Un rev¨¦s de 300.000 millones

Desde su puesta en marcha, en 1934, todos los presidentes de Estados Unidos, salvo Richard Nixon, han recibido del Congreso la Autoridad para la Promoci¨®n Comercial (TPA, en sus siglas en ingl¨¦s). En 2007, el Congreso estadounidense decidi¨® retirar la potestad al presidente George W. Bush y, desde entonces, las divisiones entre detractores y partidarios de los acuerdos comerciales en el Congreso de EE UU han hecho imposible plantear una nueva ley.

La decisi¨®n del Congreso dificulta, hasta hacerla casi imposible, la negociaci¨®n del Acuerdo de Asociaci¨®n del Pac¨ªfico (TPP, en sus siglas en ingl¨¦s), un acuerdo con otros 11 pa¨ªses del Pac¨ªfico en el que la geopol¨ªtica juega un papel decisivo, tanto o m¨¢s que el econ¨®mico.

Los pa¨ªses del TPP representan aproximadamente el 40% del PIB mundial. Ser¨ªa el primer acuerdo de libre comercio para Jap¨®n, que ha contratado a varios bufetes en Washington para presionar a favor del acuerdo, y en el que se a¨ªsla deliberadamente a China, que lleva a cabo su propia ofensiva diplom¨¢tica gracias a sus multimillonarios planes de inversi¨®n bilateral.

Todos los acuerdos comerciales generan ganadores y perdedores y el TPP no iba a ser menos. Los m¨¢s optimistas calculan que el TPP lograr¨ªa aumentar la renta mundial en 295.000 millones de d¨®lares en la pr¨®xima d¨¦cada y hasta un 0,4% el PIB global. Pero como apunta el antiguo economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) Simon Johnson lo importante es c¨®mo se distribuye ese incremento del PIB. Los inversores miraban con entusiasmo las posibilidades que se abr¨ªan en el mercado japon¨¦s pero los beneficios no est¨¢n tan claros para los trabajadores estadounidenses. Y las elecciones est¨¢n a la vuelta de la esquina.