Derecho y ficci¨®n
El derecho de hoy permite ver los esfuerzos de las autoridades p¨²blicas para beneficiarse con los cargos que ostentan
A finales de 1840, Stendhal escribi¨® a Balzac dici¨¦ndole que antes de sentarse cada d¨ªa a escribir La Cartuja, le¨ªa dos o tres hojas del C¨®digo Civil para fijar su estilo. De ser cierta esta afirmaci¨®n, la raz¨®n es explicable: el C¨®digo franc¨¦s de 1805 estaba bien escrito y expresaba, todav¨ªa cuatro d¨¦cadas despu¨¦s de su publicaci¨®n, el modo de ser generalizado de la sociedad francesa o, al menos, de una parte relevante de ella. Quien leyera las normas de esa legislaci¨®n, pod¨ªa adquirir no s¨®lo vocabulario o sintaxis, sino un sentido del modo de ser social e individual de ese tiempo.
En nuestros d¨ªas, ?qui¨¦n aconsejar¨ªa o qui¨¦n asumir¨ªa leer las legislaciones nacionales para adquirir o fijar estilo literario? Me parece que nadie o muy pocos. En las constituciones, leyes o reglamentos de cada pa¨ªs, no hay elementos como los que Stendhal encontr¨®. Desde luego no sintaxis, como f¨¢cilmente se advierte leyendo preceptos de nuestros ordenamientos. Las repeticiones, inconsistencia en los significados de las palabras y abiertas contradicciones, ahuyentar¨¢n al m¨¢s entusiasta redactor. El lenguaje con el que se expresa el derecho de nuestro tiempo carece, en mucho y en efecto, de rigor. Las m¨¢s b¨¢sicas reglas quedan omitidas. M¨¢s all¨¢ de posibles intentos de inspiraci¨®n, la lectura e interpretaci¨®n del derecho se complica por las deficiencias del veh¨ªculo ling¨¹¨ªstico.
El lenguaje con el que se expresa el derecho de nuestro tiempo carece, en mucho y en efecto, de rigor
De la lectura del derecho de nuestro tiempo tampoco puede extraerse un modelo general de sociedad. A diferencia de las grandes legislaciones francesas impulsadas por Napole¨®n, las de nuestro tiempo muestran la fragmentaci¨®n social en que vivimos. No es posible suponer que el modelo de familia previsto en nuestros c¨®digos recoja las opciones sociales existentes, ya que una variedad de ellas y formas de uni¨®n entre personas, no est¨¢n ah¨ª previstas. Tampoco podremos hacernos una imagen de las delincuencias leyendo los c¨®digos penales, pues muchas de sus expresiones son hoy globales y descentralizadas.
Sin embargo, una lectura "a la Stendhal" del derecho de nuestro tiempo podr¨ªa ser ¨²til para quien quisiera escribir una novela o conocer algo de su sociedad, siempre que lo mirara con una perspectiva distinta y estuviera dispuesto a obtener im¨¢genes indirectas. Esa lectura puede hacerse tratando de comprender a la sociedad contempor¨¢nea desde la fragmentaci¨®n de su derecho, por la proliferaci¨®n de las normas emitidas y su escaso cumplimiento, por la contradicci¨®n de las regulaciones. El derecho de hoy permite ver los esfuerzos de las autoridades p¨²blicas para beneficiarse con los cargos que ostentan, pero tambi¨¦n para tratar de equilibrar o, al menos administrar, los muchos y contrapuestos intereses que tienen o suponen encomendados. Para darle cabida a las muchas clientelas necesarias para llegar al poder y mantenerse en ¨¦l. Para decirles a todos que caben en el derecho, y que caben bien. No importa de qu¨¦ manera ni con qu¨¦ extensi¨®n o profundidad, pero que una parte de la legislaci¨®n les est¨¢ expresamente destinada, sea para garantizarles el monopolio, las exenciones de impuestos, la satisfacci¨®n de sus derechos, la permanente sospecha hacia ciertos colectivos, las m¨¢s sofisticadas transacciones financieras, el empleo o la protecci¨®n a la salud, siempre simult¨¢neamente. La imagen resultante no ser¨¢ de congruencia, pero s¨ª reconfortar¨¢ por hacernos creer a todos que todos cabemos ah¨ª, que todo est¨¢ previsto, que las diferencias son tan s¨®lo modalidades aceptables, pensadas y necesarias.
A diferencia de las grandes legislaciones francesas impulsadas por Napole¨®n, las de nuestro tiempo muestran la fragmentaci¨®n social en que vivimos
Quien lea hoy diariamente dos o tres p¨¢ginas de derecho, puede encontrar buenos elementos para construir ficci¨®n. Para identificar, como en la obra del contempor¨¢neo de Stendhal, Balzac, muchas de las claves de la condici¨®n humana de nuestro tiempo; de sus disonancias, de sus trampas, de sus desigualdades. No es un mal camino construir la ficci¨®n desde lo que solemos admitir como s¨®lida realidad. Tal vez s¨®lo as¨ª queden a la vista sus m¨²ltiples y cada vez m¨¢s problem¨¢ticas costuras.
Jos¨¦ Ram¨®n Coss¨ªo D¨ªaz es ministro de la Suprema Corte de Justicia de M¨¦xico. Twitter @JRCossio
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