Falta una palabra
Ankara lamenta la deportaci¨®n de los armenios pero no pronuncia el t¨¦rmino 'genocidio'
La cuesti¨®n de que el gobierno de Ankara asuma o niegue el genocidio armenio de 1915-1916 tiene una indudable importancia hist¨®rica, moral y pol¨ªtica, a la vista de actitudes anteriores del entonces primer ministro Tayyip Erdogan y del actual, Ahmet Davotoglu, y de las reacciones airadas de estos d¨ªas tras el discurso pronunciado por el Papa el 12 de abril. En abril de 2014, la expresi¨®n inequ¨ªvoca de condolencias, presentadas a los herederos de ¡°los armenios que perdieron sus vidas¡±, parec¨ªa representar un paso decisivo hacia un reconocimiento por su gobierno de las matanzas, aun cuando la palabra maldita siguiera ausente. Davotoglu insisti¨® m¨¢s tarde en augurar ¡°un nuevo comienzo a las relaciones turco-armenias¡±. Incluso design¨® como principal asesor a un armenio, Elyen Mahsupian, quien por otra parte acaba de manifestar que lo ocurrido en 1915 fue un genocidio.
Despu¨¦s de ejercer con fortuna presiones para que el Papa no hablase del tema en el d¨ªa del centenario, 24 de abril, seg¨²n H¨¹rriyet, el t¨¢ndem Erdogan-Davotoglu sufri¨® un ataque de ira ante la calificaci¨®n inequ¨ªvoca dada por el Papa a la tragedia armenia: ¡°el primer genocidio del siglo XX¡±. Al parecer, Francisco se hab¨ªa unido a ¡°la conspiraci¨®n¡± (sic) contra el gobierno turco. Al ser imposible una declaraci¨®n de guerra real, la simb¨®lica fue lanzada y la mantiene el jefe espiritual del sunnismo turco, quien califica al Papa de ¡°inmoral¡±. Los t¨®picos de siempre son desempolvados: el olvido del sufrimiento musulm¨¢n en la ¨¦poca ¨Cc¨¢rguenselo, como el genocidio, a los J¨®venes Turcos que metieron al Imperio en la Gran Guerra-, la equiparaci¨®n de las violencias, y los archivos abiertos de par en par. Olvidan que la destrucci¨®n de documentos se inici¨® ya en 1918, siendo adem¨¢s el cerebro del exterminio una organizaci¨®n secreta dentro del partido de los J¨®venes Turcos y del Estado, la Teskilat i-Mushusha de Talaat Pach¨¢ que se cuid¨® l¨®gicamente de borrar huellas.
Y las pruebas sobran: confesiones de los verdugos satisfechos ¨CTalaat, Noury Bey- con el exterminio en curso, abrumadores testimonios neutrales, actas del proceso que acab¨® con condenas a muerte de responsables del crimen aun en el Imperio otomano, amen de las manifestaciones sobre las masacres, asimismo inequ¨ªvocas, del propio Mustaf¨¢ Kemal. La conclusi¨®n fue redactada por el gran poeta Nazim Hikmet: ¡°No perdonar¨¢s a aquellos que ensuciaron el nombre del pueblo turco¡±.
A pesar de las grandes gestos, Erdogan ha entendido el mensaje de la UE, que el Parlamento alem¨¢n ratifica el d¨ªa 24. La declaraci¨®n del primer ministro, el 20 de abril, regresa, y con mayor intensidad, a las expresiones de sensibilidad del pasado a?o. Alguna, la protecci¨®n del patrimonio armenio, es tristemente vac¨ªa. Pero no lo es decir que ¡°compartimos el dolor de los descendientes de los armenios otomanos que perdieron su vida en la deportaci¨®n de 1915¡±, por vez primera admitida, ni aseverar que ¡°es posible identificar las razones y a los que perpetraron¡± lo ocurrido. El anuncio de la ceremonia religiosa en Estambul el d¨ªa 24 confirma esa evoluci¨®n. Falta la palabra, una vez m¨¢s negada.
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