Obama refuerza la presi¨®n a Netanyahu tras la reelecci¨®n
La Casa Blanca esgrime la posibilidad de aislar a Israel en la ONU
"?Qui¨¦n demonios se ha cre¨ªdo que es?", dijo en 1996 el presidente Bill Clinton tras su primera reuni¨®n con el primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu. Clinton quer¨ªa hablar de la paz entre israel¨ªes y palestinos; Netanyahu le imparti¨® una lecci¨®n sobre la historia del conflicto.
Seis a?os antes, James Baker, el secretario de Estado del presidente George Bush padre, prohibi¨® a Netanyahu, entonces un alto cargo en el ministerio de Exteriores israel¨ª, entrar en la sede del Departamento de Estado. Los ataques de Netanyahu a la pol¨ªtica de EE UU le convirtieron en persona non grata.
La historia de desencuentros entre los l¨ªderes de EE UU y el primer ministro israel¨ª es larga y rica en desavenencias. Pero pocas veces la tensi¨®n hab¨ªa alcanzado los niveles de esta semana.
El martes, el conservador Netanyahu gan¨® las elecciones en Israel. El mi¨¦rcoles, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, le reproch¨® su ret¨®rica hostil a los ¨¢rabes israel¨ªes. Y el jueves, el mismo portavoz esgrimi¨® la posibilidad de retirar a Israel el apoyo incondicional en la ONU.
Elliott Abrams: "
Elliott Abrams, especialista en Oriente Pr¨®ximo del Consejo de Relaciones Exteriores, asesor¨® a George W. Bush durante los a?os de la guerra de Irak. Es uno de los miembros m¨¢s destacados del movimiento neoconservador. El viernes respondi¨® por tel¨¦fono a unas preguntas sobre las recientes tensiones entre Estados Unidos e Israel.
El argumento de la Administraci¨®n Obama es que, puesto que durante la campa?a Netanyahu dijo que se opon¨ªa a la creaci¨®n de un Estado palestino, quiz¨¢ deje de tener sentido que EE UU impida las iniciativas para reconocer el nuevo Estado en la ONU. Netanyahu se retract¨® dos d¨ªas despu¨¦s de las elecciones.
La amenaza ¡ªimaginarse al aliado m¨¢s s¨®lido y duradero de Israel, participando en su aislamiento diplom¨¢tico¡ª es ins¨®lita. Como lo fue el discurso de Netanyahu ante el Congreso de EE UU, en marzo, orquestado a espaldas del presidente Barack Obama y destinado a torpedear las negociaciones con Ir¨¢n por el programa nuclear de este pa¨ªs.
"Lo diferente esta vez, creo, es el grado de odio personal, y no creo que sea una palabra demasiado dura, que esta administraci¨®n siente hacia Netanyahu", dice por tel¨¦fono Elliott Abrams, destacado neoconservador, asesor de George Bush hijo durante su presidencia y adscrito al laboratorio de ideas Consejo de Relaciones Exteriores.
Abrams recuerda que, cuando trabajaba con Bush, la invasi¨®n de Irak propici¨® un episodio similar con el presidente franc¨¦s Jacques Chirac. La relaci¨®n entre Bush y Chirac era p¨¦sima. Pero la Casa Blanca aisl¨® el problema y, por medio de otros canales, logr¨® que no interfiriera en las relaciones entre ambos Estados. Algo similar, dice, sucedi¨® con la Espa?a de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero tras la retirada de las tropas espa?olas de Irak, en 2004.
"Ahora la Casa Blanca no parece querer esto. Parece perfectamente contenta con una relaci¨®n muy mala", dice Abrams.
Stephen Walt: ¡°El problema es la pol¨ªtica, no las personalidades¡±
Walt es profesor de relaciones internacionales en la Harvard Kennedy School y coautor, con John Mearsheimer, de El lobby de Israel y la pol¨ªtica exterior de EE UU, un libro sobre la influencia de los grupos de presi¨®n proisrael¨ªes en la diplomacia estadounidense.
Stephen Walt, profesor en Harvard y coautor del ensayo El lobby de Israel y la pol¨ªtica exterior de EE UU, sostiene que las tensiones no son solo por la antipat¨ªa entre ambos l¨ªderes.
"Est¨¢ claro que Obama y Netanyahu no se respetan demasiado, pero el problema real es la pol¨ªtica, no las personalidades", dice en un correo. Walt cita dos diferencias. La primera: EE UU ¡ªno s¨®lo Obama¡ª cree en una soluci¨®n de dos Estados ¡ªIsrael y Palestina¡ª para resolver el conflicto; Netanyahu, no. Y segunda: Obama quiere un acuerdo con Ir¨¢n; Netanyahu ¡ªy la mayor¨ªa republicana en el Congreso de EE UU¡ª se opone.
Desde posiciones contrarias, Walt y Abrams citan como antecedente en las tensiones bilaterales la crisis de Suez en 1956, cuando Israel, Francia y Reino Unido atacaron Egipto sin avisar a EE UU. Walt cita otro antecedente m¨¢s reciente: en 1992, la primera Administraci¨®n Bush suspendi¨® las garant¨ªas a los pr¨¦stamos a Israel por la negativa de este pa¨ªs a parar la construcci¨®n de asentamientos en los territorios ocupados.
La alianza militar y de seguridad no peligra. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, ning¨²n pa¨ªs ha recibido tanta ayuda de EE UU como Israel: 121.000 millones de d¨®lares. Y esto no variar¨¢: aunque el presidente lo quisiera, no podr¨ªa, porque es competencia del Congreso.
La Casa Blanca puede actuar en otros ¨¢mbitos. Estudia, por ejemplo, medidas como una resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de la ONU para crear un Estado palestino o abstenerse ante resoluciones de condena a Israel. Obama conf¨ªa en que la sola menci¨®n de estas posibilidades modere a Netanyahu.
"El choque de intereses es cada vez m¨¢s aparente y el comportamiento de Israel hace que sea m¨¢s dif¨ªcil defenderlo para las personas que le apoyan en EE UU", dice Walt. "El apoyo de EE UU no desaparecer¨¢ de la noche a la ma?ana, pero probablemente hayamos dejado atr¨¢s el momento culminante en la amistad entre EE UU e Israel".
Decisiones de veto
Estados Unidos es el miembro del Consejo de Seguridad de la ONU que m¨¢s a menudo ha ejercido su derecho a veto. Lo ha hecho en 79 ocasiones frente a las 10 de China.
En 41 ocasiones, la resoluci¨®n vetada por EE UU estaba relacionada con Israel. Washington us¨® el veto por ¨²ltima vez en febrero de 2011 respecto a un texto que consideraba ilegales los asentamientos construidos desde 1967 por Israel.
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