El enviado de la ONU alerta de que Yemen camina hacia la guerra civil
El avance Huthi inquieta a los pa¨ªses que apoyan a un presidente sin poder
Las espadas siguen en alto en Yemen. Ni el llamamiento del Consejo de Seguridad en la madrugada del lunes, ni las protestas locales, est¨¢n sirviendo para frenar el avance Huthi. Jamal Benomar, el enviado especial de la ONU, ha alertado de que el pa¨ªs se encamina a la guerra civil. No es la primera vez que los yemen¨ªes oyen esa advertencia. Pero en esta ocasi¨®n, sin Gobierno, con la capital tomada por los rebeldes, el presidente atrincherado en el sur, las fuerzas de seguridad divididas y el Estado Isl¨¢mico (EI) aprovechando el vac¨ªo de poder, una fractura al estilo libio adquiere tintes de realidad.
¡°Es ilusorio pensar que los Huthi vayan a tener ¨¦xito en tomar el control de todo el pa¨ªs. Es igualmente err¨®neo pensar que el presidente [Abdrabbo Mansur] Hadi pueda reunir suficientes fuerzas para liberar el pa¨ªs de los Huthi¡±, manifest¨® Benomar durante su intervenci¨®n ante la reuni¨®n extraordinaria del Consejo de Seguridad.
En su opini¨®n, si cualquiera de ellos lo intenta, s¨®lo llevar¨¢ al pa¨ªs a ¡°una guerra civil¡±, del tenor de las que se est¨¢n viviendo en Irak, Libia o Siria. Al t¨¦rmino de la cita, los 15 miembros del Consejo de Seguridad reafirmaron su apoyo al ¡°presidente leg¨ªtimo¡± y la necesidad de preservar ¡°la unidad¡± de Yemen.
El problema es que Hadi apenas cuenta con una parte del Ej¨¦rcito, carece de milicia propia y tiene escasa base popular, ni en el sur del pa¨ªs de donde es originario y ha encontrado refugio a ra¨ªz del pulso con los Huthi, ni mucho menos en el norte. Sus ¨²nicos respaldos vienen de quienes se oponen al avance de ese grupo, sobre todo entre los vecinos de Yemen. El ministro de Exteriores saud¨ª, el pr¨ªncipe Saud al Faisal, ha asegurado este lunes que si no se alcanza una soluci¨®n pac¨ªfica, los pa¨ªses ¨¢rabes ¡°tomar¨¢n las medidas necesarias¡± contra lo que Riad considera una agresi¨®n orquestada por Ir¨¢n.
Es cierto como se?ala Benomar que los milicianos de Ansarullah (nombre del grupo rebelde conocido como Huthi por el clan que lo lidera) tambi¨¦n carecen de capacidad militar suficiente. Incluso si suman los 100.000 hombres en armas que estiman los analistas, se trata de en su mayor parte de aldeanos de las monta?as del norte armados con viejos Kalashnikov. Pero tienen la ayuda, m¨¢s profesional, de los fieles al expresidente Ali Abdal¨¢ Saleh en las distintas fuerzas de seguridad.
El pa¨ªs carece de esqueleto que lo sustente¡±, describe un analista
Saleh, que gobern¨® de 1978 a 2012, ha hecho causa com¨²n con esos rebeldes a los que combati¨® durante la d¨¦cada pasada. Aunque no ha explicado ese giro, conviene recordar que s¨®lo cedi¨® el poder ante la enorme presi¨®n internacional y presuntas garant¨ªas para ¨¦l y su familia, que ha ido perdiendo. Hadi, a quien ¨¦l hab¨ªa nombrado vicepresidente, relev¨® a su hijo, Ahmed, y a sus dos sobrinos al frente de las principales fuerzas de seguridad, y el a?o pasado una resoluci¨®n de la ONU abri¨® la posibilidad a sancionarle.
¡°Yemen es como un invertebrado al que le piden que se ponga de pie, pero carece de esqueleto que lo sustente¡±, describe gr¨¢ficamente el diplom¨¢tico y analista yemen¨ª Mustapha Noman.
Con su ya de por s¨ª fr¨¢gil econom¨ªa completamente paralizada y la ayuda financiera saud¨ª suspendida tras la toma del poder por los Huthi, dos tercios de los 24 millones de habitantes requieren asistencia, seg¨²n la propia ONU. A esa situaci¨®n al l¨ªmite (10 millones no tienen suficiente comida y 850.000 ni?os est¨¢n severamente desnutridos) se suma ahora el creciente peligro de atentados a medida que el conflicto adquiere tintes sectarios.
Yemen, que hasta la revoluci¨®n de 1962 fue un imamato zayd¨ª, siempre ha tenido muchos problemas, pero la convivencia entre la minor¨ªa de esa rama del islam chi¨ª y la mayor¨ªa sun¨ª no era uno de ellos. Ahora la afiliaci¨®n chi¨ª zayd¨ª de los Huthi, que empezaron como un movimiento evangelizador y se han convertido en una poderosa milicia, est¨¢ sirviendo de coartada para otros intereses.
Por un lado, Arabia Saud¨ª, pa¨ªs que tradicionalmente ha tutelado la pol¨ªtica yemen¨ª y que comparte 1.500 kil¨®metros de frontera, ve a los Huthi como un instrumento de Ir¨¢n y de su vieja aspiraci¨®n de extender la revoluci¨®n isl¨¢mica. Aunque Teher¨¢n dice que s¨®lo proporciona apoyo moral y las acusaciones de que les env¨ªa de armas nunca se han probado, esos rebeldes miran a Ir¨¢n como modelo, muchos de sus simpatizantes han sido becados all¨ª en los ¨²ltimos a?os y los medios estatales les jalean.
Por otro, la rama local de Al Qaeda primero y ahora el EI, que el pasado viernes sorprendi¨® al responsabilizarse de los atentados de San¨¢ y este lunes se ha atribuido la muerte de 29 soldados en la provincia de Lahij, atacan a los Huthi para alentar el sectarismo. Algunas tribus sun¨ªes de Yemen ya han empezado a colaborar con esos extremistas violentos para frenar el avance rebelde.
El propio l¨ªder de Ansarullah, Abdel Malek al Huthi, ha utilizado esa amenaza como coartada para el llamamiento a la movilizaci¨®n general que lanz¨® el domingo. Sin embargo, su ret¨®rica antioccidental y su asociaci¨®n con Ir¨¢n impiden la colaboraci¨®n con EE UU y sus aliados frente a ese enemigo com¨²n que es el EI.
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