La semana que transform¨® Estados Unidos
La legalizaci¨®n del matrimonio gay, el aval a la reforma sanitaria y el ocaso de los s¨ªmbolos segregacionistas en el Sur afianzan un cambio social
A veces la historia se acelera. Acaba de ocurrir en Estados Unidos. En menos de una semana, un s¨ªmbolo asociado al bando esclavista de la Guerra Civil ¡ªel racismo es el pecado fundacional de este pa¨ªs¡ª como es la bandera confederada ha empezado a retirarse de terrenos p¨²blicos en los estados del Sur. La reforma sanitaria, una ley que ampl¨ªa la cobertura m¨¦dica a millones de personas sin seguro, se ha afianzado gracias al aval del Tribunal Supremo. Y el propio Tribunal Supremo ¡ªun organismo no electo y con nueve jueces vitalicios¡ª ha adoptado una de las decisiones de mayor calado pol¨ªtico en este pa¨ªs en a?os: legalizar en los 50 estados el matrimonio entre personas del mismo sexo.
El viernes por la noche, horas despu¨¦s de conocerse el fallo sobre el matrimonio homosexual, por unas horas la Casa Blanca dej¨® de ser blanca. Se ilumin¨® con los colores del arcoiris, s¨ªmbolo del movimiento LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y transg¨¦nero). La imagen ¡ªla Casa Arcoiris y centenares de personas concentradas, m¨¢s por vivir un momento ¨²nico que por ninguna reivindicaci¨®n ideol¨®gica¡ª es poderosa. No fue hasta hace tres a?os que el presidente dijo por primera vez que apoyaba el matrimonio homosexual.
Para calibrar el cambio, conviene recordar que, detr¨¢s estas paredes ahora iluminadas, un presidente dijo una vez: ¡°No creo que haya que glorificar la homosexualidad en la televisi¨®n p¨²blica¡±. Era el 13 de mayo de 1971 y Richard Nixon acababa de ver una serie en la que un personaje le pareci¨® homosexual. Indignado, lo coment¨® con un asesor suyo. ¡°No quiero que este pa¨ªs vaya por este camino. Sabes lo que le ocurri¨® a los griegos. La homosexualidad les destruy¨®¡±, dice en la grabaci¨®n.
Nuevo pa¨ªs, nueva pol¨ªtica
En cuestiones como la igualdad sexual o la cobertura sanitaria, EE UU es es hoy un pa¨ªs m¨¢s progresista.
En la campa?a para suceder a Obama, los republicanos se debaten entre atrincherarse en batallas del pasado o amoldarse a un pa¨ªs m¨¢s diverso, m¨¢s tolerante.
Al abordar cuestiones como las armas o el racismo, Obama sigue topando con obst¨¢culos serios.
Fueron necesarias m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, pero al final Estados Unidos fue ¡°por este camino¡± que el republicano Nixon tem¨ªa. Y es un presidente dem¨®crata, aunque en t¨¦rminos hist¨®ricos haya sido a ¨²ltima hora, el que enarbola la bandera arcoiris. Al abrir las fuerzas armadas a gais y lesbianas, Obama ha contribuido al impulso final. Pero no es ¨¦l quien ha decidido que la Constituci¨®n reconozca del derecho de los homosexuales a casarse igual que los heterosexuales, sino el Tribunal Supremo. Y, en el Tribunal Supremo, el voto decisivo, el hombre que redact¨® el fallo, fue el del juez Anthony Kennedy, nombrado por Ronald Reagan, icono de la derecha estadounidense.
Tambi¨¦n es el Tribunal Supremo el que, al declarar el jueves legales los subsidios para suscribir seguros m¨¦dicos, evit¨® que hasta 6,4 millones de personas perdieran las ayudas y se quedaran sin cobertura sanitaria. Si los jueces hubieran fallado en contra de Obamacare ¡ªel nombre popular de la reforma¡ª y hubieran dejado a millones de personas fuera de la reforma, esta habr¨ªa peligrado. La clave de Obamacare, un sistema basado en los seguros privados, es que el m¨¢ximo de personas ¡ªsanas y enfermas¡ª se aseguran para abaratar los costes.
Un pa¨ªs en el que los homosexuales se casan y que avanza hacia la cobertura sanitaria universal es distinto del que Obama hered¨® al llegar a la Casa Blanca en 2009. Es otro pa¨ªs cuando el Sur arr¨ªa la bandera confederada. S¨ª, un racista blanco ha tenido que matar a nueve negros en una iglesia. Y la bandera es solo un s¨ªmbolo, pero es un s¨ªmbolo cargado de significado. Esta semana, tambi¨¦n, EE UU se ha asomado al legado del racismo. El discurso de Obama, el viernes, en el funeral del reverendo Clementa Pinckney, uno de los muertos, puede ser un comienzo.
Ni la ratificaci¨®n de Obamacare, ni el matrimonio igualitario en los 50 estados, ni el intento de retirar la bandera en el Sur, son responsabilidad directa de Obama. Pero los tres cambios, que llevaban tiempo gest¨¢ndose y ahora cristalizan, definen el pa¨ªs que Obama dejar¨¢ cuando abandone la Casa Blanca en 2017. Como lo definir¨¢ la negociaci¨®n nuclear con Ir¨¢n --si culmina con ¨¦xito en los pr¨®ximos d¨ªas- y el deshielo con Cuba. Esta semana ha transformado EE UU y puede transformar la presidencia de Obama.
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