Equilibrios cubanos en la Cumbre
Sin haber participado en las anteriores reuniones, La Habana ha sido protagonista en varias
El regreso de Cuba al di¨¢logo hemisf¨¦rico, participando en la VII Cumbre de las Am¨¦ricas junto a Estados Unidos, ha sido posible porque los dos hist¨®ricos contendientes han hecho de la necesidad virtud despu¨¦s de m¨¢s de medio siglo de enfrentamiento binacional. Barack Obama y Ra¨²l Castro se reunir¨¢n en Panam¨¢ porque a Cuba no le sobra tiempo para salir del subdesarrollo con cambios estructurales en todos los ¨¢mbitos, y porque el presidente norteamericano y su partido, el dem¨®crata, llegaron a la conclusi¨®n de que la convergencia con Am¨¦rica Latina obligaba a la normalizaci¨®n con la isla comunista.
Temiendo la creciente penetraci¨®n de China y Rusia en su patio trasero, y ponderando factores de pol¨ªtica interna, Obama cedi¨® a las presiones de la mayor¨ªa de las naciones latinoamericanas, que desde hace a?os ped¨ªan la incorporaci¨®n de Cuba al foro panamericano sin condiciones de improbable cumplimiento: sin exigir a cambio su transici¨®n hacia la democracia. La delegaci¨®n norteamericana escuchar¨¢ en el pa¨ªs del istmo generalizados llamamientos a favor del levantamiento del embargo a Cuba pero no encontrar¨¢ muchos aliados para expugnar la numantina resistencia del castrismo a la apertura pol¨ªtica.
M¨¢s all¨¢ de las invocaciones a favor de los derechos humanos, la justicia social y la democracia, la cumbre de Panam¨¢ tratar¨¢ de consolidar la distensi¨®n entre Washington y La Habana y reconducir hacia el di¨¢logo la crisis con el Gobierno de Nicol¨¢s Maduro. Probablemente, Ra¨²l Castro denunciar¨¢ las sanciones norteamericanas sin atizar demasiado el fuego venezolano. Inmerso en complejas negociaciones con EE UU, a Cuba le apremian m¨¢s la consolidaci¨®n de su progresiva liberalizaci¨®n socioecon¨®mica y conseguir inversiones que enfrascarse en nuevas disputas frentistas.
Tampoco Am¨¦rica Latina quiere problemas a?adidos a los ya cr¨®nicos. El choque con Cuba apoyando la causa de EE UU en cualquier disputa causa problemas dom¨¦sticos en naciones que disfrutan de una relaci¨®n amistosa, a veces ambivalente, con Washington, como son M¨¦xico, Colombia y Chile. El rifirrafe tambi¨¦n incomoda a los Gobiernos de Brasil, Argentina y pa¨ªses que administran con cautela sus relaciones con la Casa Blanca para no soliviantar a sus bases electorales y a los movimientos de oposici¨®n procubanos.
Cuba llega a Panam¨¢ pertrechada por la presencia en La Habana, el pasado a?o, de 33 gobernantes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribe?os, por agrupaciones pol¨ªticamente afines y con una importante capacidad de influencia sobre el rumbo de los debates. Sin haber participado en las anteriores reuniones, ha sido protagonista en varias. Todo cambi¨® desde el deshielo bilateral del pasado 17 de diciembre: tambi¨¦n el discurso castrista. La s¨¦ptima cumbre ¡°no es como las anteriores en que todos los pa¨ªses llegaban a o¨ªr lo que ten¨ªa que decir EE UU¡±, subraya Jacinto Su¨¢rez, parlamentario nicarag¨¹ense.
La exclusi¨®n de Cuba de las cumbres participadas por EE UU fue pol¨¦mica desde la primera en 1994 en Miami. Durante decenios, la orientaci¨®n ideol¨®gica de los Gobiernos estadounidenses y latinoamericanos determin¨® la intensidad del activismo a favor o en contra. Desde la irrupci¨®n de Hugo Ch¨¢vez y su diplomacia petrolera a partir de 2000, el activismo del bloque bolivariano, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, fue progresivamente intenso. El modelo econ¨®mico intervencionista, frecuentemente populista, y el antiamericanismo sumaron adeptos en todo el subcontinente.
Hasta el final de su mandato, el republicano George Bush (2001-2009) se opuso a la participaci¨®n de Cuba, pero fue perdiendo aliados. En la cumbre de 2009, en Trinidad y Tobago, el presidente norteamericano era otro: Barack Obama.
Las belicosas pol¨ªticas del Washington republicano perdieron fuelle y fue tomando cuerpo la idea de la reconciliaci¨®n con Am¨¦rica Latina, y la entrada en juego de Cuba. La tendencia cobr¨® fuerza en la cumbre de Cartagena de Indias, en 2012, cuando un grupo de pa¨ªses amenaz¨® con el boicoteo si La Habana no era invitada.
Autorizado por la Casa Blanca, el Gobierno de Panam¨¢ curs¨® la invitaci¨®n con un temario que se ajusta como un guante al previsible discurso antiliberal de la izquierda latinoamericana y la delegaci¨®n cubana: ¡°Prosperidad con equidad¡±.
Los representantes isle?os atribuir¨¢n al capitalismo salvaje la injusticia y marginaci¨®n de millones de latinoamericanos. Pero como la apertura econ¨®mica cubana coquetea con los mecanismos de mercado, el discurso habanero quiz¨¢s salve en Panam¨¢ el capitalismo de las reformas fiscales y agrarias de la Alianza para el Progreso (1961-70) de Robert Kennedy, el programa de ayuda norteamericano para contrarrestar la influencia de la revoluci¨®n cubana tras su triunfo en 1959. ¡°La revoluci¨®n en Am¨¦rica Latina es inevitable: hag¨¢mosla nosotros¡±, propuso entonces Robert Kennedy.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.