Rehenes de la olvidada guerra de Yemen
Atrapados entre varios frentes, 1.200.000 desplazados sufren los bombardeos y el embargo
Ahlan Nasser es una de los m¨¢s de 1,2 millones de desplazados internos yemen¨ªes. Viene de Al Buq, paso fronterizo con Arabia Saud¨ª; una de las zonas m¨¢s castigadas por los bombardeos de la coalici¨®n liderada por el Reino del Desierto para luchar contra la milicia de los Huthis, que combate contra el Gobierno de San¨¢ en una guerra tribal, que desde 2014 ha dejado ya m¨¢s de 3.300 muertos, la mitad de ellos civiles.
Riadas de peque?os campamentos informales minan el camino al sur, hacia San¨¢, la capital. Ahlan, junto con otras 65 familias, habita el de Darawan, a 40 kil¨®metros al norte de la capital. A sus 20 a?os se ha llevado lo peor de la guerra. Ha perdido tres hijos, uno por cada mes de bombardeos. Embarazada de siete meses, Ahlan no tuvo tiempo para lutos. Hoy se aferra a la peque?a Rahma, de 10 d¨ªas, nacida sobre una sucia lona de la ONU que hace las veces de suelo. ¡°No ten¨ªamos los 70 euros que cuesta el hospital, as¨ª que di a luz aqu¨ª con ayuda de mi madre¡±, cuenta. Ahlan, con el resto de mujeres, mendiga entre los coches que transitan la carretera cercana.
La mayor¨ªa de desplazados yemen¨ªes son acogidos en hogares de parientes lejanos. Los que no tienen donde ir plantan endebles tiendas para ser de nuevo bombardeados y caminar varias horas diarias para aprovisionarse de agua. Otros, como la familia de Fouad Hassan, de 38 a?os, duermen en aulas reconvertidas en refugio en el colegio Al Quds de San¨¢. Huyendo del norte, tambi¨¦n lo han perdido todo. Dependen de las donaciones de empresarios yemen¨ªes.
Las bombas, los frentes abiertos y el embargo que arrasa Yemen se suman al lastre de la pobreza, que afecta a 21,1 millones de personas; el 80% de la poblaci¨®n, seg¨²n la ONU. ¡°La guerra es la ¨²ltima de las desgracias que asola Yemen. Antes ya era uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres de la regi¨®n¡±, comenta Nicoletta Giordano, jefa de misi¨®n de la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones (IOM) en ese pa¨ªs.
Las estanter¨ªas de los mercados se mantienen guarnecidas, pero los precios impiden que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n acceda a esos bienes. El mercado negro florece al tiempo que los precios se triplican y la mendicidad se hace cada d¨ªa m¨¢s visible en la capital.
La mayor¨ªa de trabajadores de la ayuda internacional coinciden en que hay tres grandes escollos que torpedean la distribuci¨®n: la falta de combustible, debida al embargo; la dificultad de acceso a muchas zonas, por la inseguridad, y la cuantificaci¨®n de los m¨¢s vulnerables. Solo el 60% de los 303 distritos del pa¨ªs son medianamente accesibles. A ello se suma la falta de fondos para un pa¨ªs que parece haber sido olvidado.
Entre los lugares de m¨¢s dif¨ªcil acceso est¨¢ Hadramut, al este del pa¨ªs. De all¨ª han huido recientemente 50.000 yemen¨ªes. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) logr¨® la semana pasada enviar el primer convoy de ayuda en tres meses a este feudo de Al Qaeda en la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga.
Hadi retoma Ad¨¦n
Al suroeste, Ad¨¦n es el segundo mayor epicentro de desplazados, con 200.000. Campo de batalla entre los dos bandos que se disputan el pa¨ªs, la resistencia al bando Huthi, compuesta por la rama local de los Hermanos Musulmanes avalados por Riad y enfrentada al movimiento zayd¨ª ¡ªuna rama del islam chi¨ª que sigue un tercio de los yemen¨ªes¡ª, retom¨® la ciudad el jueves.
Ese d¨ªa, varios ministros del Gobierno de Abdu Mansur Hadi, exiliado en Riad, llegaron a la ciudad costera en helic¨®pteros fletados desde Arabia Saud¨ª para festejar la victoria. Pero esta no ha supuesto un enfriamiento de la situaci¨®n. Este domingo, al menos 40 civiles murieron en Ad¨¦n y 110 fueron heridos en los ataques Huthi.
Y al tiempo que cunde el hambre, tambi¨¦n lo hace el odio entre los norte?os partidarios de la milicia Huthi y los sure?os de las provincias de Taez y Lahj. ¡°Aqu¨ª no se puede ver a un solo Huthi, les odian. Pero los Hermanos tampoco son mejores. Nos morimos de hambre y ellos reciben armas desde helic¨®pteros¡±, dice Yasmine, vecina de Ad¨¦n. Atrapados entre los dos frentes y un tercero al Este con la progresiva implantaci¨®n de Al Qaeda, los yemen¨ªes hacen malabares al borde del colapso.
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