Los jud¨ªos daneses se quedan
La comunidad hebrea despide a la v¨ªctima del ataque con un apoyo masivo de la sociedad
¡°Dan, el hombre¡±. La chaqueta de ch¨¢ndal colgada en las rejas de la sinagoga de Copenhague tiene una inscripci¨®n con la que sus amigos han querido rendir homenaje a Dan Uzan, que en la madrugada del domingo cay¨® asesinado a manos de un terrorista islamista. Al lado, bajo sus guantes de boxeo, hay un mar de ramos depositados en los ¨²ltimos tres d¨ªas. Algunos de los que dejaban el martes las flores segu¨ªan con los ojos rojos.
¡°El apoyo tan fuerte que estamos sintiendo reconforta nuestros corazones¡±, dice el gran rabino de Dinamarca, Jair Melchior, en uno de los escasos minutos que le dejan libre las innumerables llamadas y las reuniones. La charla se produce frente a la sinagoga, protegida con polic¨ªas armados y en la que el paso est¨¢ restringido al m¨¢ximo por motivos de seguridad.
"Aqu¨ª no tenemos antisemitismo¡±, dice el lider de la mayor organizaci¨®n
La comunidad jud¨ªa danesa ¡ªy todo el pa¨ªs¡ª despedir¨¢ el mi¨¦rcoles a Uzan con un entierro que se espera multitudinario. Gracias a su presencia como guardi¨¢n de la sinagoga, este hombre de 37 a?os evit¨® lo que podr¨ªa haber sido una matanza de las varias decenas de personas que celebraban en ese momento un bat mitzva. Hanna Unterschlag, que en la noche del s¨¢bado asist¨ªa con su hija a la ceremonia, mostraba el martes al mismo tiempo su tristeza y su voluntad de permanecer en Dinamarca.
?Qu¨¦ opina de la oferta del primer ministro Benjamin Netanyahu a los jud¨ªos de Europa para trasladarse a Israel? ¡°Est¨¢ bien quiz¨¢s para otras personas. Desde luego no para m¨ª¡±, responde. ¡°Fue una respuesta equivocada en un momento equivocado¡±, a?ade el rabino Melchior. Los trabajadores del centro jud¨ªo est¨¢n desbordados. ¡°Entre las llamadas de miembros de nuestra comunidad preocupados por su seguridad y la de sus hijos y los mensajes de solidaridad que recibimos de todo el pa¨ªs no tenemos un minuto para atender a la prensa¡±, se disculpa una trabajadora.
La comunidad hebrea, que lleg¨® a Dinamarca en el siglo XVII procedente de Alemania, est¨¢ formada hoy por unas 6.000 o 7.000 personas, de las que 2.500 pertenecen a la Sociedad Jud¨ªa que preside Dan Rosenberg Asmussen. ¡°Aqu¨ª no hay antisemitismo. Y tenemos una relaci¨®n bastante buena con la comunidad musulmana¡±, se?ala este hombre vestido de negro, cuya cara desvela la seriedad de la situaci¨®n.
¡°No, no creo que este momento marque un antes y un despu¨¦s. Espero que sea una llamada de alerta para toda la sociedad danesa¡±, responde Asmussen. Sus ra¨ªces de Egipto y de Polonia muestran la diversidad de procedencias de los jud¨ªos en este pa¨ªs, que recuerda orgulloso c¨®mo en octubre de 1943 la resistencia antinazi libr¨® de una muerte casi segura a la gran mayor¨ªa de jud¨ªos daneses evacu¨¢ndolos por mar a la vecina Suecia. ¡°Desde entonces, esta comunidad se ha integrado perfectamente en la cultura del pa¨ªs¡±, se?ala el libro Despu¨¦s del rescate, de Andrew Buckser.
La aliyah o emigraci¨®n a Israel tiene cada vez m¨¢s ¨¦xito entre los jud¨ªos de Francia: pas¨® de 3.400 en 2013 a m¨¢s de 7.000 el a?o pasado. La situaci¨®n en Dinamarca es muy distinta. Aqu¨ª solo 12 abandonaron el pa¨ªs en 2014; y 17 lo hicieron el a?o anterior. ¡°Los que se van no lo hacen por motivos de seguridad, sino m¨¢s por cuestiones de identidad¡±, se?ala Asmussen. Casi todos prefieren quedarse en un pa¨ªs que a¨²n goza de un generoso Estado de bienestar y una situaci¨®n econ¨®mica desahogada. ¡°Puede que yo sea muy sensible. Pero s¨ª veo algo de antisemitismo en ciertas opiniones sobre el conflicto de Oriente Pr¨®ximo¡±, dice en medio de la g¨¦lida ma?ana de Copenhague Birthe Kroll, una jubilada nacida en 1941 cuya familia lleg¨® a Dinamarca huyendo del nazismo.
Gran parte de los consultados destaca las palabras de la primera ministra tras el doble atentado. ¡°No ser¨ªamos los mimos sin los jud¨ªos daneses¡±, dijo Helle Thorning-Schmidt. ¡°No soy una gran fan suya. Pero ese d¨ªa se comport¨® como una verdadera mujer de Estado¡±, concluye Kroll.
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