Golpe a Pe?a Nieto
La burla de la huida de la c¨¢rcel del narcotraficante m¨¢s buscado hunde a M¨¦xico a¨²n m¨¢s en la frustraci¨®n y el desaliento
S¨®lo en M¨¦xico. S¨®lo en M¨¦xico puede ocurrir que a un mismo presidente (Felipe Calder¨®n) se le maten dos secretarios de Gobernaci¨®n (Juan Camilo Mouri?o y Francisco Blake) en sendos accidentes a¨¦reos o que el enemigo p¨²blico n¨²mero uno, el narcotraficante m¨¢s buscado de todo el pa¨ªs y de Estados Unidos, se escape dos veces de c¨¢rceles de m¨¢xima seguridad. La fuga de Joaqu¨ªn Archivaldo Guzm¨¢n Loera, El Chapo Guzm¨¢n, es un dur¨ªsimo golpe para la imagen del presidente Enrique Pe?a Nieto, actualmente de viaje oficial en Francia, cuya popularidad ya estaba a la baja tras la tragedia de Iguala, el esc¨¢ndalo de la mansi¨®n de su esposa y el estancamiento de las reformas aprobadas.
Pe?a Nieto lleg¨® al poder con la promesa de un enfoque mucho m¨¢s eficiente y pragm¨¢tico de la lucha contra el crimen organizado y si bien la violencia no se ha atemperado a¨²n lo suficiente en sus tres a?os de mandato, su Gobierno s¨ª pod¨ªa presumir de haber acabado con los principales se?ores de la guerra de la droga como el propio Chapo, el Z40, l¨ªder del cartel de Los Zetas o La Tuta, capo de Los Caballeros Templarios. Ahora tampoco queda eso.
La huida complicar¨¢ tambi¨¦n las relaciones con Estados Unidos, que pidi¨® su extradici¨®n cuando fue detenido en febrero de 2014 a lo que el gobierno mexicano se neg¨® orgullosamente por razones de soberan¨ªa nacional, asegurando que no exist¨ªa peligro de fuga, y supondr¨¢ otro mazazo moral para una opini¨®n p¨²blica proclive a las teor¨ªas de la conspiraci¨®n y hastiada de enga?os y abusos. No es para menos, un caso como ¨¦ste implica m¨²ltiples complicidades y valida todas las hip¨®tesis.
La segunda fuga de El Chapo agranda tambi¨¦n su leyenda elev¨¢ndolo a la categor¨ªa casi m¨ªtica del bandido de extrema crueldad e irresistible atractivo. El jefe del cartel de Sinaloa fue detenido por primera vez en Guatemala en 1993. Extraditado a M¨¦xico fue encarcelado en una prisi¨®n de m¨¢xima seguridad cerca de Guadalajara de la que se escap¨® en 2001 escondido, seg¨²n se cuenta, en un carrito de la lavander¨ªa, y ahora de un penal cercano al aeropuerto de Toluca, donde los potentados mexicanos tienen sus jets privados, a unos 90 kil¨®metros del DF, cuando se dirig¨ªa al ¨¢rea de las duchas.
La fuga es un dur¨ªsimo golpe para la imagen del presidente Pe?a Nieto, a de viaje oficial en Francia
Protagonista de numerosos narcocorridos como El hijo de la Tuna, de Roberto Tapia, o La fuga del Chapo, de El As de la Sierra, El Chapo (Badiraguato, 1957), aprendi¨® el negocio de Miguel ?ngel F¨¦lix Gallardo, alias El Padrino, fundador del narcotr¨¢fico moderno mexicano y de qui¨¦n se convertir¨ªa en mano derecha. Su competencia para los negocios, su crueldad e intolerancia ante los errores de sus sicarios, pero sobre todo su frialdad y personalidad calculadora y sus dotes para la organizaci¨®n -contrat¨® a un asesor para que digitalizase todo el papeleo y las cuentas del cartel- fueron decisivas para hacerse el due?o y se?or del tr¨¢fico de drogas hacia Estados Unidos una vez abatidos y desarticulados los carteles colombianos.
Quienes han estudiado al personaje destacan su tenacidad, su modestia en comparaci¨®n con la ostentaci¨®n de otros capos -su ¨²nico capricho al parecer son unas pistolas de oro con sus iniciales grabadas-, su superioridad intelectual y su calma. Lo describen tambi¨¦n como un seductor cuya voz nasal y el ojo izquierdo paralizado le dotan de un especial magnetismo sobre amigos y enemigos.
El cartel de Sinaloa lleg¨® a extender su negocio a EE UU Europa y Asia y se calcula que, en su momento de esplendor, hasta 15.000 hombres trabajaban bajo las ¨®rdenes de El Chapo. Acab¨® con los carteles del Golfo, de Tijuana, de Ju¨¢rez, sembrando M¨¦xico de cad¨¢veres y corrompiendo a las autoridades hasta convertirse no s¨®lo en uno de los hombres m¨¢s ricos del pa¨ªs, seg¨²n la revista Forbes, sino tambi¨¦n en una especie de Robin Hood, que constru¨ªa escuelas y hospitales all¨ª donde el Estado mexicano no llega, regalaba veh¨ªculos todoterreno a la polic¨ªa para comprar su lealtad o irrump¨ªa en un restaurante a cuyos comensales tras el p¨¢nico que causaba su presencia y la de sus sicarios invitaba generosamente a cenar.
El ¨²ltimo narco, como le llamo el periodista norteamericano Malcolm Beith, ha vuelto y con ¨¦l la pesadilla de los m¨¢s de 100.000 muertos que ha dejado la guerra contra el narcotr¨¢fico en M¨¦xico desde 2006. La segunda fuga de El Chapo destapa de nuevo la trama de traici¨®n, corrupci¨®n y complicidades sobre la que se asienta el Estado profundo mexicano. No ser¨¢ igual que antes ni el propio Chapo ser¨¢ el mismo, con 58 a?os pertenece ya a una generaci¨®n pasada en el nuevo hampa mexicano, pero la burla de su huida hunde a M¨¦xico a¨²n m¨¢s en la frustraci¨®n y el desaliento.
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