Maternidad por azar
Algunos pa¨ªses de Latinoam¨¦rica se sit¨²an entre los 50 con mayor ¨ªndice de embarazos tempranos
Carmela acaba de cumplir 13 a?os, todav¨ªa quedan jirones de papel de regalo en su habitaci¨®n, apenas dos metros cuadrados en la paup¨¦rrima localidad de Ciudad Bol¨ªvar, en Bogot¨¢ (Colombia). En medio de los restos de envoltorio, y frente al ¨²nico ventanuco de ese espacio angosto, hay una cuna. El retal percudido que sirve de cortina se mueve con el viento que entra por una rendija. El beb¨¦ llora y Carmela deja de pintarse las u?as de un amarillo chill¨®n para atenderlo. Es su hijo.
Ella, de pelo oscuro y manos diminutas, es una de las ni?as que cada a?o dan a luz en el mundo: alrededor de un mill¨®n de menores de 15 a?os y 16 millones entre los 15 y los 19, seg¨²n los datos de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. El embarazo temprano, deseado o no, es uno de los problemas de salud p¨²blica m¨¢s graves en el mundo, sobre todo en ?frica subsahariana y el sur de Asia, de acuerdo con un estudio del Banco Mundial. Aunque las tasas est¨¢n disminuyendo, la ralentizaci¨®n en Am¨¦rica Latina en comparaci¨®n con otras regiones la sit¨²a entre las m¨¢s altas del globo; y es M¨¦xico, dice la OCDE, el pa¨ªs con m¨¢s j¨®venes de 12 a 19 a?os con hijos.
Entre la madre de Carmela y su nuevo nieto, Guzm¨¢n (nombre figurado, como los del resto de los protagonistas de este reportaje), el beb¨¦ que se agita en esa cuna del p¨¢ramo de hojalata de Ciudad Bol¨ªvar, solo hay 27 a?os de diferencia. Los mismos que entre Esperanza y Esperanza, abuela y nieta mexicanas, nacidas, crecidas y destruidas por la propia vida de Tepito, uno de los barrios m¨¢s antiguos de M¨¦xico DF. Ambas abuelas, con distintas expresiones pero con el mismo significado, repiten la letan¨ªa: ¡°No s¨¦ c¨®mo pas¨®, pero pas¨®. Es este diario, este lugar. Y luego mi hija. Y despu¨¦s ser¨¢n mis nietos¡±. Ese rezo amargo dicho por dos mujeres que no han cumplido los 30, que arrastran los pies como si hubieran vivido 80.
Cifras negativas
Al otro lado de la l¨ªnea telef¨®nica, Alfonso Carrera alude a la gravedad que vive M¨¦xico: ¡°77 nacimientos por cada 1.000 son de adolescentes de 15 a 19 a?os. En 2009 eran 70,9. Son datos de la ¨²ltima encuesta nacional de poblaci¨®n. Adem¨¢s, la mortalidad materna ha subido, de 32 por cada 100.000, a 37¡±. Carrera es el director m¨¦dico de la sede mexicana de la ONG Marie Stopes, l¨ªder mundial en salud sexual y reproductiva. Ramiro Claure, director de esa organizaci¨®n en Bolivia, ofrece datos igual de desalentadores: ¡°Aqu¨ª, 246 adolescentes se embarazan cada d¨ªa. Hablamos de unas 100.000 al a?o de entre 12 y 18 a?os¡±.
¡°Los hijos deben ser por elecci¨®n, no por azar¡±, espeta Carrera. Esa es la filosof¨ªa de la organizaci¨®n, que trabaja por poner soluci¨®n a un problema con varias ra¨ªces hundidas, m¨¢s o menos profundamente dependiendo del pa¨ªs, en la rutina de la sociedad latinoamericana. Ni Carmela ni Esperanza tuvieron elecci¨®n. Ahora, una con 13 a?os y otra con 14, dedican sus horas a otra vida. No se cuelgan una mochila por la ma?ana, no juegan, ni van al cine, ni bailan. Amamantan, cambian pa?ales, restriegan baberos remendados en una pila o en el fregadero. No han tenido y no tendr¨¢n infancia.
"Una de cada tres mujeres sufre alg¨²n tipo de maltrato", seg¨²n Alfonso Carrera, de la ONG Marie Stopes
Seg¨²n Carrera, las causas son tantas y tan variadas que hacen falta varios frentes: ¡°Esta es una cultura donde existe una gran violencia, b¨¢sicamente una de cada tres mujeres sufre alg¨²n tipo de maltrato¡±. En M¨¦xico, como en la mayor¨ªa de zonas pobres de Latinoam¨¦rica, el ¨²ltimo eslab¨®n de la sociedad es la mujer adolescente. ¡°Tememos que ser madre sea una forma de reivindicarse. Pero esa no es la soluci¨®n¡±, argumenta, y a?ade que, aunque la mitad de las mujeres tienen al menos conocimiento de un m¨¦todo anticonceptivo (el 98,7% de las que tienen entre 15 y 49 a?os), m¨¢s de la mitad de los embarazos que se producen en M¨¦xico son no deseados, y m¨¢s de la mitad de esos, acaban siendo abortos sin ning¨²n control m¨¦dico. En Bolivia, Claure asegura que solo ¡°cinco de cada siete adolescentes ha usado anticonceptivo¡±.
¡°Pas¨® un d¨ªa, aunque no s¨¦ qu¨¦ d¨ªa fue. No hay mucha m¨¢s explicaci¨®n¡±. Son palabras de Esperanza, esa joven mexicana que sigue pareciendo una ni?a mientras empuja un cochecito donde se podr¨ªa pensar que va un mu?eco. Nunca nadie la avis¨®, aprendi¨® en las calles embarradas de su barrio justo lo que no deber¨ªa haber aprendido. Carla Eckhardt, la directora de Marie Stopes en M¨¦xico, est¨¢ convencida de que esa es la mayor parte del problema: ¡°Muchas no saben ni siquiera d¨®nde dirigirse para prevenirlo¡±.
En muchas comunidades acudir a un centro sola puede ser un proceso dif¨ªcil. ¡°Lo que significa que hay estigma social, no se les da la oportunidad de hacer preguntas ni pedir apoyo, y cuando no es la falta de acceso es la falta de material. Aunque tengan la valent¨ªa de acercarse hasta un centro, puede ser que all¨ª no queden preservativos¡±, aclara Eckhardt. ¡°Y no es solo un problema en M¨¦xico, sino en el continente¡±, apostilla Carrera.
Claure habla de barreras estructurales, socioculturales y religiosas: ¡°Se les cuestiona sobre su libre elecci¨®n de derechos sexuales y reproductivos. Si a eso le sumas falta de acceso a la informaci¨®n sexual, baja oferta de anticonceptivos, pobreza y bajo nivel de educaci¨®n, este es el resultado¡±. Empeora en las ¨¢reas rurales: ¡°El 25% de estos embarazos en Bolivia se producen en ellas. Y m¨¢s del 31% de los adolescentes est¨¢n en las franjas m¨¢s pobres de la poblaci¨®n¡±, a?ade. Y otro 30% de esos embarazos tempranos son fruto de violaciones en ese pa¨ªs: ¡°Es un dato cr¨ªtico, hay 16.000 denuncias anuales y, si supi¨¦semos las que no se denuncian, seguramente el registro ser¨ªa mucho mayor. Lamentablemente, de estas denuncias solo un 0,5% ha tenido sentencia¡±.
?Y el futuro?
?Cu¨¢l ser¨ªa el presente de Esperanza o Carmela si hubiesen tenido otra educaci¨®n o si hubieran nacido en otro lugar? ¡°Ser¨ªa distinto, casi seguro¡±, contesta Carmela. ¡°Este no, por supuesto¡±, apuesta Esperanza. Pero ambas viven con la conciencia de que esa es su vida, de que no pod¨ªa ser de otra forma. Otro futuro es complicado para ellas, pero no lo es tanto para los que empiezan a crecer. ¡°Tenemos que comenzar a pensar en hablar de educaci¨®n sexual y reproductiva antes de los 12 a?os, como un proceso natural¡±, dice Eckhardt.
Su fundaci¨®n hizo llegar informaci¨®n a m¨¢s de 80.000 mujeres y reparti¨® 90.000 condones entre j¨®venes mexicanos en 2014. Difusi¨®n y educaci¨®n. ¡°La capacitaci¨®n, la inclusi¨®n, quitar los miedos y tener un buen acompa?amiento es esencial para solucionar el problema. Parteras que ayudan y voluntarios tambi¨¦n. Aunque la mujer est¨¦ f¨ªsicamente preparada, no significa que tenga redes de apoyo ni preparaci¨®n psicol¨®gica, eso las somete a un mayor riesgo de depresi¨®n y ansiedad¡±, seg¨²n Claure.
A veces ni siquiera hay depresi¨®n, ni ansiedad, sino un inmenso vac¨ªo que lo acapara todo. Cuenta la madre de Carmela que no ha visto a su hija llorar ni un solo d¨ªa: ¡°Para ella es normal, como lo fue para m¨ª¡±. Eckhardt sabe con qu¨¦ tratan exactamente: ¡°Lo importante para nosotros es trabajar con la persona en el momento en el que est¨¢. No juzgamos. Damos ayuda y acceso a los servicios¡±.
El 50% de esos servicios lo proporcionan a menores de 24 a?os. Un porcentaje que engloba muchos nombres que nunca llegaron a estar en las listas de una universidad, que probablemente no recibieron el bolet¨ªn de notas del instituto, que quiz¨¢s no terminaron la primaria y que tal vez est¨¦n casadas. Algo que, seg¨²n Unicef, pone en riesgo su derecho a la salud, la educaci¨®n y la protecci¨®n. ¡°Am¨¦rica Latina tiene el segundo mayor porcentaje de matrimonio precoz antes de los 18 a?os (29%), por detr¨¢s de ?frica¡±, dice la ONG. Nicaragua (41%), Honduras (34%), Guatemala (30%), El Salvador (25%) y M¨¦xico (23%) encabezan la lista.
Esto lleva a una menor posibilidad de terminar los estudios y de conseguir un trabajo para independizarse econ¨®micamente. La ONU cifra en 949.000 las chicas adolescentes que ya no reciben educaci¨®n secundaria en la regi¨®n, cuando deber¨ªan estar haci¨¦ndolo. Ni Esperanza ni Carmela est¨¢n casadas, pero tampoco nunca llegaron a secundaria. De repente, ten¨ªan que ser madres.
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