Guant¨¢namo, la mancha indeleble
A un a?o y medio del fin de su mandato, todo apunta a que Obama incumplir¨¢ su promesa de cerrar el penal, donde quedan 122 presos
Una pel¨ªcula vista en seg¨²n qu¨¦ lugar puede evocar recuerdos inc¨®modos. En la sala de cine al aire libre en la base militar estadounidense de Guant¨¢namo, la mayor¨ªa de las cintas a finales de abril eran de acci¨®n o comedias f¨¢ciles, como Get Hard. La pel¨ªcula narra c¨®mo un inversor multimillonario, protagonizado por Will Ferrell, se prepara para cumplir una condena en una c¨¢rcel con muy mala reputaci¨®n. En la reproducci¨®n de una prisi¨®n, un amigo le adiestra para enfrentarse a las vejaciones de los reos y para hacer sus necesidades en un cubo.
Las carcajadas eran frecuentes entre el p¨²blico.
El cine se encuentra a medio camino ¡ªunos 15 minutos en coche¡ª de los campos de detenci¨®n en esta extensa y desangelada base naval al sureste de Cuba, establecida en 1903 y s¨ªmbolo desde 2002 de los abusos de Estados Unidos en aras de la llamada guerra contra el terrorismo. Hacia el norte, se llega al campo X-Ray, que acogi¨® a los primeros presos sospechosos de terrorismo tra¨ªdos al penal creado tras los atentados del 11-S por el Gobierno de George W. Bush con el objetivo de sortear los tribunales civiles y las salvaguardas internacionales.
Fue en X-Ray donde se fragu¨® el funesto icono de Guant¨¢namo: la imagen de reclusos ataviados con trajes naranjas arrodillados al aire libre con las manos esposadas. El campo ¡ªconstruido en los a?os noventa para refugiados cubanos y haitianos considerados peligrosos¡ª acogi¨® a supuestos miembros talibanes y de Al Qaeda durante cuatro meses, mientras se levantaba otro recinto mejor acondicionado.
De los 122 reclusos, solo 10 afrontan cargos o han sido condenados. Cincuenta y siete han sido autorizados a salir si los acoge alg¨²n pa¨ªs
Hoy, el decadente X-Ray refleja la perpetuaci¨®n del limbo de Guant¨¢namo. Una orden judicial proh¨ªbe su desmantelamiento. Entre hierbas secas, sobresalen decenas de celdas de apenas dos metros cuadrados, con oxidadas rejas al descubierto y en cuyo interior los reos hac¨ªan sus necesidades. Se mantienen firmes las dos casas de madera en que, seg¨²n un expediente filtrado, se interrog¨® a al menos un preso durante 49 d¨ªas seguidos, 20 horas diarias, forz¨¢ndolo a desnudarse en una sala congelada, actuar como un perro y escuchar continuamente m¨²sica a todo volumen.
Al sur del cine, est¨¢n los campos 5 y 6, que concentran la mayor¨ªa de los 122 prisioneros de 18 pa¨ªses (m¨¢s de la mitad son de Yemen) que languidecen en Guant¨¢namo. Entre rejas verdes de tres metros de altura y muros blancos frente a las aguas turquesas del mar Caribe, se enquista la promesa incumplida del presidente Barack Obama de tener cerrado el penal a principios de 2010.
Cada a?o la poblaci¨®n carcelaria se reduce y queda lejos la cifra m¨¢xima (684) de 2003. Pero el fin de Guant¨¢namo sigue siendo una empresa tan compleja que parece imposible.
El penal es un abismo de desesperanza: de los 122 reclusos, solo 10 afrontan cargos o han sido condenados. Cincuenta y siete han sido autorizados a salir si los acoge alg¨²n pa¨ªs, 32 son ¡°demasiado peligrosos¡± para ser transferidos y 23 podr¨ªan eventualmente ser acusados.
David Heath, alcaide de la prisi¨®n militar, admite que ¡°como ser humano¡± puede ¡°empatizar¡± con la frustraci¨®n de los reos que llevan m¨¢s de una d¨¦cada pudri¨¦ndose en Guant¨¢namo sin haber sido acusados de nada. Pero esgrime que el incumpliento de la promesa de Obama -con la que pretend¨ªa restaurar los valores de EE UU y rubricada en una orden ejecutiva- no agrava la reputaci¨®n del penal. ¡°Trato a todo el mundo con la dignidad que doy a cualquiera. Continuar¨¦ haci¨¦ndolo hasta que se marchen, ya sea en uno o cinco a?os. No depende de m¨ª¡±, dice el coronel del Ej¨¦rcito en una entrevista con un peque?o grupo de periodistas que visit¨® la base durante cuatro d¨ªas la ¨²ltima semana de abril.
El futuro de Guant¨¢namo se decide en Washington. La ¨²nica salida de presos este a?o tuvo lugar en enero. El nuevo secretario de Defensa, Ashton Carter, no ha firmado ning¨²n traslado. La reticencia de su predecesor, Chuck Hagel, a hacerlo irrit¨® a la Casa Blanca, que forz¨® su dimisi¨®n.
El Pent¨¢gono prev¨¦ transferir a hasta 10 reclusos antes de septiembre y trabaja en liberar a los 57 autorizados, seg¨²n explica Myles Caggins, portavoz de pol¨ªtica de detenidos del Departamento de Defensa. El tiempo apremia: al dem¨®crata Obama le quedan 20 meses de presidencia y el Congreso, de mayor¨ªa republicana, debate una ley para renovar su bloqueo a trasladar presos a EE UU y extenderlo a cualquier pa¨ªs, lo que de facto congelar¨ªa la poblaci¨®n carcelaria en la base.
La Casa Blanca, seg¨²n el diario The Washington Post, sopesa un cierre unilateral del penal si se aprueba dicha ley. En los ¨²ltimos meses, Obama ha impulsado por decreto el restablecimiento de las relaciones con Cuba y la regularizaci¨®n de inmigrantes indocumentados. De no cerrarse durante su presidencia, Guant¨¢namo ser¨¢ una mancha en su legado.
No hay torturas aqu¨ª. No puedo hablar de lo que pas¨® en el pasado"
David Heath, alcaide de la prisi¨®n de Guant¨¢namo
Obama dijo en marzo que deber¨ªa haber clausurado la prisi¨®n en su primer d¨ªa en el Despacho Oval en 2009 y no haber impuesto un plazo de un a?o, pero aleg¨® que entonces cre¨ªa que hab¨ªa consenso en el Capitolio para aprobar el traslado de todos los presos a EE UU y otros pa¨ªses.
La c¨¢rcel de Guant¨¢namo -que cuesta al a?o al menos 400 millones de d¨®lares (356 millones de euros)- destila una extra?a concepci¨®n del tiempo. El coronel Heath dice apoyar su cierre, pero promueve las reparaciones necesarias para que las desgastadas instalaciones sirvan indefinidamente. Tambi¨¦n marca distancias con los abusos a reos que se autorizaron al menos hasta 2004, seg¨²n investigaciones del Pent¨¢gono y el Senado. ¡°No hay torturas aqu¨ª. No puedo hablar de lo que pas¨® en el pasado¡±, se?ala el alcaide, que lleva casi un a?o en el cargo y le queda otro. La mayor¨ªa de los 2.000 trabajadores del penal -muchos eran ni?os de corta edad en los atentados de 2001- est¨¢n aqu¨ª entre nueve y doce meses. Todo parece transitorio.
Guant¨¢namo sigue siendo un lugar conflictivo, pese a la ret¨®rica oficial de personas como el jordano Zak, consultor cultural de los reos, que alega que los hay que se sienten ¡°afortunados¡± de estar entre rejas porque en sus pa¨ªses estar¨ªan muertos.
El Congreso debate una ley para renovar su bloqueo a trasladar presos a EE UU y extenderlo a cualquier pa¨ªs, lo que congelar¨ªa la poblaci¨®n carcelaria
Hay presos que siguen exprimiendo sus escasos reductos de libertad para irradiar su impotencia. Los de mala conducta -un 10% del total, con traje naranja y recluidos hasta 22 horas al d¨ªa en celdas de ocho metros cuadrados en el campo 5- salpican ¡°frecuentemente¡±, revela Heath, a los guardas con botellas llenas de sus fluidos corporales.
Y un n¨²mero de reos -¡°muy peque?o¡±, seg¨²n la jefa m¨¦dica- llevan ¡°muchos meses¡± en huelga de hambre y son alimentados a la fuerza. La cifra es ¡°muy inferior¡± al pico de 106 sobre un total de 166 que hubo en 2013. Desde esa rebeli¨®n, no se dan cifras bajo el argumento de no alentar huelgas.
Guant¨¢namo tiene un aire orwelliano. No solo se escrutan todos los movimientos de los detenidos, tambi¨¦n de los periodistas, que ¨²nicamente pueden visitar -siempre escoltados- determinadas zonas de esta base de paisaje seco y monta?oso, ver de lejos a los presos y no identificar ni fotografiar a la mayor¨ªa de personas. Lugares como el campo 7, en que est¨¢n los reos m¨¢s peligrosos, oficialmente no existen. Mucho menos, la c¨¢rcel secreta que tuvo la CIA.
La perduraci¨®n del penal es tambi¨¦n la de una era. La guerra contra el terrorismo se mantiene. EE UU bombardea en Irak y Siria al grupo yihadista Estado Isl¨¢mico, que explota la iconograf¨ªa de Guant¨¢namo: viste con traje naranja a los rehenes que decapita.
Y el Ej¨¦rcito estadounidense contin¨²a en Afganist¨¢n. Muchos de los soldados en Guant¨¢namo sirvieron en ese pa¨ªs. Como el jefe del campo 6, que dice ver pocas diferencias con las prisiones afganas salvo el sofocante calor cubano. O un guarda del campo 5, que admite la dificultad de pasar de una mentalidad de combate a una apaciguadora con los reos. En Afganist¨¢n, vio al enemigo en el frente. Ahora, lo custodia entre rejas.
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