El error de Tsipras
El primer ministro ha mantenido con sus socios una absurda confrontaci¨®n
La Uni¨®n Europea, suele decirse, es un orden negociado. ?No es esto contradictorio? Un orden es algo estable y cerrado, mientras que una negociaci¨®n presupone algo abierto y en permanente cambio. ?C¨®mo puede ser algo una cosa y a la vez su contraria? La respuesta correcta es: ?y qu¨¦ importa? ?Qu¨¦ necesidad hay de lamentarse porque algo que funciona en la pr¨¢ctica no lo haga en la teor¨ªa?
La Uni¨®n Europea funciona mejor de lo que se dice, especialmente teniendo en cuenta que lo hace sin modelo ni referencias. Todo lo bueno que ha logrado la UE se lo debe a su enorme flexibilidad: una y otra vez desde los comienzos de este proyecto tan singular hemos visto a los l¨ªderes europeos, agotados tras d¨ªas y noches de negociaciones sin interrupci¨®n, estampar su firma en acuerdos que se supon¨ªan imposibles y que a decir de muchos supon¨ªan la cuadratura del c¨ªrculo.
As¨ª entr¨® Grecia en las (entonces) Comunidades Europeas: mediante un acto pol¨ªtico del Consejo Europeo, que creyendo imperativo apoyar el proceso de consolidaci¨®n democr¨¢tica tras el fin de la dictadura de los coroneles, pas¨® por encima del dictamen de la Comisi¨®n Europea, que en raz¨®n del p¨¦simo estado de la econom¨ªa griega hab¨ªa recomendado tomarse su adhesi¨®n con mucha, much¨ªsima calma. En aquella ocasi¨®n, como en tantas otras en la historia comunitaria, las reglas del juego se retorcieron por una raz¨®n pol¨ªtica superior y Grecia no s¨®lo entr¨® en la Uni¨®n a pesar de no cumplir los requisitos, sino que lo hizo cinco a?os antes que Espa?a y Portugal.
Buscar la raz¨®n pol¨ªtica superior que hiciera deseable la extensi¨®n y modificaci¨®n a favor de Grecia del programa de rescate deber¨ªa haber sido la primera tarea de Tsipras y su Gobierno. No era una tarea en absoluto dif¨ªcil pues su llegada al poder ha coincidido con un momento de rara unanimidad dentro de la Uni¨®n Europea en torno a los errores de dise?o del euro, los excesos de la pol¨ªtica de austeridad, las torpezas de la troika y el desproporcionado coste asumido por la ciudadan¨ªa griega.
Todo era viento en las velas para aliarse con un presidente de la Comisi¨®n con mala conciencia por su pasado y empe?ado en pol¨ªticas de est¨ªmulo, un presidente del Banco Central Europeo decidido a emprender una expansi¨®n monetaria sin precedentes sin importarle lo que dijera Alemania y unos Gobiernos en Par¨ªs, Roma y Madrid encantados de utilizar a Atenas para terminar de demoler los dogmas con los que Alemania asfixia el crecimiento econ¨®mico.
Cr¨¦anme, Tsipras lo ten¨ªa realmente f¨¢cil. Pero fuera por dogmatismo, mal asesoramiento o por perseguir otros fines, se ha empe?ado en una confrontaci¨®n absurda con sus socios. ?El resultado de este despilfarro de capital pol¨ªtico y moral? Que obtendr¨¢ la mitad de lo que hubiera podido lograr si hubiera actuado con inteligencia y flexibilidad, y al doble de precio. Una pena, sobre todo para los griegos.
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