?Por qu¨¦ defender los derechos humanos?
Al final luchar por ellos significa mostrar indignaci¨®n ante lo injusto, solidaridad aut¨¦ntica por el sufrimiento ajeno
El pasado 15 de mayo, salimos a Nicaragua con el ¨¢nimo de quien espera una semana intensa de trabajo, aprendizaje y reencuentro con muchas amistades y grandes personas que se dedican, como nosotros, a la tarea de defender derechos humanos. Fue realmente grande la indignaci¨®n e impotencia cuando llegamos al aeropuerto y fuimos agredidos por agentes migratorios de este pa¨ªs mediante la negaci¨®n arbitraria de ingreso, en un caso, y expulsi¨®n ilegal, en el otro. Fuimos agredidos f¨ªsica y moralmente, sin acceso a defensa ni comunicaci¨®n consular. Nuestros tel¨¦fonos celulares fueron confiscados sin explicaci¨®n. No hubo ning¨²n respeto por nuestra dignidad como personas ni por nuestro trabajo como defensores.
Una vez de vuelta en Costa Rica, todav¨ªa latente la sensaci¨®n de desasosiego, salimos tarde de la oficina, bajamos las escaleras que conducen a la salida, echamos cerrojo a la puerta y concluimos un inusual d¨ªa de trabajo. Nos encontramos con Jos¨¦, el guardia que vigila la seguridad del edificio ¡ªde nacionalidad nicarag¨¹ense¡ª y comentamos con ¨¦l sobre los vaivenes de nuestra labor.
La defensa de derechos humanos conlleva dosis de pasi¨®n, que es diferente a ser apasionados
?l, testigo y quiz¨¢s v¨ªctima de la crueldad y vileza que cualquier conflicto armado posee, nos indica con voz tranquila y firme que eso que llaman defender derechos humanos es desigual y hasta injusto, suspira incr¨¦dulo recordando los anhelos frustrados de bienestar para su gente.
?Derechos Humanos?, pensamos. Qu¨¦ elegante conjunci¨®n para tan problem¨¢tico mundo, qu¨¦ sutil binomio para el recurrente tropiezo humano, qu¨¦ fuerza impl¨ªcita en su composici¨®n para intentar sostenernos como especie.
La conversaci¨®n con Jos¨¦ permite hacernos un saludable cuestionamiento de nuestras tareas sea como activistas del cambio, como provocadores del estatus quo, como cr¨ªticos de la tiran¨ªa, arbitrariedad y abuso contra la dignidad de la persona humana.
Pensar la defensa de los derechos humanos como insoslayable discusi¨®n p¨²blica, como necesario respeto a lo diferente, como lucha siempre vigente y, por qu¨¦ no, como inevitable amor al pr¨®jimo; al final, defender derechos humanos significa mostrar indignaci¨®n ante lo injusto, solidaridad aut¨¦ntica por el sufrimiento ajeno, y una de las formas m¨¢s poderosas de aprender a ser humanos.
La defensa de derechos humanos conlleva una importante dimensi¨®n ¨¦tica y no menos alta responsabilidad de coherencia. Tambi¨¦n conlleva tropiezos, contradicciones, dudas y errores. La defensa de derechos humanos conlleva dosis de pasi¨®n, que es diferente a ser apasionados.
En muchas circunstancias, esta labor resiste riesgos, err¨®neas acusaciones, prejuicios y estigmas. Quiz¨¢s comporta un acto de fe en lo humano, en una b¨²squeda continua de mecanismos para erradicar actos que ultrajan nuestras propias conciencias. Significa aspirar a vivir en sociedades en que Derechos y Libertades se vean garantizados a todos y todas por igual. Significa prudencia y precisi¨®n para regular el fiel de la balanza, reconocer que quienes vulneran derechos, por m¨¢s siniestros que sus actos sean, tambi¨¦n son acreedores de estos.
Cualquiera puede defendelos, desde el padre Monse?or Romero con su lucha contra la milicia opresora, hasta el grito pac¨ªfico de la ciudadan¨ªa
Creemos en la defensa de los derechos humanos no como alguna labor heroica due?a de la verdad ni como aquella tarea acusada de alternos intereses pol¨ªticos y econ¨®micos, creemos en ella como digno oficio de paz y cambio.
Creemos en la defensa de los derechos humanos no como tarea excluyente y evasiva, sino como fermento de sociedades m¨¢s libres e iguales. Como semilla que clama ser regada, como bosquejo inacabado que puede disgustar, polarizar y sorprender.
Todas las personas podemos ser defensoras de los derechos humanos, desde el padre Monse?or Romero con su ¨ªntegra lucha contra la milicia opresora, hasta el grito pac¨ªfico que la ciudadan¨ªa emite en las calles contra atropellos serviles. Desde periodistas con su voz de denuncia hasta servidores p¨²blicos que enaltecen sus deberes, desde pueblos ind¨ªgenas hasta movimientos campesinos, desde la firmeza de las mujeres hasta la valent¨ªa de la comunidad l¨¦sbica, gay, bisexual, trans e intersex, desde el ejemplo de ni?os y ni?as hasta, los menos visibles, migrantes y privados de libertad, desde la fortaleza de personas con discapacidad hasta los familiares de v¨ªctimas de violaciones de derechos humanos.
Defender derechos humanos es pretender con humildad transformaciones democr¨¢ticas y sociales que impliquen la apropiaci¨®n de estos derechos por todas las personas, para que construyamos en libertad, sin discriminaci¨®n ni miedo el destino de nuestras vidas.
?Por qu¨¦ defender derechos humanos? pensamos en Jos¨¦, y pensamos en nosotros. Quiz¨¢s la vida requiere eso, continuar el viaje, poner el hombro y escurrir el cielo. Defendemos derechos para cambiar realidades.
Defensor y defensora de derechos humanos integrantes del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL). Agradecemos las muestras de apoyo y solidaridad de muchos colegas, amistades y familia en Per¨², Espa?a y desde diversas esquinas del mundo.
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