El nuevo rey saud¨ª agita el pu?o
La sorpresiva intervenci¨®n en Yemen refleja un cambio en la tradicional pol¨ªtica de sigilo El r¨¦gimen de Riad pugna con Ir¨¢n por la supremac¨ªa regional
Dos meses despu¨¦s de convertirse en rey de Arabia Saud¨ª, Salm¨¢n Bin Abdelaziz, iniciaba a finales de marzo una operaci¨®n militar en Yemen, su vecino del sur, que a¨²n contin¨²a. La inusitada muestra de determinaci¨®n por parte de una monarqu¨ªa habitualmente sigilosa en sus pol¨ªticas y que depend¨ªa de Estados Unidos para su defensa, ha causado sorpresa. El objetivo declarado es frenar a los rebeldes Huthi que se estaban haciendo con el control del empobrecido pa¨ªs ¨¢rabe. Sin embargo, la intervenci¨®n tambi¨¦n env¨ªa un mensaje a Ir¨¢n, su rival por la supremac¨ªa en Oriente Pr¨®ximo, al que acusa de apoyar a esa y otras milicias en la zona, y cuya reintegraci¨®n en la comunidad hace temer a Riad una p¨¦rdida de influencia.
¡°No se trata de una pol¨ªtica para Yemen sino para toda la regi¨®n; si funciona, habr¨¢ otras operaciones, tal vez en Siria. Es lo que he llamado en un reciente art¨ªculo la doctrina Salm¨¢n¡±, declara a EL PA?S Jamal Khashoggi, un destacado columnista saud¨ª. No obstante, reconoce que ¡°m¨¢s all¨¢ de que Arabia Saud¨ª tenga un nuevo l¨ªder hay dos factores que la impulsan: El desastre que nos rodea con el extremismo del Estado Isl¨¢mico, por un lado, y el expansionismo de Ir¨¢n, por otro; y la falta de inter¨¦s de Estados Unidos y Occidente, en general¡±. En su opini¨®n, eso ¡°ha presionado al rey Salm¨¢n para actuar, tomar la iniciativa y liderar¡±.
Un experto: ¡°Si esta funciona, habr¨¢ otras operaciones, quiz¨¢ en Siria¡±
Desde las revueltas ¨¢rabes iniciadas en 2011, Arabia Saud¨ª ha visto peligrar el statu quo regional que siempre ha defendido. Para el reino ¡°tal vez sea el per¨ªodo m¨¢s dif¨ªcil desde los a?os sesenta del siglo pasado¡±, en palabras de un antiguo embajador europeo en Riad. La contrarrevoluci¨®n que ha encabezado como respuesta no s¨®lo no ha evitado la inestabilidad regional sino que, seg¨²n sus detractores, la ha exacerbado. En el camino, se enfriaban sus relaciones con Washington que, desde la perspectiva de Riad, dej¨® caer a Mubarak en Egipto, opt¨® por la inacci¨®n en Siria y ahora flirtea con Teher¨¢n al hilo del pacto nuclear. A esto se suma un per¨ªodo de bajos precios del petr¨®leo.
¡°Abdal¨¢ hubiera hecho lo mismo. Es el trono saud¨ª lo que est¨¢ en peligro. El control Huthi de todo Yemen significa una amenaza para el r¨¦gimen¡±, defiende en un email el Julian Asange saud¨ª, un cr¨ªtico cuya identidad se desconoce pero que desde la cuenta @Mujtahidd (1,8 millones de seguidores) ha revelado numerosos casos de corrupci¨®n de la familia real y secretos que s¨®lo alguien de dentro del sistema puede conocer.
Es cierto que el anterior monarca envi¨® tropas a Bahr¨¦in en 2011 y que dos a?os antes el Ej¨¦rcito saud¨ª ya libr¨® una guerra limitada contra los Huthi, pero la actual intervenci¨®n en Yemen es de otra envergadura, seg¨²n coinciden todos los analistas consultados.
¡°Se aprecia un cambio significativo con respecto al reinado de Abdal¨¢, aunque est¨¦ en consonancia con el patr¨®n pol¨ªtico general de la ¨²ltima d¨¦cada. Las opiniones de las figuras m¨¢s j¨®venes de la camarilla gobernante, que se alinean con el ala dura, han encontrado m¨¢s espacio para expresarse. Los halcones est¨¢n pidiendo que Arabia Saud¨ª ejerza de superpotencia sun¨ª, que haga valer su peso en la regi¨®n y se enfrente a Ir¨¢n¡±, interpreta por su parte Andrew Hammond, analista del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
La necesidad de plantar cara a Ir¨¢n, erigido en faro del islam chi¨ª, era una presi¨®n tanto interna como regional. Los extremistas sun¨ªes (para los que el chi¨ªsmo es una herej¨ªa) estaban criticando a la monarqu¨ªa por apoyar la coalici¨®n internacional contra el Estado Isl¨¢mico (en Siria) mientras no hac¨ªa nada frente a las milicias chi¨ªes. Los Huthi, que profesan una variedad del chi¨ªsmo y cuya revuelta jalean los responsables iran¨ªes, se lo han puesto en bandeja con su empe?o en dominar la escena pol¨ªtica yemen¨ª y su rechazo a negociar.
¡°Tal vez sea su periodo m¨¢s dif¨ªcil desde los sesenta¡±, dice un diplom¨¢tico
El r¨¢pido y bien orquestado relevo a la muerte de Abdal¨¢ subray¨® la estabilidad y el continuismo que constituyen los pilares del mayor exportador de petr¨®leo del mundo. Pero en los decretos reales que siguieron ya se intu¨ªan cambios significativos para los est¨¢ndares saud¨ªes. Destacaba la concentraci¨®n de poder en manos de dos pr¨ªncipes: el hijo favorito del rey, Mohamed Bin Salm¨¢n (MBS), como ministro de Defensa, jefe de la Corte Real y zar econ¨®mico, y su primo Mohamed Bin Nayef (MBN), como segundo en la l¨ªnea de sucesi¨®n, ministro del Interior y zar de seguridad. Hasta el punto de que algunos observadores han hablado de un reino con dos coronas y atribuido la intervenci¨®n en Yemen al hijo del monarca.
Es improbable que una medida de esa envergadura la haya tomado solo ni el joven pr¨ªncipe ni siquiera su padre. ¡°La decisi¨®n tuvo que ser del n¨²cleo central de la familia¡±, estima el embajador antes citado que ahora trabaja en un pa¨ªs vecino y sigue manteniendo contactos en el reino. En su opini¨®n, el giro pol¨ªtico se ve¨ªa venir ¡°cualquiera que fuera el rey¡±, pero la forma en que se ha ejecutado ¡°es otro asunto¡±. ¡°La ambici¨®n de MBS ha hecho la respuesta m¨¢s r¨¢pida¡±, afirma Mujtahidd, para quien el rey es s¨®lo una figura decorativa.
Aunque los analistas coinciden en la centralidad de Yemen para la pol¨ªtica saud¨ª, hab¨ªa otras opciones que Riad pod¨ªa haber tomado. Es ah¨ª donde apuntan a factores locales.
¡°El rey y su hijo [deseaban] reafirmar su autoridad y distraer la atenci¨®n sobre los problemas internos¡±, se?ala Hammond antes de recordar que ¡°el r¨¦gimen ha encarcelado a mucha gente por delitos de opini¨®n desde 2011¡±.
Es con todo una apuesta arriesgada. A pesar de la imagen de unidad que transmite la familia real, alguno de sus miembros m¨¢s veteranos parece haber tenido reservas sobre esta guerra. Si sale mal, afectar¨¢ a la reputaci¨®n del rey y de su hijo.
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