¡°La sociedad carioca ha sido tolerante con el crimen¡±
El jefe de seguridad del Estado de R¨ªo de Janeiro defiende su labor ante el incremento de la violencia y las cr¨ªticas por abusos policiales
En el despacho de Jos¨¦ Mariano Beltrame, comisario de 57 a?os y m¨¢ximo responsable de seguridad del Estado de R¨ªo, se palpa el estr¨¦s. Son las nueve de la ma?ana y algunos asistentes reaccionan con sorpresa a las cifras que publican los diarios digitales: ¡°16 balas perdidas [donde ha habido muertos o heridos] en diez d¨ªas¡±, ¡°Aumentan a veinte las balas perdidas en R¨ªo¡±¡ La ciudad se aproxima al p¨¢nico.
Pregunta. Lleva meses reclamando medidas nacionales, y no solo para R¨ªo, sobre seguridad. ?Por qu¨¦?
Respuesta. En R¨ªo tenemos problemas de seguridad p¨²blica que se agravan cuando los grupos criminales se hacen con armas venidas de Paraguay. En cuanto las reciben, empiezan a dispararse entre s¨ª. Tambi¨¦n tenemos memoria traum¨¢tica: en cuanto alguien oye un tiro o una estampida, piensa que la seguridad es un fracaso. La historia de R¨ªo es muy dura. Los delincuentes minan el proceso de pacificaci¨®n con sus disparos: la gente los oye y vuelve al a?o 2000. En el pasado hemos sido permisivos en ceder el control de algunas zonas, incluso en el poder pol¨ªtico. Hemos detenido a parlamentarios, a concejales, que se corromp¨ªan en las milicias [grupos paramilitares]. La sociedad carioca ha sido tolerante con el crimen. El Estado ha sido permisivo y la sociedad tolerante.
P. ?Es duro dirigir a una polic¨ªa tan poco querida y criticada por sus atropellos?
R. Hist¨®ricamente, en Brasil, las polic¨ªas han sido usadas para reprimir; y la polic¨ªa ha quedado manchada. No se quiso afrontar en la Constituci¨®n, y las competencias quedaron en manos de los Estados. Nuestra Constituci¨®n es muy buena, pero la pol¨ªtica de dejarlo para despu¨¦s ha producido, 28 a?os despu¨¦s, resultados que est¨¢n a la vista de todos. El problema no es solo de aqu¨ª. Pero sucede que la capital de Brasil es R¨ªo, no Brasilia. Las cosas pasan aqu¨ª, y tienen repercusiones. S?o Paulo vive tambi¨¦n d¨ªas preocupantes. Mi queja no es por R¨ªo; es una alerta nacional.
En Par¨ªs, Nueva York y Madrid tambi¨¦n se venden drogas, pero no se mata
P. ?Y el control de fronteras?
R. No tenemos tradici¨®n en esto, pero si las instituciones no se sientan a hablar, sin ideolog¨ªa, partidismo, poder y vanidad, vamos a estar siempre deteniendo a 2.000 personas al mes. Nunca se invirti¨® en seguridad, porque no daba votos. Hoy da. La polic¨ªa es el elemento m¨¢s fr¨¢gil, por su historia. La Constituci¨®n no incluye otros actores cuando habla de seguridad. Fue un error. Y otro error es que esa pol¨ªtica de seguridad p¨²blica no ha sido desarrollada reglamentariamente en tres d¨¦cadas. Ese abandono de la polic¨ªa es lo que ha tra¨ªdo esta situaci¨®n. Hay casos espeluznantes todos los d¨ªas, en casi todos los Estados. ?Todo es culpa de la polic¨ªa? Yo hablo con tranquilidad, porque nuestros resultados operativos son muy buenos. Hemos detenido a 4.410 personas en 60 d¨ªas.
P. ?Eso es positivo?
R. No puede ser un indicador bueno, pero demuestra que trabajamos. Ahora bien: ?eso lo resuelve?
P. Aparentemente no...
R. Aparentemente no.
P. Las balas perdidas han subido...
R. Han aumentado de un mes a otro, pero no en la serie hist¨®rica. Es un pico. La seguridad en R¨ªo de Janeiro es un paciente en un estado de fiebre permanente. Tiene picos altos y bajos.
P. ?Tiene soluci¨®n?
R. Seguridad p¨²blica no es sin¨®nimo de polic¨ªa. Es un concepto mucho mayor. ?Qu¨¦ hacemos para apartar a los j¨®venes del tr¨¢fico? Si no hacemos algo, volveremos a 2006, con 41 muertos por cada 100.000 habitantes. No tenemos pol¨ªticas de menores, para el crack, control de fronteras... Entran armas, drogas¡ Un tercio del territorio es selva, tenemos 9.000 kil¨®metros de mar¡ R¨ªo es un gran consumidor de drogas, pero hay mucho tr¨¢fico porque existen v¨ªnculos estrechos con los pa¨ªses responsables del 85% de la producci¨®n mundial de coca¨ªna: Bolivia, Colombia¡ El gran problema es que las armas de fuego se han diseminado por el pa¨ªs. En Par¨ªs, Nueva York y Madrid tambi¨¦n se venden drogas, pero no se mata. Aqu¨ª puede haber una bala perdida o un muerto por un cigarrillo de marihuana. Creo que la droga es una lucha ut¨®pica. El problema son las armas.
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