Contra la ayuda de Washington a Centroam¨¦rica
La soluci¨®n que ha planteado el presidente Barack Obama es tirarle dinero al problema
La crisis de los ni?os migrantes el verano pasado sirvi¨® para volcar la atenci¨®n de Estados Unidos hacia la precaria situaci¨®n que viven los pa¨ªses del Tri¨¢ngulo Norte centroamericano: Guatemala, El Salvador y Honduras. Lamentablemente, la soluci¨®n que ha planteado la administraci¨®n de Barack Obama es la t¨ªpica de Washington: tirarle dinero al problema.
El vicepresidente estadounidense Joe Biden deline¨® en el New York Times la propuesta de su gobierno de brindar a dichas naciones mil millones de d¨®lares en asistencia financiera, con el fin de promover el desarrollo econ¨®mico y combatir sus altos niveles de violencia. Biden incluso se?al¨® que este programa bien podr¨ªa dar paso a ¡°la pr¨®xima historia de ¨¦xito en el Hemisferio Occidental¡±.
Los retos que estas naciones enfrentan en materia econ¨®mica y de seguridad se encuentran entre los m¨¢s graves de las Am¨¦ricas y, en algunos casos, Washington ha desempe?ado un papel decisivo en crearlos. Sin embargo, la evidencia emp¨ªrica muestra que, cuando se brinda ayuda externa a pa¨ªses con serios problemas institucionales, estos pueden agravarse.
La evidencia emp¨ªrica muestra que cuando se brinda ayuda externa a pa¨ªses con problemas institucionales, estos pueden agravarse
Seg¨²n el Estudio Mundial sobre el Homicidio de las Naciones Unidas de 2013, Honduras, El Salvador y Guatemala se ubicaban primero, cuarto y quinto, respectivamente, en el listado mundial de tasas de homicidios por cada 100.000 habitantes. El vecino Belice estaba de tercero, convirtiendo as¨ª al Tri¨¢ngulo del Norte en la regi¨®n m¨¢s violenta del planeta. Las autoridades centroamericanas achacan los altos niveles de criminalidad a las pandillas conocidas como maras. El dr¨¢stico colapso en los homicidios que experiment¨® El Salvador tras la tregua que alcanzaron sus maras en marzo de 2012, y su subsecuente salto despu¨¦s de que esta se desmoronara, parece confirmar esta tesis.
El fen¨®meno de las maras constituye uno de los problemas sociales m¨¢s complejos en el Hemisferio Occidental. Los esfuerzos de varios gobiernos centroamericanos por enfrentar el flagelo mediante pol¨ªticas de ¡°mano dura¡± no dieron resultado. Incluso, la decisi¨®n del expresidente salvadore?o Mauricio Funes de utilizar el ej¨¦rcito para patrullar las calles fue contraproducente: las maras, de hecho, infiltraron a las fuerzas armadas y estar¨ªan recibiendo armas de su arsenal.
Un enfoque diferente ve a las pandillas como hijos de la pobreza y sugiere que, en lugar de combatirlas con plomo, los gobiernos centroamericanos deber¨ªan debilitarlas construyendo escuelas, generando empleos y ofreciendo programas comunales. Si bien es cierto que la pobreza juega un papel en la proliferaci¨®n de estas pandillas, es dif¨ªcil verla como la principal causa. Nicaragua padece un nivel de miseria mayor que estos tres pa¨ªses ¡ªadem¨¢s de tambi¨¦n haber tenido una guerra civil en los ochenta¡ª y aun as¨ª no cuenta con maras.
El Tri¨¢ngulo Norte de Centroam¨¦rica es la regi¨®n m¨¢s violenta del planeta
La propuesta de la administraci¨®n Obama no explica c¨®mo la ayuda a los gobiernos centroamericanos contribuir¨ªa a resolver este problema, m¨¢s aun cuando no se han articulado nuevas pol¨ªticas para enfrentarlo. Y, hasta tanto estos pa¨ªses se encuentren entre los m¨¢s violentos del mundo, es dif¨ªcil avizorar un escenario en el que puedan prosperar.
Que el Gobierno de Obama establezca un paralelo entre el Plan Colombia y su propuesta para Centroam¨¦rica levanta m¨¢s sospechas. El Plan Colombia fue dise?ado para combatir la producci¨®n de coca y la insurgencia marxista detr¨¢s del negocio. La realidad centroamericana es muy diferente de la colombiana de hace 15 a?os. Ninguno de los pa¨ªses de la regi¨®n enfrenta una guerrilla. En cambio, el principal reto de seguridad son las ya mencionadas maras, por lo que la ayuda militar ¡ªque represent¨® aproximadamente 82% del Plan Colombia¡ª ser¨ªa de poco uso en el contexto centroamericano.
El narcotr¨¢fico exacerba los problemas institucionales de estos pa¨ªses
La regi¨®n s¨ª cuenta con un serio problema de crimen organizado debido a la infiltraci¨®n del narcotr¨¢fico. Pero aun con la prometida ayuda estadounidense, estos gobiernos se quedan cortos frente al poder¨ªo de los carteles. En 2014, Guatemala, El Salvador y Honduras gastaron juntos aproximadamente 2.600 millones de d¨®lares en sus aparatos de justicia y seguridad. De acuerdo con un reporte del Departamento de Justicia estadounidense, los carteles tendr¨ªan ingresos anuales de hasta 39.000 millones de d¨®lares.
Es dif¨ªcil estimar con precisi¨®n el impacto que la guerra contra las drogas tiene sobre el nivel de violencia en Centroam¨¦rica, pero es claro que el narcotr¨¢fico exacerba los serios problemas institucionales de estos pa¨ªses. Si Washington quisiera enfrentar de ra¨ªz las causas de inestabilidad en la regi¨®n, prestar¨ªa atenci¨®n al llamado del presidente guatemalteco Otto P¨¦rez Molina de legalizar las drogas como mecanismo para enfrentar a los carteles.
Tampoco podemos esperar que estas naciones implementen reformas a cambio de la ayuda, como lo sugiere Biden. Despu¨¦s de todo, durante casi una d¨¦cada, El Salvador y Honduras han recibido cientos de millones de d¨®lares en asistencia de la Corporaci¨®n Reto del Milenio por supuestamente cumplir metas contra la corrupci¨®n y en mejora de la institucionalidad. Durante este lapso, las calificaciones de estos pa¨ªses en el apartado de ¡°Estado de Derecho¡± en los Indicadores Mundiales de Gobernanza del Banco Mundial m¨¢s bien cayeron. El ?ndice de Percepci¨®n de la Corrupci¨®n de Transparencia Internacional refleja un panorama igualmente magro: El Salvador se encuentra en la posici¨®n 80 (de 175 naciones), Guatemala en la 115 y Honduras en la 126.
En el mejor escenario, la propuesta de Washington es un desperdicio de dinero. En el peor, dar mil millones a gobiernos con l¨²gubres historiales de transparencia y derechos humanos empoderar¨¢ a pol¨ªticos corruptos en detrimento de los centroamericanos a los que se pretende ayudar.
Juan Carlos Hidalgo es analista de pol¨ªticas p¨²blicas sobre Am¨¦rica Latina en el Centro para la Libertad y Prosperidad Global del Cato Institute en Washington, DC. Twitter: @jchidalgo
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