Columba, la mujer mexicana de Jeb Bush
Nacida en el Estado de Guanajuato, M¨¦xico, la esposa de Jeb Bush podr¨ªa ser la primera hispana en ocupar el cargo de Primera Dama de Estados Unidos
Columba no ser¨ªa Columba sin Jeb. Y a¨²n as¨ª, cuando se escuchan y leen las declaraciones de la mujer que podr¨ªa ser la primera hispana en ocupar el puesto de Primera Dama en la Casa Blanca, queda la sensaci¨®n de que incluso todav¨ªa hoy, tras m¨¢s de 40 a?os de matrimonio, Columba se resiente de pertenecer a uno de los linajes pol¨ªticos m¨¢s fruct¨ªferos de la historia americana.
Ella dice que no pidi¨® formar parte de la dinast¨ªa Bush. Dice que solo quer¨ªa casarse con el hombre que amaba. Ella es Columba Garnica Gallo y el hombre que amaba, Jeb Bush, hijo y hermano de presidentes de Estados Unidos y quiz¨¢ presidente en 2016 ¨¦l mismo.
¡°La entrada de Colu en la familia Bush se probar¨ªa dif¨ªcil, un proceso que 30 a?os despu¨¦s sigue inacabado¡±, escrib¨ªan en 2005 Peter y Rochelle Schweizer en su libro Los Bush: Retrato de una Dinast¨ªa, al relatar que el anuncio del matrimonio entre los dos j¨®venes cay¨® en la familia Bush como un rayo llegado de la peor tormenta de Texas.
Si el viaje de Jeb Bush para apostar por ser el tercer miembro de una misma familia que logra la presidencia de Estados Unidos estaba escrito en un destino aliado con el ADN, el de Columba Garnica era del todo impredecible. Porque solo siendo cenicienta se logra la boda con el pr¨ªncipe cuando se es la hija de un bracero mexicano que creci¨® en una casa de adobe sin agua corriente.
La vida de ambos se defini¨® en 1971, en el verano en el que cambi¨® todo. Jeb ten¨ªa 17 a?os y una tendencia hacia la diversi¨®n mayor que hacia el estudio. Cuando en una clase que tomaba hubo que decidir entre pasar tres meses de invierno en un barrio pobre del fr¨ªo Boston o dos meses de verano con pueblos ind¨ªgenas a las afueras de Le¨®n, M¨¦xico, Jeb Bush lo tuvo claro.
¡°Fue amor a primera vista¡±, explicar¨ªa Jeb en un art¨ªculo en el diario The Boston Globe. Columba tard¨® algo m¨¢s, se enamor¨® en dos d¨ªas. Ten¨ªa 16 a?os y una adolescencia marcada por el divorcio de sus padres, lo que en el Guanajuato de los sesenta era un pecado.
Columba ha moldeado la vida de Jeb. Tanto que es un ser que se mueve con soltura entre ambas culturas. Tanto, que cuando tuvo que marcar la casilla del censo que define la pertenencia a un grupo, Jeb Bush marc¨® latino. Tanto que en un evento en Nevada el pasado mes de marzo, Jeb declar¨® que su vida pod¨ªa dividirse en dos partes: ¡°A.C. y D.C. -antes de Columba y despu¨¦s de Columba-.
Se casaron en 1974, en un fin de semana en el que Columba conoci¨® por primera vez a su suegro, George H. W. Bush, entonces presidente del Comit¨¦ Nacional Republicano, volcado en la defensa de Richard Nixon por el Watergate. Desde el principio qued¨® claro que Columba no ten¨ªa ning¨²n inter¨¦s por la vida pol¨ªtica, a la que sin duda estaba llamado su esposo. ¡°Columba cambiar¨ªa 20 galas por ver una buena telenovela en el sof¨¢ de su casa¡±, es una de las frases que han repetido a lo largo de los a?os a la prensa quienes mejor la conocen. Tambi¨¦n dicen que su retrato es el opuesto a una Claire Underwood, la esposa animal pol¨ªtico de House of Cards. Si finalmente compitieran por la presidencia en 2016 Hillary y Jeb, Columba y Bill, los consortes, contrastar¨ªan seriamente.
A pesar de haber sido Primera Dama de Florida cuando Jeb fue gobernador, entre 1999 y 2007, Columba Bush se las arregl¨® para tener un perfil bajo. Tan poco le gustaba aquello y tan poco se adapt¨® que lleg¨® un momento en que dej¨® de vivir en la capital del Estado, Tallahassee, para trasladar su residencia a Coral Gables, a las afueras de Miami. Por entonces, la agencia Associated Press escrib¨ªa que se hab¨ªa convertido en la Primera Dama Invisible de Florida.
De aquella ¨¦poca son sus peores recuerdos. En 1999, poco despu¨¦s de que Jeb ganara la carrera por la mansi¨®n del Gobernador, Columba sufri¨® el zarpazo del escrutinio p¨²blico. Al regresar de un viaje a Par¨ªs, la primera dama declar¨® en aduana haber realizado compras por valor de 500 d¨®lares cuando en realidad se hab¨ªa gastado m¨¢s de 19.000 en joyas y ropa. ¡°Nunca me hab¨ªa sentido tan mal en toda mi vida¡±, declar¨®. ¡°Yo no ped¨ª unirme a una familia famosa. Solo queria casarme con el hombre que amaba¡±.
Fruto del matrimonio Jeb-Columba son los hijos George Prescott, Noelle Lucila y John Ellis. Cuando George Bush padre estaba de campa?a por la presidencia en 1988 se refiri¨® a sus tres nietos como ¡®los marroncitos¡¯, t¨¦rmino que Columba defendi¨® ante la prensa como cari?oso por parte del abuelo pero que le dej¨® ¡°temblando¡± cuando se lo oy¨® pronunciar.
Como la mujer de un pol¨ªtico entregado a su carrera, Columba cri¨® a sus hijos, viviendo momentos especialmente dif¨ªciles en la adolescencia de estos. Noelle tuvo problemas de drogadicci¨®n. La biograf¨ªa escrita por los Scheweizer describe que por aquella ¨¦poca, varios miembros de la familia Bush oyeron que Columba le dec¨ªa a Jeb: "Has arruinado mi vida". Cuando la prena le pregunt¨® si cre¨ªa que los problemas de sus hijos se deb¨ªan a que pertenec¨ªan a una familia como la de los Bush, Columba declar¨® tajante: "Absolutamente".
Columba se naturaliz¨® estadounidense en 1988, como regalo hacia el patriarca Bush, ya que as¨ª pod¨ªa votar en las elecciones que le dieron la presidencia. Si ella abandonaba su pasaporte mexicano, Jeb hizo lo mismo con su fe, al convertirse al catolicismo a pesar de haber sido criado como un episcopaliano.
M¨¢s de 40 a?os despu¨¦s de casarse, Columba no parece haberse integrado en Bushland. Pero si su esposo, ese hombre de m¨¢s de metro noventa, aspira a convertirse en el 45 presidente de la naci¨®n, Columba, peque?ita en su metro y medio, tendr¨¢ que reinventarse para ser la mujer de un candidato con opci¨®n a la Casa Blanca. Columba podr¨¢ usar su ascendencia para lograr acercar a los hispanos a los republicanos. Podr¨¢ usar su experiencia en el ¨¢mbito de los malos tratos y la violencia de g¨¦nero para dotarse de un perfil.
En el libro de 2004, Una Cenicienta en la Casa Blanca, Beatriz Parga subtitula acertadamente: "Es demasiado tarde, pap¨¢". La referencia es a las acusaciones del progenitor de Columba, Jos¨¦ Mar¨ªa Garnica, de ser "una mala hija" por haberse olvidado de su modesto padre mexicano y por su firme deseo de mantenerlo alejado de sus vidas, ya que nunca conoci¨® a sus nietos. ?
Seg¨²n Parga, el maltrato al que el padre someti¨® a su madre dej¨® secuelas imborrables en la hija y la decisi¨®n firme de alejarse de ¨¦l. Pero eso es ya historia. Su padre mor¨ªa en 2013. A su madre, hoy sufriendo demencia senil, la cuida en Miami ella y su hermana Lucila.
Columba Garnica Gallo no pidi¨® ser la mujer de un presidente, aunque sab¨ªa que se casaba con un Bush. Para Columba, hoy lunes 15 de julio, empieza un definitivo antes y un despu¨¦s.
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