Crisis de libertad de expresi¨®n en M¨¦xico
El asesinato de Rub¨¦n Espinosa jaquea a la democracia y el Estado de derecho
El fot¨®grafo Rub¨¦n Espinosa, quien apareci¨® asesinado el ¨²ltimo d¨ªa de julio junto a cuatro mujeres en un apartamento en la Ciudad de M¨¦xico en circunstancias que a¨²n son investigadas, hab¨ªa llegado al Distrito Federal durante el mes de junio. El fotoperiodista, colaborador de AVC Noticias, el semanario Proceso y la agencia de fotos Cuartoscuro, lleg¨® a la capital mexicana tras recibir serias amenazas en el estado de Veracruz, donde se desempe?aba cubriendo movimientos sociales, en especial las manifestaciones estudiantiles y otros temas de inter¨¦s a nivel estatal.
Espinosa cumpl¨ªa con su labor informativa en un estado que en los ¨²ltimos a?os ha alcanzado niveles de violencia sin precedentes producto de la fuerte presencia de grupos del crimen organizado. Algunos hechos puntuales ayudan a ilustrar este panorama l¨²gubre: en octubre de 2011, unos 35 cad¨¢veres fueron arrojados en la avenida principal del municipio de Boca del R¨ªo, por supuestos integrantes del cartel del narcotr¨¢fico conocido como Nueva Generaci¨®n. Al poco tiempo, todo el cuerpo policial del municipio fue despedido por sus lazos con los criminales y la Marina se hizo entonces cargo de la seguridad en el distrito.
Existen numerosas otras historias, todas rozando el l¨ªmite de lo macabro, que solo representan sangre, violencia y muerte en Veracruz. Y en ese contexto, la prensa no ha sido exceptuada. Por el contrario, periodistas y medios trabajan en un clima dominado por el terror. Las cifras son elocuentes: cuatro periodistas ca¨ªdos en represalia directa por su labor desde 2011, seg¨²n la investigaci¨®n del Comit¨¦ para la Protecci¨®n de los Periodistas (CPJ). Otros siete reporteros asesinados bajo circunstancias poco claras y al menos tres periodistas desaparecidos en el estado en el mismo per¨ªodo.
Sobre el gobernador de Veracruz pesan sospechas de corrupci¨®n administrativa y v¨ªnculos con grupos que act¨²an fuera de la ley
Veracruz es gobernado por el controvertido Javier Duarte de Ochoa. Sobre el mandatario estatal pesan sospechas de corrupci¨®n administrativa y supuestos v¨ªnculos con grupos que act¨²an fuera de la ley. Adem¨¢s de ostentar un registro terrible en materia de investigaci¨®n de los cr¨ªmenes contra periodistas, el gobernador Duarte con frecuencia desestima v¨ªnculos entre los asesinatos y el trabajo period¨ªstico de los reporteros locales sin presentar evidencia alguna. Incluso ha llegado a acusar a periodistas de colaborar con los grupos criminales. Todo esto lo hace sin siquiera haber podido esclarecer ni uno s¨®lo de estos cr¨ªmenes. En una democracia establecida y con instituciones s¨®lidas, sostienen algunos analistas, tales antecedentes ameritar¨ªan la apertura de un proceso de juicio pol¨ªtico por incumplimiento de los deberes de funcionario p¨²blico. Pero Duarte sigue inmune y parece impermeable frente al aluvi¨®n de cr¨ªticas que sobre su gesti¨®n se han desatado.
Pero volviendo al tema de Rub¨¦n Espinosa hay un dato clave que es sintom¨¢tico para describir la profunda crisis de libertad de expresi¨®n que atraviesa M¨¦xico. A pesar de las amenazas y teniendo en cuenta el contexto en Veracruz, el fot¨®grafo desisti¨® de acudir al mecanismo de protecci¨®n de periodistas que, a nivel federal, est¨¢ operativo en la Ciudad de M¨¦xico desde hace algunos a?os. La gigantesca falta de confianza y el profundo el escepticismo que impera entre periodistas y autoridades gener¨® que Espinosa decidiera ignorar la posibilidad de recurrir al mecanismo de protecci¨®n, muy cuestionado por sus insuficiencias y falta de efectividad.
La falta total de confianza entre prensa y autoridad tiene su l¨®gica. Y se origina en impunidad. Una impunidad que provoca hast¨ªo social, un sentimiento colectivo de impotencia en la sociedad mexicana y que la condena internacional no alcanza a mitigar. Hasta tanto no se produzca un quiebre en esta pendiente por ahora irreversible de violencia e impunidad, la situaci¨®n se mantendr¨¢ dram¨¢tica, inestable y vol¨¢til.
A pesar de las amenazas el fot¨®grafo no acudi¨® al mecanismo de protecci¨®n de periodistas por desconfianza
Mientras tanto, el estado de derecho brilla por su ausencia. Desde hace a?os, el problema de violencia excede largamente a la comunidad period¨ªstica. O a cualquier sector social. M¨¦xico tiene una sociedad desinformada sobre varios de los temas m¨¢s trascendentes de la agenda nacional. Con periodistas y medios amordazados en vastas regiones del pa¨ªs, no hay debate ni de discusi¨®n posible. Y en consecuencia resultar¨¢ imposible encontrar soluciones adecuadas frente a los problemas que existen y se prolongan.
M¨¦xico es, en la actualidad, una democracia fr¨¢gil y quebradiza, en la que el crimen y la corrupci¨®n parecen alzarse como ganadores. Para cambiar esta din¨¢mica es imprescindible una f¨¦rrea voluntad pol¨ªtica, hasta ahora ausente en el gobierno del Presiente Enrique Pe?a Nieto. La falta de impartici¨®n de justicia, que desemboca en la impunidad imperante, requiere la atenci¨®n prioritaria del gobierno federal. Hasta tanto no ocurra, en un clima donde una prensa combativa y vibrante pueda cumplir con su labor sin temor a represalias, la posibilidad de una democracia abierta y participativa se ver¨¢ penosamente truncada.
Carlos Laur¨ªa es Coordinador S¨¦nior del programa de las Am¨¦ricas del Comit¨¦ para la Protecci¨®n de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en ingl¨¦s) Twitter: @CPJAm¨¦ricas
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