El sur de Estados Unidos revive el trauma racial
El pasado esclavista se ha convertido en un reclamo tur¨ªstico en Charleston, la ciudad donde un blanco asesin¨® a nueve negros
Quince minutos andando separan el pasado del presente de la tensi¨®n racial en Charleston. Es la distancia entre el Viejo Mercado de Esclavos, en que se vend¨ªan sirvientes negros en el siglo XIX, y la Iglesia Episcopal Metodista Africana Emanuel, donde el mi¨¦rcoles un joven blanco mat¨® a nueve afroamericanos. Pese a los enormes avances alcanzados en 200 a?os, Estados Unidos ¡ªy el antiguo sur esclavista en particular¡ª no logra curar sus heridas.
El pasado pesa en esta ciudad se?orial de Carolina del Sur. El puerto de Charleston recibi¨® hasta el 40% de los esclavos, que llegaron por primera vez a EE UU procedentes de ?frica en el siglo XVII. Los esclavos, que trabajaban en campos agr¨ªcolas y constru¨ªan residencias para blancos, fueron durante casi 200 a?os el motor econ¨®mico del sur. Hasta 1865, cuando la victoria en la Guerra Civil de los Estados unionistas del norte frente a los secesionistas del sur supuso el fin de la esclavitud.
Cuatro millones de esclavos fueron liberados, aunque tardar¨ªan un siglo en adquirir plenos derechos. Los lograron gracias al movimiento de los derechos civiles, que se inici¨® en el sur y cogi¨® impulso tras un atentado racista en 1963 a una iglesia negra en Alabama, en que murieron cuatro ni?as.
El puerto de Charleston recibi¨® hasta el 40% de los esclavos que llegaban a EE UU.? Fueron durante casi 200 a?os el motor econ¨®mico del sur
Medio siglo despu¨¦s, la disparidad econ¨®mica y social entre blancos y negros no ha desaparecido. Tampoco los ataques de odio a afroamericanos. Ni las denuncias de discriminaci¨®n racial, como evidencian las protestas en el ¨²ltimo a?o (una de ellas en abril en el norte de Charleston) por las muertes de negros desarmados a manos de la polic¨ªa.
Hoy, el fuerte de Charleston en que estall¨® la Guerra Civil, las plantaciones en que viv¨ªan esclavos y el Viejo Mercado son atracciones tur¨ªsticas de esta ciudad de 127.000 habitantes, de los cuales dos tercios son blancos. El mercado est¨¢ en una zona c¨¦ntrica con palmeras, calles adoquinadas, elegantes casas de madera y restaurantes sofisticados. El funesto legado racial atrae a los visitantes.
En cambio, casi no se ven turistas en el memorial de flores y dedicatorias, al que acude gente de toda edad y raza, frente a la iglesia Emanuel. Kandy White, negra de 45 a?os y que conoce a algunas de las v¨ªctimas, esgrime que a¨²n se percibe la herencia esclavista. ¡°Somos conscientes del pasado. Hay divisi¨®n racial, como en cualquier lugar¡±, dice en una vigilia junto a la iglesia de la matanza.
El templo est¨¢ ubicado en una ¨¢rea del centro de Charleston que en los ¨²ltimos a?os se ha popularizado y ha perdido poblaci¨®n negra ante el incremento del precio de la vivienda. Es un fen¨®meno com¨²n en otras partes de EE UU.
Unos 800 grupos de odio
En Estados Unidos hay 784 grupos de odio activos y casi la mitad est¨¢n en el sureste del pa¨ªs, seg¨²n los ¨²ltimos datos, de 2012, del Southern Poverty Law Center. Un grupo de odio tiene "creencias o pr¨¢cticas que atacan o difaman a una clase entera de gente".
Desde 2003, se han registrado 4.120 delitos de odio en EE UU, 56 de ellos asesinatos, seg¨²n el mismo centro. No hay cambios anuales significativos. Cincuenta de cada mill¨®n de personas negras fueron v¨ªctimas de un delito racial en 2012, seg¨²n estad¨ªsticas del FBI.
En el caso de los estadounidenses indios, son 30; y los blancos, 5. Y desde los atentados del 11-S en 2001, ha habido en EE UU m¨¢s muertos por ataques de extrema derecha o grupos antigubernamentales (48) que por atentados yihadistas (26), de acuerdo al centro New America.
Un 12% de la poblaci¨®n estadounidense es negra, seg¨²n los ¨²ltimos datos. En el sur, es el 57%, el nivel m¨¢s alto desde 1960, pero a¨²n lejos del 90% de principios del siglo pasado. Desde el fin oficial de la segregaci¨®n racial en 1964, el viejo sur esclavista es un feudo del Partido Republicano: apela a votantes blancos, conservadores y rurales.
La noche del mi¨¦rcoles, Dylann Roof, blanco de 21 a?os, entr¨® a la iglesia y mat¨® a nueve fieles afroamericanos que atend¨ªan una sesi¨®n de estudio de la Biblia. Uno de los muertos era un senador estatal y el pastor de la iglesia, una de las m¨¢s antiguas e hist¨®ricas de la comunidad negra al haber sido fundada, en 1816, por un l¨ªder abolicionista.
Jack Bass, profesor em¨¦rito de Ciencias Sociales en la Universidad de Charleston, sostiene que no se puede comparar la atrocidad del mi¨¦rcoles con las quemas de iglesias negras en Carolina del Sur en los a?os noventa (en todo el sur de EE UU hubo una treintena de ataques) ni con las muertes de activistas negros en los sesenta. Bass, que es blanco, lo atribuye al caso particular de un ¡°joven inestable¡± y ensalza la respuesta unitaria de la comunidad.
No todos lo ven as¨ª. John Hale, blanco de 34 a?os, lamenta que la poblaci¨®n ¡°no sepa c¨®mo hablar¡± de las causas de la tensi¨®n racial y que haya pol¨ªticos que rechacen calificar de ¡°crimen de odio¡± la matanza de la iglesia. Varios analistas se han preguntado en medios de comunicaci¨®n si, en caso de ser Roof ¨¢rabe o negro, habr¨ªa tanta prudencia en llamarle terrorista.
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