Ed Miliband contra la historia
El l¨ªder laborista al que todos subestiman pas¨® por encima de su propio hermano para lograr su meta
Es el l¨ªder de la oposici¨®n peor valorado de la historia. Nunca nadie ha llegado al 10 de Downing Street siendo considerado por los votantes peor que el primer ministro tanto en capacidad de liderazgo como en competencia para gestionar la econom¨ªa. Cae mal. La gente no le perdona el haber arrebatado a su propio hermano el liderazgo del partido en 2010. El 41% de los brit¨¢nicos, en una encuesta reciente, escoge la palabra ¡°raro¡± para describirlo. El mundo le conoce, principalmente, por sus histri¨®nicas muecas mientras devora un s¨¢ndwich de beicon en unas fotos que el a?o pasado se convirtieron en virales. No convence al electorado tradicional laborista ni seduce a nuevos perfiles de votantes. Los empresarios le temen. Se sabe que miembros de su propio partido maniobraron en la sombra para desbancarlo apenas seis meses antes de las elecciones. Y aun as¨ª, hoy por hoy, Ed Miliband es la persona que m¨¢s posibilidades tiene de convertirse en primer ministro de Reino Unido.
Nada est¨¢ claro para las elecciones generales del 7 de mayo, salvo que de ellas saldr¨¢ el Parlamento m¨¢s fragmentado que se recuerda. Pero hasta los analistas m¨¢s pr¨®ximos a la derecha ven un Gobierno liderado por Ed Miliband como resultado m¨¢s probable. La raz¨®n, sin menospreciar las impopulares pol¨ªticas de austeridad de Cameron, est¨¢ en esa atomizaci¨®n del voto.
Lo explica Rob Hayward, exdiputado conservador y analista pol¨ªtico experto en el juego electoral, a quien se atribuye el haber identificado al llamado ¡°hombre de la autopista¡± como el factor clave de las elecciones de 2010. ¡°Debido a nuestro sistema electoral¡±, asegura, ¡°que da m¨¢s peso a determinadas ¨¢reas geogr¨¢ficas, podr¨ªa suceder que los laboristas logren m¨¢s esca?os aunque los conservadores obtengan m¨¢s votos. Y aun en el caso de que est¨¦n casi empatados a esca?os, la oportunidad de conseguir apoyos para un Gobierno en minor¨ªa es mayor para Miliband, que podr¨ªa contar con los nacionalistas escoceses y los de Irlanda del Norte. Si las elecciones fueran hoy, lo m¨¢s probable es que ¨¦l fuera primer ministro. Pero todo puede cambiar¡±.
Lawson: ¡°Ha sobrevivido siendo el l¨ªder m¨¢s impopular y eso demuestra su gran virtud: una enorme resistencia¡±
Muchas cosas se han modificado, pero hay una que ha permanecido inmutable: la confianza de Ed Miliband en sus propias posibilidades. Tambi¨¦n la tuvo en la batalla por el liderazgo con su hermano y, entonces, gan¨®.
Los hermanos Miliband estudiaron en el mismo colegio p¨²blico del norte de Londres y luego, en Oxford, la misma licenciatura combinada de Filosof¨ªa, Pol¨ªticas y Econ¨®micas. Los dos empezaron a trabajar en la trastienda del Ejecutivo de Blair y, cuando Gordon Brown lleg¨® al poder en 2007, los reclut¨® para su Gobierno. David, el mayor, fue ministro de Exteriores, y Ed, el peque?o, desempe?¨® labores menos visibles y luego llev¨® la cartera de Energ¨ªa y Cambio Clim¨¢tico. Era la primera vez que dos hermanos trabajaban juntos en un Gobierno desde 1938. Ah¨ª acababan las coincidencias. David era un hombre de Blair, y Ed, de Brown.
Al peque?o de los Miliband se le encarg¨® la redacci¨®n del programa laborista para las siguientes elecciones. Cuando se abri¨® la carrera por la sucesi¨®n de Brown, el candidato claro era David. Pero, aliado con los poderosos sindicatos, con quienes se hab¨ªa reunido en numerosas ocasiones para la redacci¨®n del programa, Ed lanz¨® una inesperada candidatura que acab¨®, contra pron¨®stico, venciendo. ¡°Ed habla humano¡±, rezaban los pasquines que le vend¨ªan como alguien m¨¢s cercano al pueblo llano que su altivo hermano mayor. El hombre llamado a romper con el nuevo laborismo y trazar el camino por el que discurrir¨ªa el partido en el futuro.
Ed defiende la decisi¨®n de enfrentarse a su hermano en t¨¦rminos de compromiso ideol¨®gico, algo que en su caso est¨¢ por encima incluso de los lazos familiares. La pol¨ªtica, de eso no cabe duda, fue un pilar de la casa de los Miliband.
Su padre, Ralph, era un acad¨¦mico marxista belga y su madre, Marion, una activista pro derechos humanos polaca. Siempre se ha destacado la influencia paterna en el peque?o de sus dos hijos, nacido en 1969. Pero en una reciente entrevista en Financial Times, Ed Miliband aseguraba que su padre se sentir¨ªa defraudado por la escala de las ambiciones de su hijo. ¡°Nosotros hablamos de c¨®mo reformar el capitalismo¡±, dec¨ªa el l¨ªder laborista, ¡°no de abolirlo como hubiera querido pap¨¢¡±. Miliband se define como un ¡°jud¨ªo ateo¡±. Como dijo en un emotivo discurso reciente, descubrir que su abuelo materno muri¨® en un campo de concentraci¨®n nazi le convenci¨® de que, para su familia, la pol¨ªtica era ¡°una cuesti¨®n de vida o muerte¡±.
Hoy Ed vive en una casa de cinco pisos en Dartmouth Park, al norte de Londres, con su mujer ¡ªJustine, una abogada medioambientalista a quien conoci¨® en 2002¡ª y sus dos hijos, Daniel y Sam. Su familia es acaso su ¨²nico anclaje con el mundo fuera de la pol¨ªtica, una actividad que parece copar la mayor parte del tiempo de Miliband, devorador de tertulias e informaci¨®n pol¨ªtica.
Quienes les tratan de cerca aseguran que no cultivan una rica vida social. Son m¨¢s de s¨¢ndwiches que de restaurantes de moda, y apenas tocan el alcohol. Un antiguo colaborador relataba a Financial Times c¨®mo, durante una cena en casa de los Miliband, se le sirvi¨® una ¨ªnfima dosis de vino de una botella medio vac¨ªa. ¡°Fue como recibir la comuni¨®n¡±, bromeaba el invitado.
Pol¨ªticamente est¨¢ acostumbrado a que nadie tome en serio su potencial. Una actitud que, a 70 d¨ªas de las elecciones, quiz¨¢ vaya siendo hora de que se revise. Al fin y al cabo, pocos hubieran cre¨ªdo hace cinco a?os que el laborismo iba a acariciar hoy las puertas de Downing Street. ¡°La gente le ha subestimado siempre, incluso su propio hermano le subestim¨®¡±, opina Neal Lawson, presidente del grupo de presi¨®n Compass, cercano al laborismo. ¡°Digamos que es una persona f¨¢cil de subestimar. Nadie crey¨® que fuera a sobrevivir cinco a?os. Pero ¨¦l cree en s¨ª mismo y eso le puede hacer muy poderoso¡±.
Lawson considera que Miliband ha fracasado en la labor que se le encomend¨® de trazar el camino para el partido despu¨¦s del nuevo laborismo. ¡°Est¨¢ en una situaci¨®n muy endeble, ya que gan¨® las elecciones a su hermano por muy poco. En estos cinco a?os no se ha esforzado por construir una base para ¨¦l en el partido, y eso es un error, como ya le he dicho en alguna ocasi¨®n¡±.
Pero el l¨ªder laborista tiene, seg¨²n Lawson, importantes cualidades. ¡°Ha sobrevivido siendo el l¨ªder m¨¢s cuestionado y m¨¢s impopular y eso demuestra su principal virtud: una enorme capacidad de resistencia y de confianza en s¨ª mismo. Cualquier otro se habr¨ªa rendido. En segundo lugar, creo que ha acertado al elegir algunos asuntos clave y defenderlos a muerte: su batalla contra Murdoch, los precios de la energ¨ªa y, m¨¢s recientemente, la evasi¨®n de impuestos y el trabajo fuera del Parlamento de los diputados¡±.
Los analistas coinciden en hablar de la estrategia del 35%. Ese es el supuesto peso de la izquierda en Reino Unido, y a ese electorado se dirige Miliband. Si retiene a ese segmento de la poblaci¨®n, ganar¨¢. Su receta: combatir la desigualdad y los excesos del capitalismo. Nada de concesiones que puedan seducir a los votantes m¨¢s centristas, a costa de ahuyentar a ese n¨²cleo duro hacia nuevas opciones como los resucitados Verdes o los eur¨®fobos de UKIP.
Los conservadores quieren reproducir en esta campa?a la de 1992, que plante¨® una dicotom¨ªa entre dos modelos econ¨®micos, y que le vali¨® a John Major m¨¢s votos de los que nunca ha logrado ning¨²n otro primer ministro. Neil Kinnock, su contrincante laborista, era tambi¨¦n un l¨ªder d¨¦bil e impopular. Pero Chris Patten, el veterano tory que dirigi¨® aquella triunfal campa?a, ha advertido a Cameron y su equipo de que no se conf¨ªen. Miliband es una persona ¡°muy inteligente¡± a quien har¨ªan mal en subestimar. Las cuentas, de momento, est¨¢n de su parte. Y su consideraci¨®n es tan baja que no puede hacer otra cosa que subir.?
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