Brasil necesita sangre nueva
M¨¢s que remiendos de reformas, el pa¨ªs necesita inaugurar un nuevo ciclo pol¨ªtico y econ¨®mico que ofrezca confianza
Algo se est¨¢ marchitando en Brasil. ?Sin esperanza? Todo depender¨¢ de si el gigante americano, hoy cansado y malhumorado, tendr¨¢ un final melanc¨®lico como el de los dinosaurios que a¨²n nadie sabe por qu¨¦ desaparecieron para siempre, o si le espera el final m¨¢s halag¨¹e?o de la mitol¨®gica Ave F¨¦nix.
Aquella ave de la mitolog¨ªa egipcia que hace 5.000 a?os mor¨ªa sin morir del todo, ya que acababa renaciendo de sus cenizas fecundadas por el sol, reconvertida en s¨ªmbolo de recuperaci¨®n.
Claro, que me estoy refiriendo, no a Brasil como pa¨ªs, ya que este sigue siendo un gigante por naturaleza y precioso por sus gentes, un calidoscopio rico de etnias, culturas, creatividad y creencias religiosas, sino que me refiero a su grave situaci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y ¨¦tica.
"Algo a podrido huele en Dinamarca", se dec¨ªa una vez cuando una situaci¨®n pol¨ªtica empezaba a deteriorarse, parafraseando a Shakespeare en Hamlet. Y algo no funciona en la pol¨ªtica brasile?a si el m¨¢s optimista de sus ciudadanos, el carism¨¢tico expresidente Lula da Silva, que acu?¨® el mantra hiperb¨®lico de "nunca antes en este pa¨ªs" para cantar sus maravillas, confiesa a un grupo de religiosos que ¨¦l, la presidenta, Dilma Rousseff y su partido (PT) que es el del gobierno, se hallan en el "fondo del pozo".
Antes de cumplir los seis meses de su segundo gobierno, Rousseff aparece, en efecto, con un 65% de rechazo popular, que abraza todas las regiones del pa¨ªs y todas las clases sociales.
Y algo no funciona en la pol¨ªtica brasile?a si Lula da Silva confiesa que? ¨¦l, la presidenta y su partido (PT) se hallan en el "fondo del pozo"
Lula, en su discurso a l¨ªderes religiosos, que deber¨ªa haber quedado secreto, confes¨® todo el pesimismo que lo acongoja.
Se pregunta Lula qu¨¦ noticia buena el gobierno ha dado al pa¨ªs despu¨¦s de la ¨²ltima victoria que consagr¨® a Dilma. Dice que se lo pregunt¨® a la Presidenta y "ella no se acordaba". Tampoco se acordaban ni los senadores, ni los diputados ni los sindicalistas del PT.
Un gobierno, confi¨® Lula a los religiosos, que "sabe dar s¨®lo malas noticias" y donde, quiz¨¢s por ello, existe un gran "malhumor en el pa¨ªs", en el que, dice, "nunca vi tanto odio".
Critic¨® a Dilma por haber prometido en la campa?a electoral algo que ¨¦l considera sagrado: "Jam¨¢s tocar¨¦ los derechos de los trabajadores". Y Dilma, dice Lula , los est¨¢ tocando. "Dijo que no har¨ªa recortes y los est¨¢ haciendo". Y por eso, seg¨²n ¨¦l, "la oposici¨®n la acusa sabiamente de haber mentido".
El exsindicalista se quej¨® de que en el Palacio Presidencial ahora s¨®lo entra "gente fina", mientras que ¨¦l recib¨ªa hasta a los "recogedores de papel". Y los religiosos presentes al encuentro acusaron al partido de Lula, el PT, de haber abandonado a los pobres.
Horas despu¨¦s de su discurso, Lula conoci¨® el nuevo sondeo de Datafolha que registraba no s¨®lo el desplome de la popularidad de Dilma sino tambi¨¦n la suya. Si hoy hubiera elecciones, el oposicionista del PSDB, Aecio Neves, que disput¨® las presidenciales a Rousseff, ganar¨ªa, por ejemplo, a Lula por diez puntos. Y eso s¨ª que nunca se hab¨ªa visto en este pa¨ªs, donde Lula aparec¨ªa el ganador indiscutible en cualquiera de las disputas y con todos los contendientes.
Y si el gobierno y el PT est¨¢n en el fondo del pozo seg¨²n Lula, tampoco est¨¢n mejor los otros partidos en los que no aparece en el horizonte una posibilidad de recambio generacional, con candidatos alternativos a la vieja, gastada y corrupta pol¨ªtica actual. Hoy la sociedad brasile?a es m¨¢s viva y con voluntad de cambio que el mundo pol¨ªtico.
Si hoy hubiera elecciones, el oposicionista ?Aecio Neves ganar¨ªa, por ejemplo, a Lula por 10 puntos
Todos los pa¨ªses pasan por crisis y ciclos hist¨®ricos, de decadencia o de gloria. A Brasil le toca en este momento vivir momentos de fuerte desencanto que llega a traducirse en aumento visible de la violencia, de la intolerancia racial o religiosa, algo in¨¦dito hasta hace poco en este pa¨ªs que a¨²n en los momentos peores supo ser fiel a su vocaci¨®n de "pueblo cordial y tolerante".
Muchos me preguntan aqu¨ª y en Espa?a c¨®mo y cu¨¢ndo se va a acabar este momento dif¨ªcil de definir, pero que duele en la carne a los brasile?os. La respuesta no la tiene ninguna pitonisa. Quiz¨¢s, sin embargo, ya no sirvan los parches, las componendas de las crisis del pasado, los viejos trucos de cambiar para que todo siga igual.
Si la crisis ha llegado o est¨¢ llegando al final del pozo, seg¨²n Lula, la respuesta deber¨¢ ser radical, quiz¨¢s dolorosa, pero indispensable: Brasil necesita cambiar, empezando por la b¨²squeda urgente de los que hoy se apellidan "ciudadanos globales", l¨ªderes nuevos, posiblemente j¨®venes, no contaminados con las pr¨¢cticas corruptas de la pol¨ªtica, capaces de mirar a Brasil y fuera de ¨¦l con la mirada nueva de una sociedad que ya no es la de ayer, que ha crecido, que piensa y analiza mejor las cosas. Y que quiere contar y participar.
Brasil necesita algo m¨¢s que remiendos de reformas, iniciar un nuevo ciclo que ofrezca confianza a todos: trabajadores y empresarios, cultos y analfabetos. Y por eso, recortar 9.000 millones de reales en Educaci¨®n suena a crimen.
En su confesi¨®n, Lula propone como medicina a Dilma para salir de su situaci¨®n, la vieja f¨®rmula que ¨¦l us¨® para gobernar y crear consenso. Le dijo: "Pol¨ªtica es mirar a los ojos a la gente, pasarles la mano por la cabeza, besarles".
Le le¨ª a un matrimonio de clase C, la nueva clase media de Brasil., dos obreros, la frase de Lula y me comentaron moviendo la cabeza: "No, ya no nos basta que nos acaricien. Queremos que ofrezcan a nuestros hijos la posibilidad de ser m¨¢s de lo que nosotros fuimos. Y que roben menos".
?Tiene hoy Brasil l¨ªderes capaces de hablar con lenguaje nuevo a la nueva clase media llegada de la pobreza a la que ya no le bastan los abrazos y caricias de Lula?
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