C¨®mo la muerte del ni?o Jes¨²s hizo resucitar a las favelas de R¨ªo
Los j¨®venes amigos del peque?o Eduardo Jes¨²s saben muy bien que s¨®lo luchando para exigir la paz y la justicia se har¨¢ imposible la guerra
Los pobres en Brasil suelen poner a sus hijos varios nombres como un deseo inconsciente de un futuro m¨¢s pr¨®spero para ellos.
Una cruel y simb¨®lica coincidencia, como han hecho notar las redes sociales, hizo que entre los varios nombres del ni?o muerto en la favela de R¨ªo y el de sus padres figuren tres nombres emblem¨¢ticos del drama del cristianismo: el ni?o se llamaba Jes¨²s, el padre Jos¨¦, y la madre Mar¨ªa. Fue asesinado con un tiro en la cabeza en la puerta de su casa la v¨ªspera del Viernes de Pasi¨®n.
Para creyentes o no, la crucifixi¨®n hace m¨¢s de dos mil a?os del inocente Jes¨²s de Nazaret, la historia de aquella familia pobre y perseguida y el grito lanzado entonces de amor universal y de defensa de los m¨¢s d¨¦biles sigue siendo a¨²n hoy un aldabonazo en todo el mundo contra los cr¨ªmenes y atropellos del poder contra los indefensos.
Quiz¨¢s por ello, el inocente y nuevo crucificado, el peque?o Eduardo Jes¨²s y el coraje de su madre, una dom¨¦stica que trabajaba en la zona noble y rica de la ciudad y que enfrent¨® al polic¨ªa que mat¨® a su hijo, se est¨¢ convirtiendo en un arquetipo de la lucha contra la violencia perpetrada contra los m¨¢s d¨¦biles. En R¨ªo, el 80% de las muertes violentas tienen lugar en las favelas.
Una de las pancartas de protesta enarbolada por un grupo de j¨®venes de aquella comunidad pobre de Areal ten¨ªa dos palabras escritas a mano: "Queremos vivir", que era como decir: No queremos seguir muriendo. Dos palabras pre?adas de amenaza y esperanza juntas.
Esas comunidades estuvieron mudas por demasiado tiempo. ?Hoy anuncian que levantar¨¢n su voz porque el peque?o Jes¨²s los ha liberado del miedo
Dicen que el Jes¨²s cristiano resucit¨®. Lo que es seguro es que el peque?o crucificado de la favela sigue vivo. Con su sacrificio inocente est¨¢ ya creando un movimiento para resucitar a las favelas. Su sangre ha hecho tomar conciencia a los j¨®venes de las comunidades pobres de R¨ªo que s¨®lo se muere cuando se deja de luchar contra la tiran¨ªa. As¨ª, en otra pancarta escribieron: "La favela no se callar¨¢" ?No ser¨¢ el primer milagro de Eduardo Jes¨²s a qui¨¦n el sensible papa Francisco podr¨ªa proclamar como m¨¢rtir de las favelas?
Eduardo Jes¨²s, dicen en su comunidad, era un ni?o dulce y alegre, le gustaba estudiar, so?aba con futuro mejor que el de limpiar casas como su madre que de su salario iba ahorrando cada mes unos reales para pagarle el sue?o de frecuentar un curso de ingl¨¦s.
Era un hijo bueno que en el celular ensangrentado que ten¨ªa en las manos mientras lo mataron hab¨ªa escrito por WhatsApp: "Madre, yo te amo".
Encarando al polic¨ªa que hab¨ªa abierto la cabeza de su peque?o y que apunt¨® tambi¨¦n contra ella el arma con la que le hab¨ªa robado para siempre a su hijo, la madre de Jes¨²s, le dijo: "Puede matarme, porque ya ha acabado con mi vida".
No existe madre en el mundo que de alg¨²n modo no se sienta tambi¨¦n morir al perder un hijo. La ley de vida es que los hijos entierren a los padres. Lo contrario es s¨®lo cruel destino.
Sin embargo, no es cierto que Mar¨ªa de Jes¨²s haya muerto con su peque?o. Ella y todas las madres pobres de las comunidades violentas y abandonadas deber¨¢ seguir alimentando con su dolor y su rabia ese grito de los j¨®venes amigos de su hijo: "Queremos vivir".
El escritor brasile?o Zuenir Ventura, uno de los pioneros en el an¨¢lisis del drama de las favelas de R¨ªo, me dijo hace unos a?os en una entrevista que los j¨®venes de esas comunidades procuran vivir y divertirse a tope porque "presienten que morir¨¢n sin llegar a adultos".
Eduardo Jes¨²s era un ni?o dulce y alegre, le gustaba estudiar, so?aba con algo mejor que limpiar casas
Su madre no ha muerto con ¨¦l. No puede morir porque necesita seguir en pie para que tambi¨¦n su hijo siga vivo, para que la profec¨ªa de Zuenir Ventura se interrumpa y para que a partir del sacrificio de su hijo inocente, los j¨®venes de las favelas exijan del poder el derecho a seguir viviendo. Para que puedan divertirse y disfrutar de la vida sin el peso sobre el alma de saber que una bala perdida les persigue a cada instante.
Si los antiguos romanos dec¨ªan "Si quieres la paz prepara la guerra", los j¨®venes amigos del peque?o Eduardo Jes¨²s saben muy bien que es al rev¨¦s: s¨®lo luchando para exigir la paz y la justicia se har¨¢ imposible la guerra. Esa guerra que hoy sigue a¨²n mat¨¢ndoles, mientras una gran autoridad de R¨ªo tuvo el coraje de decir: "Eso, en las favelas, siempre fue as¨ª y peor".
Las palabras tambi¨¦n matan. A veces m¨¢s que las ametralladoras.
Pueden matar pero tambi¨¦n salvar, como las escritas por los j¨®venes en protesta por la muerte de Eduardo Jes¨²s: "La favela no se callar¨¢".
Por demasiado tiempo esas comunidades tuvieron que estar mudas. Hoy anuncian que levantar¨¢n su voz. Y lo har¨¢n ahora tambi¨¦n en nombre del peque?o Jes¨²s, que ha hecho el milagro de liberarles del miedo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.