanopoulos en la ABC, requirieron su presencia. Incluso los siempre quisquillosos medios abundaron en elogios. Chris Smith, del New York Magazine, escribi¨®: ¡°No sugiero que el caso Garner sea algo positivo para nadie. Pero de Blasio est¨¢ creciendo por c¨®mo lo ha manejado. Los buenos pol¨ªticos son los que saben ver el momento y aprovechar sus oportunidades¡±.
A todo ello se sum¨® una espectacular reducci¨®n de la criminalidad (300 asesinatos en 2014, un r¨¦cord), reformas progresistas aprobadas sin oposici¨®n (como la del nuevo carn¨¦ de identidad de la ciudad), medidas en favor de inmigrantes y desfavorecidos (ayuda legal a menores sin papeles, ampliaci¨®n del salario por enfermedad o comida gratis para escolares), reformas para una habitabilidad sostenible (reducci¨®n de las v¨ªctimas del tr¨¢fico) y otras muchas iniciativas que parecieron oscurecer la herencia de su predecesor, el conservador Michael Bloomberg. Nada de todo eso se recuerda ya. El conflicto con la polic¨ªa ha carcomido al alcalde.
La polic¨ªa no soporta a De Blasio. Su discurso sobre una nueva relaci¨®n con la ciudadan¨ªa no ha calado en los 35.000 agentes, muchos de ellos nost¨¢lgicos de las pol¨ªticas m¨¢s punitivas de Bloomberg o Rudolph Giuliani. El conflicto por el convenio colectivo de los agentes fue el inicio de las hostilidades. El primer ataque serio lleg¨® en agosto. La Sergeants Benevolent Association, uno de los dos grandes sindicatos, se opuso a la celebraci¨®n en Nueva York de la Convenci¨®n Dem¨®crata, porque el alcalde ¡°no se ha ganado el derecho a ser el anfitri¨®n¡± dada la proliferaci¨®n de la criminalidad. El presidente del sindicato, Edward D. Mullins, lo expres¨® as¨ª: ¡°La ciudad ha vuelto a los tiempos de elevada delincuencia, espacios p¨²blicos peligrosos y familias que caminan por nuestras calles preocupadas por su seguridad¡±. El argumento era falso.
De Blasio minusvalor¨® aquel ataque y desde entonces ha maniobrado de manera equivocada. Utiliz¨® su condici¨®n de esposo y padre de afroamericanos para calmar la tensi¨®n racial. Err¨®. ¡°Mi mujer y yo hemos tenido miedo de que nuestro hijo Dante se topara con alg¨²n polic¨ªa¡±, declar¨®. Aquello desat¨® la ira del cuerpo. Otro grave episodio fue el de Rachel Noerdlinger, ex asesora del agitador afroamericano Al Sharpton y jefa de gabinete de la esposa del alcalde. Noerdlinger dimiti¨® a mediados de noviembre por los problemas de su novio y su hijo con la ley. Con antecedentes ambos, se dedicaban a insultar a la agentes en las redes.
La ilusi¨®n que le aup¨® al poder se ha retirado. Los neoyorquinos, seg¨²n las encuestas, creen que la tensi¨®n racial es peor que en la era de Bloomberg, m¨¢s de la mitad opina que la ciudad est¨¢ mal dirigida y tres de cada cinco cree que las relaciones entre la polic¨ªa y la comunidad han empeorado. En este panorama, el alcalde no ha podido encontrar consuelo en su partido. La Convenci¨®n Dem¨®crata podr¨ªa haber sido un bal¨®n de ox¨ªgeno para remontar el vuelo. Tendr¨¢ que seguir intent¨¢ndolo por s¨ª mismo.
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