El cartel m¨¢s peligroso de M¨¦xico
El grupo criminal Jalisco Nueva Generaci¨®n, que cort¨® carreteras en Guadalajara y derrib¨® un helic¨®ptero del ej¨¦rcito mexicano, planta cara al Gobierno con una ofensiva in¨¦dita. Este es un recorrido por la tierra donde siembra el terror
La se?ora Isabel dice que su hijo era de piel blanca pero le gustaba tumbarse al sol. Por eso luce tan moreno en las fotograf¨ªas que pueblan el altar que ha levantado en casa desde que lo secuestraron. El chico fumaba marihuana (¡°f¨ªjese en los ojillos chiquitos¡±) y cuidaba de unos gallos. Un d¨ªa, al terminar el almuerzo, se levant¨® de la mesa y le dijo a su madre ¡°ahorita vengo, jefa, voy a echarle de comer a los gallos¡±. No regres¨®. Do?a Isabel descubri¨® que unos hombres se lo llevaron a la fuerza, a ¨¦l y a otro amigo que vend¨ªa droga en esta zona conurbada y triste de la ciudad de Guadalajara. La due?a de la tienda de la esquina, Estela, vio como al suyo, en mitad de la calle, se lo llevaron ¡°con los pies pa¡¯ lante¡± Al hijo de los vecinos de enfrente tambi¨¦n lo levantaron en esos d¨ªas de terror y su cad¨¢ver apareci¨® horas despu¨¦s arrojado en una cuneta. Su familia lo identific¨® por un tatuaje en la nuca: ¡°Viva M¨¦xico¡±.
Todo el mundo supo entonces que el cartel Jalisco Nueva Generaci¨®n (CJNG) acababa de tomar el control del barrio.
Esta organizaci¨®n criminal, hasta ahora casi desconocida, se ha atrevido a desafiar al Gobierno de M¨¦xico con una ofensiva pocas veces vista en la historia del narcotr¨¢fico. El 1 de mayo, el cartel provoc¨® el caos cortando calles y carreteras de la segunda ciudad m¨¢s grande del pa¨ªs, Guadalajara, y derrib¨® un helic¨®ptero militar con un lanzacohetes, una acci¨®n m¨¢s propia de una guerra convencional. Los sicarios ejecutaron ese d¨ªa distintas acciones coordinadas contra polic¨ªas y soldados mexicanos en las que hubo 17 muertos. La capacidad de control del Estado qued¨® en entredicho.?
Alejandro Solorio podr¨ªa ser uno de esos polic¨ªas a los que el narco asesina y despu¨¦s las autoridades le rinde honores con discursos y disparos al aire.?Pero el comisionado de Seguridad de Jalisco, el Estado donde opera principalmente el grupo, sobrevivi¨® a un atentado de este cartel, que en sus inicios fue una c¨¦lula de la mafia de Sinaloa. Por eso est¨¢ hoy sentado al otro lado del escritorio. Unos pistoleros lo emboscaron en una curva, dispararon con balas antitanque y lanzaron dos granadas. ¡°Mis escoltas y yo retrocedimos y tuve la oportunidad de sacar mi arma y ponerme a disparar¡±, cuenta en su oficina.
Del perchero cuelga un sombrero vaquero y una gabardina. Solorio tiene modales de ranchero: ¡°Hu¨ªan como cobardes a pesar de que eran m¨¢s. Pero son tipos peligrosos. Es un cartel que se dedica al secuestro, la extorsi¨®n, el tr¨¢fico de drogas y robo de hidrocarburos. En los pueblos donde los hemos ido echando, a veces se me acercaba gente y me dec¨ªa: ¡®h¨ªjole, lo malo es que ya no hay gasolina barata¡¯¡±. Solorio carga con la sospecha, como muchos de su gremio a los que no se sabe si los matan por corruptos o por honestos, de estar a sueldo del narco: ¡°No, no. Mira este mensaje en mi celular. Es una amenaza que me enviaron el otro d¨ªa. Ellos saben que no pueden comprarme¡±.
El l¨ªder de Jalisco Nueva Generaci¨®n es Nemesio Oseguera, alias El Mencho. La organizaci¨®n ha pasado del anonimato a ser considerada una de las m¨¢s poderosas de M¨¦xico, seg¨²n el Departamento del Tesoro Estadounidense. Mientras el Gobierno asestaba golpes a los grandes carteles como el de Sinaloa, con la detenci¨®n de Joaqu¨ªn El Chapo Guzm¨¢n, o a Los Zetas, con la captura de Omar Trevi?o Morales, CJNG crec¨ªa a la sombra y aprovechaba los vac¨ªos de poder que produc¨ªa la fragmentaci¨®n de las grandes corporaciones. Su r¨¢pido ascenso tiene que ver con su capacidad para vender drogas, lo que le genera grandes r¨¦ditos que utiliza para reclutar hombres y comprar armamento. Por lo pronto, el cartel ha retado al Gobierno mexicano poniendo en jaque a Jalisco, uno de los Estados m¨¢s importantes y ricos de M¨¦xico.
Las madres de los desaparecidos en Jalisco se re¨²nen todos los lunes. ¡°Hablamos, nos consolamos, lloramos y hasta re¨ªmos. Si alguien nos viera pensar¨ªa que estamos locas, y es as¨ª: locas de dolor¡±, dice Guadalupe Aguilar, representante de las Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos de Jalisco (FUNDEJ). En esas reuniones se encontraron do?a Isabel, que ha acabado regal¨¢ndole los gallos a un primo ante la ausencia prolongada de su hijo, y Estela, la propietaria de la tienda que persigui¨® a los que ¡°robaron¡± al suyo durante varias calles hasta que perdi¨® el aliento y una chancla.?
Estela, una semana despu¨¦s del levantamiento, fue a misa a las ocho de la ma?ana pero se top¨® con un cord¨®n policial. La autoridad hab¨ªa acordonado las calles adyacentes a la parroquia. Un vendedor de helados le dijo que hab¨ªa ¡°un muertito¡± tirado en la acera. La mujer intent¨® llegar hasta ¨¦l, comprobar si se trataba de su hijo menor, C¨¦sar Gerardo, pero no le dejaron pasar. Solo le dijeron que el cad¨¢ver ten¨ªa clavado con un pu?al un narcomensaje: ¡°As¨ª acaban los rateros y los robacamiones¡±. Ella pens¨® que su hijo no era ni lo uno ni lo otro y se fue a rezarle a San Judas Tadeo, patr¨®n de las causas perdidas.
Las plegarias no han dado resultado. Cada 15 d¨ªas visita el Instituto de Ciencias Forenses (Semefo) de Guadalajara para buscar entre los cuerpos de los que todav¨ªa no han sido identificados. Unos son demasiado altos, otros demasiado bajos. M¨¢s gordos, m¨¢s flacos, con m¨¢s pelo, con tatuajes que no son los suyos. El caso es que ninguno es el de su hijo. Estela ha dado vueltas por el municipio de Zapopan, donde vive, colocando carteles con su cara y ah¨ª se ha dado cuenta de que su caso no es ¨²nico: al menos otros cuatro chicos de los alrededores han desaparecido a manos de hombres armados. ¡°Dicen que son los de la plaza [cartel que controla el territorio]. Dios los perdone¡±.
El Mencho, el l¨ªder del cartel Jalisco Nueva Generaci¨®n, parece un personaje de El Greco
En una de las pocas fotograf¨ªas que existen del Mencho parece un personaje de El Greco. Cara afilada, p¨®mulos angulosos y un bigotillo recortado finamente sobre la comisura de los labios. El l¨ªder del cartel era hasta ahora un capo de bajo perfil, pero su desaf¨ªo abierto al Gobierno le ha colocado en el centro de la diana. El cartel de Sinaloa, el m¨¢s longevo del pa¨ªs, ataca a los rivales sin piedad pero raramente busca el choque frontal con el Estado, consciente de que ese puede ser el principio del fin.
Para Nemesio, ya no hay marcha atr¨¢s. ¡°El Mecho ha sobreestimado el poder¨ªo de su organizaci¨®n. Hacer del Estado su principal enemigo y retarlo no es muy inteligente¡±, opina Guillermo Vald¨¦s, director del Cisen (¨®rgano de inteligencia mexicano) durante la guerra al narco en 2006. Varios analistas de seguridad ¡ªEduardo Guerrero y Alejandro Hope¡ª coinciden en que el despliegue del 1 de mayo, que tuvo eco internacional, ha podido ser un error estrat¨¦gico que puede erosionar el futuro de la organizaci¨®n. La prioridad n¨²mero uno del Gobierno, en este momento, es dar caza al Mencho.
El hombre que est¨¢ detr¨¢s del asesinato de una veintena de polic¨ªas en el ¨²ltimo a?o, en su d¨ªa fue uno de ellos. Nemesio fue agente municipal en Cabo Corrientes, un pueblo en la costa del oc¨¦ano Pac¨ªfico. Poco se sabe de su ¨¦poca de uniformado poniendo multas a coches mal aparcados o a vendedores ambulantes. Lo que est¨¢ claro es que no tiene piedad con el gremio. En abril, en una carretera, unos 80 pistoleros de El Mencho masacraron un convoy policial de la Fuerza ?nica, un comando especial. Murieron 15 agentes. ¡°A mi marido lo quemaron vivo¡±, cuenta Miriam V¨¢zquez, viuda del agente Rosendo Fregoso Ram¨ªrez, de 33 a?os. La mujer se ha quedado sola al cuidado de tres hijos viviendo en una choza, rodeada de perros y ratones que husmean en las cacerolas.
Rosendo fue un tiempo a trabajar de cocinero a Los ?ngeles, California, y regres¨® a su tierra hace unos a?os para hacerse polic¨ªa. Tem¨ªa al cartel y por eso le ped¨ªa a su familia que no lo saludaran si se cruzaban por la calle. Los hijos del polic¨ªa ca¨ªdo han recibido una beca para los estudios, pero Kevin, de 9 a?os, el ¨²nico var¨®n, tambi¨¦n quiere ser polic¨ªa porque le gusta el uniforme y llevar una pistola en el cinto. ¡°No, hijo¡±, le corrige su madre, ¡°?no ves que esos pinches narcos no tienen coraz¨®n?¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.