Lula, eterno equilibrista
La sombra de la corrupci¨®n se proyecta sobre el expresidente, pero el aura del antiguo obrero metal¨²rgico pervive intocable
Hace unos d¨ªas, en un acto pol¨ªtico en R¨ªo Branco, en el Estado de Acre, el expresidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva compareci¨® al lado de las autoridades locales. Una vecina contraria al Partido de los Trabajadores, la formaci¨®n de Lula, se asombr¨® no s¨®lo del delirio que suscit¨® en la calle sino de la cantidad de gente que al mirarle y al o¨ªrle, se echaba a llorar de pura emoci¨®n. El obrero sin estudios que perdi¨® el me?ique en una f¨¢brica de tornillos cuando ten¨ªa 18 a?os y lleg¨® a ser presidente de Brasil entre 2003 y 2010 lleva alejado del poder efectivo los ¨²ltimos cinco a?os pero no ha perdido su aura de mito vivo entre los brasile?os. Sobre todo, entre los que menos tienen. No s¨®lo eso: adem¨¢s de servir de referencia a la izquierda del pa¨ªs, Lula se mueve y cuenta a¨²n mucho en la jugosa y rastrera pol¨ªtica del d¨ªa a d¨ªa, a la que un viejo sindicalista como ¨¦l no est¨¢ dispuesto a renunciar a cambio de las estratosferas ins¨ªpidas de la Historia. De hecho, cuando las cosas se ponen feas, la presidenta Dilma Rousseff, tambi¨¦n del PT, juega una ¨²ltima carta a la que no le gusta mucho recurrir: la de Lula, con el que ¨²ltimamente no se lleva especialmente bien.
Eso pas¨® en octubre de 2014, en la recta final de la elecci¨®n definitiva y Rousseff, que optaba al segundo mandato, empataba en las encuestas. Lula, hasta entonces algo ausente en la campa?a, se implic¨® entonces hasta el fondo y galvaniz¨® unos cuantos m¨ªtines gracias a su facilidad de orador sin freno (¡°Antes el pobre s¨®lo com¨ªa pollo y nunca so?¨® con viajar en avi¨®n¡±), a su habilidad algo demagoga para pisar al contrario el callo que m¨¢s duele (¡°ellos s¨®lo se acuerdan de venir a estas regiones pobres a descansar en la playas los fines de semana, como los hijos de pap¨¢ que son¡±) y a su magnetismo personal y capacidad innata para conectar con la persona que tenga delante, sea un labrador miserable del desierto del sert?o o el mism¨ªsimo Chico Buarque.
?ltimamente, con todo, su popularidad se ha resentido junto con la de la presidenta Rousseff arrastrados ambos por la crisis econ¨®mica que lastra el pa¨ªs y por los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que enfangan buena parte de la vida pol¨ªtica brasile?a. El mismo Lula ha sido acusado por el principal delator del millonario caso de sobornos de la petrolera p¨²blica Petrobras de conocer todo el entramado. Pero no hay ninguna prueba. Por otra parte, recientemente se hizo p¨²blico que la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica estudia investigar el papel del expresidente en los negocios internacionales de la gigantesca constructora brasile?a Odebrecht, para la que Lula ha jugado un papel de intermediario. Sus defensores aseguran que el objetivo final de buena parte de estas denuncias es el de limar el capital pol¨ªtico que a¨²n atesora el expresidente.
Cuando le preguntaron hace a?os a qu¨¦ se iba a dedicar fuera de la pol¨ªtica, dijo, aludiendo al c¨¢ncer superado: ¡°A durar¡±
Todo lo que rodea a Lula se polariza en Brasil. En la web del instituto que lleva su nombre se ha creado un apartado para conjurar los rumores falsos m¨¢s frecuentes y da?inos sobre su figura: desde que apareci¨® en la revista Forbes como el hombre m¨¢s rico del pa¨ªs hasta que padece un c¨¢ncer de p¨¢ncreas ¡ª¨¦l ya super¨® uno de garganta¡ª o que est¨¢, directamente, muerto.
Naci¨® en 1945 en una familia casi miserable del Estado de Pernambuco de siete hermanos que el padre, violento, distante y col¨¦rico, abandon¨® casi a su suerte durante un tiempo en una casa sin agua, sin sillas y sin mesas. Cuando ten¨ªa siete a?os, junto con su madre y sus hermanos, emigr¨®, como tantos miles de brasile?os del nordeste pobre, al Estado de S?o Paulo. Durante una ¨¦poca se alojaron en la trasera de un bar alquilado por un familiar compartiendo el retrete con los clientes. Fue vendedor ambulante, limpiabotas, dependiente en una tienda y, finalmente, a los 14 a?os, obrero de una f¨¢brica. A los 19 a?os entr¨® en el sindicato. Organiz¨® huelgas, fue detenido durante la dictadura, y en 1980, junto a un grupo de sindicalistas e intelectuales form¨® el Partido de los Trabajadores (PT). Opt¨® a la presidencia en tres ocasiones fallidas. Gan¨® a la cuarta, en 2002. Al principio de su carrera pol¨ªtica, en un debate televisado le preguntaron, para indagar en su ideolog¨ªa: ¡°Pero, ?al final usted qu¨¦ es, comunista, socialista o qu¨¦?¡±. El respondi¨®: ¡°Soy tornero mec¨¢nico¡±.
Siempre supo c¨®mo hablar a los pobres, porque ven¨ªa de donde ven¨ªa. Pero aprendi¨® pronto a hablar a los ricos: uno de sus primeros desplazamientos oficiales fue al Foro de Davos, adonde lleg¨® procedente del Foro alternativo de Porto Alegre en un viaje directo que era toda una declaraci¨®n de principios. Durante sus dos mandatos, Brasil creci¨® una media de un 4% y m¨¢s de 30 millones de personas, en un pa¨ªs de 200 millones, abandonaron la pobreza y comenzaron a pagar impuestos y a integrarse en el sistema.
Es cierto, recuerdan los cr¨ªticos, que para eso se apoy¨® en la crucial reforma monetaria de su antecesor, Fernando Henrique Cardoso y que utiliz¨® un modelo, el de espolear el cr¨¦dito entre las familias, que ahora parece agotado. Y que se rode¨® de colaboradores cercanos que despu¨¦s han sido acusados por corruptos. El ¨²ltimo, el tesorero del PT, Jo?o Vaccari, su amigo personal desde los tiempos duros del sindicato, encarcelado recientemente, acusado de cobrar sobornos para el partido y para ¨¦l en la mara?a putrefacta de Petrobras.
Muchos especialistas lo ven como el pr¨®ximo candidato a presidente, en 2018. Ser¨ªa su sexta elecci¨®n presidencial. Las encuestas le colocan a la cabeza, empatado con A¨¦cio Neves, el previsible candidato del partido opositor, el PSDB. Qui¨¦n sabe. ?l, por ahora, lo niega. Cuando hace a?os le preguntaron a qu¨¦ se iba a dedicar fuera de la pol¨ªtica efectiva, ¨¦l respondi¨®, con una sonrisa intrigante, aludiendo al c¨¢ncer superado: ¡°A durar¡±.
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