Libia, v¨ªctima del sue?o europeo
El pa¨ªs se ve atrapado entre las exigencias de la UE y la llegada masiva de personas
¡°Hemos destruido el sue?o de esa pobre gente¡±, lamenta un oficial de los guardacostas libios. El Mergheb acaba de llegar al puerto de Misrata con su cargamento de 475 migrantes subsaharianos rescatados unas horas antes en alta mar. ¡°Estaban a punto de alcanzar su meta, despu¨¦s de enormes sacrificios, y los detuvimos porque es nuestra obligaci¨®n¡±, agrega el marinero mientras ayuda al pasaje a bajar del barco artillado. Posiblemente, tambi¨¦n les salvaron la vida.
Su jefe, el coronel Reda Issa, parece tan afligido como sus subordinados pero prefiere se?alar que la actuaci¨®n de su pa¨ªs desmiente las acusaciones procedentes de Europa sobre una supuesta falta de colaboraci¨®n ante la tragedia de los boat people. Desde enero, unos 1.800 subsaharianos, sirios o banglades¨ªes han muerto en el Mediterr¨¢neo oriental, veinte veces m¨¢s que el a?o anterior. Otros 40.000, seg¨²n datos de Naciones Unidas, han logrado llegar a las costas europeas, a Italia o Malta, la mayor¨ªa despu¨¦s de ser auxiliados por buques militares o mercantes. Y muchos m¨¢s ¡ªentre 100.000 y 200.000, seg¨²n las fuentes¡ª est¨¢n esperando en Libia un barco de pesca, una lancha neum¨¢tica, una patera, cualquier cosa que flote para recorrer los 300 kil¨®metros que les separa de la isla italiana de Lampedusa y del sue?o europeo.
¡°La inmigraci¨®n clandestina nos afecta a nosotros tanto como a Europa¡±, explica el coronel Issa. ¡°Necesitamos ayuda para atajar el problema, de la misma manera que Italia no puede afrontar sola esta situaci¨®n¡±. Seg¨²n Tr¨ªpoli, la soluci¨®n no pasa por una respuesta militar y la destrucci¨®n de los barcos de pesca, como proponen algunos en Bruselas, sino por la creaci¨®n de campamentos en las fronteras del sur de Libia, bajo la responsabilidad de la ONU y de la Uni¨®n Europea, para seleccionar a los verdaderos refugiados y ordenar las migraciones.
El viaje de Mamadou
El comandante del servicio de guardacostas acaba de volver de una conferencia euroafricana sobre inmigraci¨®n irregular organizada por Espa?a en las islas Canarias, donde pudo explicar los esfuerzos realizados por Libia en un contexto sumamente dif¨ªcil de guerra civil. Aprovech¨® esa tribuna para quejarse de la actitud poco amistosa de Italia, que se resiste a devolver los cuatro buques guardacostas que Libia le mand¨® en 2012 para repararlos en sus astilleros.
¡°Los barcos est¨¢n listos desde el a?o pasado, pero los italianos dicen que no nos los entregar¨¢n mientras la situaci¨®n pol¨ªtica en Libia no est¨¦ arreglada y no tengamos un Gobierno de unidad nacional¡±, se indigna el coronel Issa. Italia, como los dem¨¢s pa¨ªses europeos, no reconoce el Gobierno que controla la mitad oeste de Libia, de donde sale la inmensa mayor¨ªa de los migrantes. ¡°No podemos esperar m¨¢s porque se trata de una emergencia humanitaria, hay que salvar a gente que se est¨¢ ahogando en el mar. Adem¨¢s, es una cuesti¨®n de seguridad para nosotros y para Europa, puesto que no tenemos los medios para detener a los terroristas que pueden colarse entre la multitud¡±.
Mientras tanto, los servicios de salvamento recorren los 450 kil¨®metros de costa entre Sirte y Tr¨ªpoli con sus dos ¨²nicos barcos, mucho m¨¢s peque?os y antiguos que los cuatro retenidos en Italia. Sin embargo, cuando salen para una operaci¨®n de b¨²squeda y captura, los guardacostas suelen volver con la cubierta repleta de migrantes, especialmente si navegan frente a Garabuli, un peque?o pueblo pesquero al este de Tr¨ªpoli.
Italia a¨²n no ha devuelto los cuatro guardacostas que se enviaron a reparar
¡°Salimos anoche de Garabuli¡±, cuenta un senegal¨¦s que ha sido rescatado por El Mergheb. Se llama Mamadou Lamine, tiene 30 a?os y es padre de dos ni?os, de tres y cinco a?os. Los ha dejado con la madre y los abuelos en su pueblo de Sedhiou, en las m¨¢rgenes del r¨ªo Casamance, un lugar de ensue?o para los turistas europeos. El joven, que se hace llamar Mohamed y ha aprendido el ¨¢rabe en la mezquita, ha hecho el periplo cl¨¢sico de los subsaharianos que huyen de la pobreza y del desempleo en sus pa¨ªses. Hasta ahora las cosas le hab¨ªan ido bastante bien, sobre todo si se compara con las historias dram¨¢ticas que cuentan los somal¨ªes o los eritreos, a menudo v¨ªctimas de secuestros y torturas para obligar a las familias a pagar rescates.
¡°Fue un viaje de dos meses desde Senegal a Tr¨ªpoli¡±, relata en franc¨¦s, con mucha serenidad a pesar de haber fracasado en su proyecto de reunirse con sus dos hermanos que viven en Francia desde hace 10 a?os. Sali¨® con un grupo de 60 compatriotas para recorrer unos 3.000 kil¨®metros, en gran parte por zonas des¨¦rticas. ¡°Cambiamos de camiones cinco veces y el viaje me cost¨® 800 euros, pero nos asaltaron varias veces y tuvimos que pagar en todas las fronteras para que nos dejaran pasar¡±. A su llegada a Libia trabaj¨® casi dos meses de alba?il para financiar el ¨²ltimo tramo del viaje hacia Italia.
500 euros por traves¨ªa
Le cobraron mil dinares (500 euros) por el barco. ¡°Pagu¨¦ a un senegal¨¦s, que era el jefe de nuestro grupo. Nos llevaron de noche en un cami¨®n cerrado hasta Garabuli, a una hora de Tr¨ªpoli. All¨ª juntaron a unos 160 senegaleses y gambianos, y nos metieron en una casa grande¡±. Se quedaron una semana en medio de los olivos y las chumberas, a la espera de las instrucciones de los libios encargados de la log¨ªstica. La luz verde lleg¨® con la luna llena.
¡°Pasamos por una playa de arena antes de llegar a un peque?o puerto de pesca. Nos hicieron subir a una lancha neum¨¢tica, cien personas muy apretadas. Nos dijeron que no nos movi¨¦ramos por nuestra propia seguridad¡±. Les quitaron los m¨®viles y dieron al jefe del grupo un GPS y un thuraya (tel¨¦fono satelital) con el n¨²mero de los guardacostas italianos para pedir auxilio cuando salieran de las aguas territoriales de Libia.
Los traficantes solo dan gasolina para un tercio del viaje por el Mediterr¨¢neo
Alrededor de las 8.00 de la ma?ana, poco antes de entrar en aguas internacionales, fueron avistados por los tripulantes de El Mergheb, que hab¨ªa rescatado en alta mar cuatro lanchas neum¨¢ticas del mismo tipo y volv¨ªa al puerto de Misrata. ¡°Intentamos llamar a los italianos con el thuraya, pero no funcionaba¡±, cuenta Mamadou, mientras se dirige al autocar que lo llevar¨¢ a uno de los 16 centros de detenci¨®n del pa¨ªs donde se amontonan unos 7.000 migrantes en situaci¨®n irregular, a la espera de una eventual repatriaci¨®n a sus pa¨ªses de origen.
Desesperaci¨®n en tierra
La resignaci¨®n de Mamadou y de sus compa?eros contrasta con la desesperaci¨®n de las 30 mujeres sentadas en el muelle, algunas con ni?os en brazos. ¡°Estoy embarazada de tres meses y quiero ir a Europa para dar de comer a mi hijo. No me importa arriesgar mi vida en el intento. ?Ay¨²denme! No queremos volver a nuestros pa¨ªses¡±, grita en ingl¨¦s Amina, que dice ser de Ghana. Varias mujeres empiezan a llorar y lamentarse ante la mirada de los enfermeros de la Media Luna Roja que han llegado con una ambulancia para atenderles.
Anochece sobre el puerto de Misrata. En este mismo momento, cientos de hombres y mujeres se estar¨¢n preparando sigilosamente para abordar una lancha neum¨¢tica o un barco de pesca en Garabuli, Sabratha o Zuara. Esta noche la tripulaci¨®n del guardacostas descansa. La v¨ªa est¨¢ libre y el mar tranquilo, no habr¨¢ nadie para detenerlos en su peligroso viaje. Si la suerte les acompa?a, ser¨¢n rescatados por un barco de la Operaci¨®n Trit¨®n, la misi¨®n de vigilancia europea que patrulla el Mediterr¨¢neo. Pero si se les acaba la gasolina antes ¡ªlos traficantes les dan combustible para un recorrido de unos 100 kil¨®metros, un tercio de la distancia entre Libia e Italia¡ª y se quedan a la deriva, entonces engrosar¨¢n las abultadas e imprecisas estad¨ªsticas de los ¡°desaparecidos¡± en alta mar.
¡°Tuve que rechazar a 600. Aqu¨ª ya no cabe un alfiler¡±
El director y los 1.107 internos de 17 nacionalidades comparten la misma sensaci¨®n de agobio ante la falta de espacio y de recursos en el centro de detenci¨®n para migrantes de Misrata, el mayor del pa¨ªs. ¡°Los Gobiernos europeos y varias ONG se han comprometido a ayudarnos para atender al n¨²mero cada d¨ªa mayor de extranjeros que detenemos en sus intentos de llegar a Italia, pero no hemos recibido nada hasta ahora¡±, se queja el director del centro, Abdelmenam Ali Hawerak, abrumado por la tarea diaria de conseguir alimentos, agua y medicinas para tantos hombres y mujeres en un pa¨ªs donde el Estado est¨¢ paralizado por la guerra civil.
¡°He rechazado a 600 personas que fueron capturadas en el sur del pa¨ªs, donde no tienen lugares para alojarlos. Tuve que decir que no¡±, cuenta el director, ¡°porque aqu¨ª ya no cabe un alfiler ¡±. Subsaharianos y banglades¨ªes se amontonan en los pasillos del edificio, tan apretados que no hay espacio para poner colchones. Duermen sobre el suelo. Solo las mujeres, varias con hijos peque?os, tienen algo de privacidad en una habitaci¨®n grande.
¡°Estamos habilitando un edificio vecino para mejorar las condiciones. Lo hacemos con la ayuda financiera de algunas familias acomodadas de Misrata, que nos apoyan tambi¨¦n con la alimentaci¨®n¡±, explica el director. Hoy toca espaguetis con pollo, que se est¨¢n preparando en unas gigantescas ollas en una cocina improvisada en la entrada del edificio.
Un solo m¨¦dico, facilitado por Naciones Unidas, atiende a esa poblaci¨®n en un contenedor acondicionado donde no dispone de cama para examinar a los pacientes. Los casos m¨¢s graves son derivados a un hospital de Tr¨ªpoli.
La desesperaci¨®n de los internos es tal que, cuando una embajada se interesa por sus ciudadanos retenidos en ese lugar, casi todos se apuntan a los planes de repatriaci¨®n a sus pa¨ªses de origen. Es el caso de los senegaleses y de los gambianos, que reciben el apoyo del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR) y de la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones (OIM) para expedirles documentos de viaje.
¡°Hemos hecho una primera repatriaci¨®n de 400 senegaleses en marzo¡±, explica el espa?ol F¨¦lix Casanova, director adjunto del CICR en Libia. ¡°Ha sido exitosa y preparamos unas segunda con 180 senegaleses y 60 gambianos. Lo importante es que sea voluntario, y casi todos quieren ir¡±.
En cambio, los somal¨ªes y los eritreos ¡ªlos sirios han dejado de pasar por Libia¡ª, que huyen de la guerra o de la dictadura, est¨¢n atrapados y no desistir¨¢n de sus intentos de llegar a Europa, donde consiguen con cierta facilidad el estatus de refugiado pol¨ªtico.
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