La troika y el gallina
El Eurogrupo no puede consentir que Atenas se salga con la suya
Muchos analistas est¨¢n dibujando el conflicto entre Grecia y Alemania como un ¡°juego del gallina¡±, ya saben, ese en el que dos coches se dirigen a toda velocidad uno contra otro para ver qui¨¦n se aparta primero. El juego tiene varios resultados posibles: los dos demuestran que son muy machos, pero mueren; los dos se apartan en el ¨²ltimo segundo y se van juntos a celebrar su sensatez; o, por ¨²ltimo, uno se arruga y es humillado y el otro queda victorioso y celebra su valent¨ªa.
El juego revela algunas de las din¨¢micas que estamos viendo estos d¨ªas entre Tsipras y su ministro de Finanzas, Varoufakis, a un lado, y Merkel y su ministro de Finanzas, Sch?uble, por otro. Pero no captura bien la realidad. M¨¢s que un juego del gallina, estamos ante un juego en dos niveles, t¨ªpico de las negociaciones internacionales, en el que los negociadores principales no s¨®lo se tienen que poner de acuerdo entre ellos, sino a su vez lograr que el acuerdo que firmen sea aceptable cuando vuelven a casa. En muchos casos, y este es uno de ellos, se produce una situaci¨®n de dif¨ªcil soluci¨®n: que los acuerdos posibles arriba (entre las partes), no coinciden con los acuerdos que pueden ser ratificados abajo (una vez en casa).
En su primera comparecencia en el Parlamento griego, Tsipras declar¨® el programa de rescate finalizado. Mi Gobierno, dijo, ha recibido un mandato del pueblo griego para acabar con ese programa, que ya ha sido cancelado por su propio fracaso. Al dar por finalizado unilateralmente el rescate y dar por hecho que cualquier negociaci¨®n con el Eurogrupo partir¨¢ de ese hecho, Tsipras se ha colocado en una situaci¨®n enormemente complicada y a la vez absurda. ?Por qu¨¦? Pues porque con tal de cumplir con su mandato podr¨ªa verse obligado a rechazar una pr¨®rroga del rescate muy favorable a Grecia y, a cambio, aceptar un programa-puente aunque fuera m¨¢s costoso para Grecia por las incertidumbres asociadas a ¨¦l (elevaci¨®n de la prima de riesgo, ca¨ªda de la Bolsa, retirada de dep¨®sitos, fuga de capitales). Algo parecido le pasa al Eurogrupo, pues aunque podr¨ªa modificar el programa de rescate de mil formas para acomodar las demandas del nuevo Gobierno griego, lo que no puede consentir (por las repercusiones que tendr¨ªa en Alemania y en los otros pa¨ªses deudores) es dejar a Tsipras salirse con la suya, atribuirse el tanto de haber matado a la troika y puesto fin al rescate y, para colmo, llevarse de premio un cr¨¦dito-puente desde el que negociar con calma.
Lo peor de todo, y en esto el error de Tsipras es garrafal, es que la troika ya estaba t¨¦cnicamente muerta: la hab¨ªa matado la Comisi¨®n, con Juncker a la cabeza; el Parlamento, que hizo un informe dur¨ªsimo sobre ella; el Tribunal de Justicia, que ha dicho que el BCE no pinta nada all¨ª, y el Eurogrupo, que quer¨ªa sacar al FMI. Pero como a los zombis, a la troika le atrae el ruido, as¨ª que en vez de desaparecer silenciosamente, ahora, cortes¨ªa de Tsipras, la tenemos otra vez en primer plano.
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