Donald Trump, un magnate fuera de control
El empresario logra una valiosa publicidad tras dar una patada a los latinos en la presentaci¨®n de su campa?a electoral
Cuenta el director del diario La Opini¨®n de Los ?ngeles, el peri¨®dico en espa?ol de mayor tirada de EE UU, que el pasado jueves estuvo en la redacci¨®n el congresista dem¨®crata Xavier Becerra, uno de los pol¨ªticos latinos m¨¢s importantes de Washington. El peri¨®dico que dirige Gabriel Lerner llevaba ese d¨ªa otra portada m¨¢s sobre Donald Trump. ¡°Becerra entr¨® con una sonrisa de oreja a oreja y diciendo: ?Que dure mucho tiempo!¡±, cuenta Lerner.
El diario angelino, como toda la prensa en espa?ol de Am¨¦rica, se encuentra atrapado en una espiral de reacciones despu¨¦s de que el pasado 16 de junio el magnate inmobiliario insultara a los mexicanos al anunciar su candidatura a presidente de Estados Unidos. M¨¦xico se r¨ªe de EE UU en la frontera, dijo Trump, y los emigrantes son violadores y narcotraficantes.
La reacci¨®n inicial de los medios dice mucho del personaje. En un primer momento nadie repar¨® en EE UU en que los comentarios de Trump fueran tan graves. Las declaraciones fueron recogidas, pero en tono de resignaci¨®n. Trump es el buf¨®n oficial de esta campa?a electoral. Qu¨¦ se puede esperar de un tipo as¨ª, ven¨ªan a decir las cr¨®nicas. De ¨¦l se espera que diga algo as¨ª. En 2013 hab¨ªa tuiteado con toda convicci¨®n que el 98% de los cr¨ªmenes violentos los cometen negros e hispanos.
El comentarista Rem Rieder expon¨ªa en USA Today el dilema de los medios con The Donald. ¡°Trump es una mala noticia para el periodismo¡±, escrib¨ªa Rieder. ¡°No es un candidato serio, es un ladrador de carnaval. Es adicto a llamar la atenci¨®n sobre s¨ª mismo. Y sin embargo no puede ser ignorado totalmente, por muy atractiva que sea esa opci¨®n¡±. En su pieza, Rieder entrevistaba a sus compa?eros de redacci¨®n, que le acaban convenciendo de que se debe cubrir al personaje, advirtiendo al lector de que no tiene ninguna posibilidad. Y concluye: ¡°As¨ª que no tenemos m¨¢s remedio que cubrirlo. Pero mostremos algo de control. No tratemos afirmaciones falsas y chorradas obvias como si fueran un tema serio¡±.
Esto escrib¨ªa el 17 de junio. Hoy, apenas se puede hacer una recopilaci¨®n de lo que ha sucedido en los d¨ªas siguientes sin que quede obsoleta en cuesti¨®n de horas. Primero, la cadena Univision, el conglomerado de medios en espa?ol m¨¢s importante del pa¨ªs, anunci¨® que romp¨ªa relaciones con Trump. Despu¨¦s, NBC anunci¨® lo mismo y no emitir¨¢ el concurso Miss USA ni Miss Universo, propiedad de Trump. Luego, la cadena de almacenes Macy¡¯s decidi¨® dejar de vender la ropa marca Trump. Televisa y Carlos Slim se han sumado al boicot. M¨¦xico y Costa Rica anunciaron que no participar¨¢n en Miss Universo. Colombia ha retirado su candidatura a albergar el concurso.
Y entonces, entraron en juego los famosos. Primero la actriz Am¨¦rica Ferrera lo llam¨® ¡°ignorante y racista¡±. Despu¨¦s lo critic¨® Shakira. Ricky Martin cancel¨® un concierto ben¨¦fico en un campo de golf propiedad de Trump. Tambi¨¦n salt¨® la Miss Universo Ximena Navarrete. Eva Longoria dijo que su discurso era ¡°veneno emocional¡±. Los presentadores (Cheryl Burke, Thomas Roberts y Roselyn Sanchez) y los n¨²meros musicales previstos para el espect¨¢culo Miss USA (Flo Rida, Craig Wayne Boyd, Natalie La Rosa) han cancelado su participaci¨®n. Los medios pr¨¢cticamente no pueden seguir el ritmo de lo que ya se conoce como la campa?a dump Trump (tira a Trump a la basura) o Trump dump (la basura de Trump). ¡°El tema es muy popular entre nuestros lectores¡±, reconoce Lerner. ¡°D¨ªa tras d¨ªa las noticias sobre Trump son el n¨²mero uno. A la gente le est¨¢ tocando hondo. No son palabras en el aire, son sentimientos de gente ofendida¡±.
Donald J. Trump, neoyorkino de 69 a?os, es la quintaesencia del ejecutivo estridente norteamericano. Personifica la imagen idealizada de los tiburones de los negocios que tiene el americano medio fuera de Manhattan. Interpreta el papel a la perfecci¨®n y lo demostr¨® en el reality show The Apprentice, en el que hizo a todo EE UU repetir ante la televis¨®n ¡°?est¨¢s despedido!¡±, mientras gui?aba los ojos como un cowboy. Terminator en Wall Street, un personaje magistral para televisi¨®n. El concurso, en el que j¨®venes aspirantes a emuladores de Trump compiten por mostrar sus habilidades de liderazgo, se emite ininterrumpidamente desde 2004 en la NBC. Lo va a seguir haciendo, solo que con otro presentador que no sea Trump.
Tiene cinco hijos de tres esposas diferentes. El ¨²ltimo naci¨® en 2006. En su biograf¨ªa oficial se define como ¡°el arquetipo del hombre de negocios, un negociante sin igual¡±. Hijo de un empresario inmobiliario de Nueva York, se hizo con la empresa familiar en los a?os sesenta. En los setenta empez¨® a construir la marca Trump y en los ochenta ya era un icono del ejecutivo eg¨®latra y sin escr¨²pulos de las pel¨ªculas. Todo lo que toca lleva su nombre. En Nueva York, existen la Trump Tower, los edificios Trump Parc, Trump Palace y Trump Plaza, Trump World Tower y Trump Park Avenue, seg¨²n su web corporativa. Su cadena de hoteles, que incluye uno en Las Vegas, tambi¨¦n se llama Trump y se define su estilo como ¡°innegablemente Trump¡±.
Su fortuna vale 4.100 millones de d¨®lares, seg¨²n la clasificaci¨®n de Forbes, lo que le sit¨²a en el puesto 405 de los hombres m¨¢s ricos del mundo. Entr¨® en esa lista en 1982. Por el camino se ha declarado en quiebra cuatro veces, en 1991, 1992, 2004 y 2009, siempre por exceso de endeudamiento para proyectos fara¨®nicos. Trump reconoce abiertamente que utiliza las leyes de bancarrota como una herramienta de negocios: con ellas reestructura sus deudas y sigue creciendo. En parte puede hacerlo gracias a esa marca personal, el valor de que los proyectos se llamen Trump. Para una parte de EE UU, Trump queda como el hombre hecho a s¨ª mismo, ¡°realmente rico¡± como ¨¦l mismo dice, que no necesita a la maquinaria de Washington y que sabe crear riqueza.
Lo que ha sucedido en estas dos semanas quiz¨¢ empez¨® como un comentario improvisado. Pero el maestro de la atenci¨®n medi¨¢tica parece haber encontrado un fil¨®n. Lejos de retractarse, sigue insistiendo y contestando a sus cr¨ªticos en Twitter, alimentando una espiral fuera de control. No es la primera vez que lo hace. En 2011, ¨¦l solo llev¨® hasta sus ¨²ltimas consecuencias la campa?a para exigir a Obama que ense?ara su partida de nacimiento para probar que era estadounidense. Consigui¨® hacer de una estupidez un tema ineludible para la derecha seria de EE UU y, cuando la Casa Blanca cedi¨® y public¨® el certificado para cerrar el asunto, se apunt¨® un tanto.
Esta vez el enemigo es otro. La comunidad latina se ha unido contra ¨¦l como no se hab¨ªa visto a nivel nacional. El famoso poder latino, una idea difusa que lo expertos en marketing llevan dos d¨¦cadas intentando descifrar, ha dado un golpe en la mesa. Los negocios de Trump sufrir¨¢n un poco. Pero la carrera de Donald Trump se define por su adicci¨®n a la publicidad. La rebeli¨®n latina en los medios al mismo tiempo lo est¨¢ encumbrando. El d¨ªa que Trump anunci¨® su candidatura, las encuestas lo situaban en la novena opci¨®n de los 12 candidatos que hab¨ªa en ese momento. Hoy es el segundo en preferencia, por detr¨¢s de Jeb Bush.
Las encuestas a un a?o y medio de las elecciones, y con las primarias por medio, son perfectamente in¨²tiles. No se puede sacar ninguna conclusi¨®n. Pero tienen consecuencias pr¨¢cticas muy interesantes para Trump. El primer debate de candidatos republicanos lo organiza la cadena Fox el pr¨®ximo 6 de agosto. Para entonces, se prev¨¦ que haya unos 16 contendientes y en el debate solo hay sitio para 10. El m¨¦todo para elegirlos es su posici¨®n en las encuestas. El d¨ªa que dijo lo que dijo, Trump estaba pr¨¢cticamente fuera del debate. Hoy, gracias a la campa?a de boicot latino, est¨¢ dentro y promete hacer bailar a todos los candidatos serios al son de sus chorradas. Los ha atrapado en una trampa envenenada. Si callan, le dan la raz¨®n. Si le critican, se enfrentan a una parte de su electorado. Solo el exgobernador de Texas, Rick Perry, se ha atrevido a decir que sus opiniones ¡°no representan al Partido Republicano¡±. No es extra?o que los dem¨®cratas como Becerra est¨¦n disfrutando y quieran que dure.
Sin embargo, si dura demasiado hay que tener en cuenta otra consecuencia de esta espiral. Gabriel Lerner apunta que una vez que la gente se ha ofendido y el que ha querido cancelar sus negocios lo ha hecho, ¡°¨¦l va a seguir repitiendo el mensaje¡±. ¡°Muchos piensan como ¨¦l, y si esto sigue unos d¨ªas m¨¢s puede acabar habiendo una legitimaci¨®n del lenguaje racista extremo. Lo m¨¢s peligroso es que se asiente como una opini¨®n aceptada, que acabemos viendo debates entre partidarios de Trump y detractores¡±. No es dif¨ªcil de imaginar ese hipot¨¦tico programa: ¡®Esta noche debatimos: ?son violadores los mexicanos o no? En el estudio nos acompa?an¡¡¯.
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