El pulso al sistema de los maestros en Oaxaca
El Ej¨¦rcito, la Marina y la Polic¨ªa trabajan para sofocar cualquier conato de rebeli¨®n
No hay paz para la Secci¨®n 22. La vanguardia del movimiento radical que ha puesto M¨¦xico contra las cuerdas vive d¨ªas de lucha. Con su violento rechazo a la reforma educativa han desafiado al Estado y amenazado los comicios. Pero el domingo, jornada electoral, este sindicato de maestros parec¨ªa andarse con m¨¢s cuidado. El Ej¨¦rcito, la Marina y la Polic¨ªa Federal hab¨ªan sido desplegados en Oaxaca, epicentro de los enfrentamientos, para sofocar cualquier conato de rebeli¨®n.
¡ªMiedo a tener miedo es lo que tenemos.
Pedro es maestro y lleva 40 a?os en la brecha. Y no piensa apearse ahora. Aprendi¨® su oficio en la lejana Santa Cruz Itundujia. All¨¢ por los a?os setenta. Los domingos tardaba 14 horas en atravesar las sierras del sur y llegar al poblado ind¨ªgena. Sus alumnos ven¨ªan al colegio, recuerda Pedro, con un hatillo lleno de tortas secas. Con ellas deb¨ªan sobrevivir toda la semana: ¡°No ten¨ªan m¨¢s que eso y agua. Al acabar la clase, com¨ªan, y luego se iban a trabajar al campo¡±.
Ninguno de los tres maestros muestra dudas. Para ellos las elecciones son una farsa
Pedro, de 59 a?os, acaba de refugiarse bajo una lona. Sobre el z¨®calo de Oaxaca cae una lluvia dulce. Miles de maestros ocupan la espl¨¦ndida plaza colonial. Todos pertenecen a la Secci¨®n 22 y esta, a su vez, a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educaci¨®n (CNTE), una escisi¨®n del mayoritario sindicato de profesores. La central, un poder f¨¢ctico arraigado en Oaxaca, Michoac¨¢n, Guerrero y Chiapas, ha llevado al sur de M¨¦xico al borde del infarto. En su lucha contra la reforma educativa han bloqueado aeropuertos, cortado carreteras, estrangulado el suministro de petr¨®leo, vandalizado oficinas electorales y amenazado con impedir las elecciones. De nada ha servido que el Ejecutivo haya suspendido la evaluaci¨®n de profesores, el s¨ªmbolo de la ley. Ellos mantienen los frentes abiertos. Llevan a?os haci¨¦ndolo.
¡ª?Pero qu¨¦ derecho tienen ustedes a impedir el voto a los ciudadanos?
¡ªTenemos derecho a protestar.
Ni Pedro ni sus colegas muestran dudas. Para ellos el sistema electoral es una farsa. Una ¡°invenci¨®n capitalista¡± para imponer los intereses de los poderosos a los oprimidos. ¡°Por eso las boicoteamos, porque no sirven para ayudar al pueblo¡±. Sus palabras abren un t¨²nel del tiempo. En ellas no cabe la compraventa de plazas, el clientelismo o la heredad de puestos docentes. Tampoco el poder omn¨ªmodo que ejerce el sindicato. Imperialismo y opresi¨®n. Esas son sus coordenadas. Lo que queda fuera es motivo de sospecha. ¡°Los cambios no llegan con flores, sabe usted¡±, dice un sindicalista. Para demostrarlo, hoy, d¨ªa de elecciones, recorren Oaxaca en una multitudinaria manifestaci¨®n. Son miles. Durante semanas han amenazado con boicotear los comicios, pero la presencia masiva de las fuerzas de seguridad parece haberles hecho mella. Gritan, rompen c¨¢maras, pero no salen del carril. Y s¨®lo en puntos muy distantes han quemado algunas urnas. ¡°Aqu¨ª quien vota es el pueblo, no los maestros¡±, dice una vecina en un colegio electoral.
No muy lejos anda Gabriela. Es maestra, sindicalista y frisa los cincuenta a?os. Ejerce en Santa Cruz de Yagavila, un pueblo de 600 vecinos, en su mayor¨ªa de habla ind¨ªgena, y con una tasa de analfabetismo del 8%.
¡°No estamos en contra de la evaluaci¨®n de los profesores, es buena, pero si se hace correctamente. A nosotros nos examinan en funci¨®n de libros de texto que no tienen nada que ver con la realidad que vivimos. Muchos de nuestros alumnos no hablan espa?ol y sus padres no saben ni leer ni escribir¡±, explica Gabriela. Tiene rasgos ind¨ªgenas y habla claro. Cuando se le pregunta por qu¨¦ se hizo maestra, dice que por vocaci¨®n, porque no quiere que sus ¡°ni?os¡± sigan viviendo en la ignorancia ni que crezcan en la sumisi¨®n. En su colegio no hay internet ni ordenadores, pero s¨ª alumnos que solo tienen un taco al d¨ªa para comer. Otros ni siquiera saben lo que es la leche. En Santa Cruz de Yagavila, Gabriela es posiblemente una de las pocas esperanzas para alcanzar un mundo mejor.
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