¡°Las personas no tienen claro hoy el sentido de la vida¡±
Charles Taylor, pensador de amplio espectro, est¨¢ considerado uno de los principales fil¨®sofos contempor¨¢neos. Acaba de firmar un gran tratado de la ¨²ltima d¨¦cada, ¡®La era secular¡¯
Charles Taylor (Montreal, 1931) es profesor em¨¦rito de Filosof¨ªa en la Universidad de McGill. Formado en Oxford, es un profundo conocedor de las corrientes del pensamiento contempor¨¢neo. En su ¨²ltima obra, La era secular (Gedisa, dos vol¨²menes que suman m¨¢s de 1.200 p¨¢ginas) analiza el impacto de la ciencia, la Reforma protestante y las mejoras socioecon¨®micas en las transformaciones de los sistemas de creencias en Occidente. Est¨¢ convencido de que la convivencia religiosa es posible y deseable, as¨ª como de que la fe, hoy en retirada, no desaparecer¨¢. Sostiene la conveniencia de encontrar un nuevo lenguaje para explicar el presente, ante el agotamiento de las viejas palabras. Entre sus obras destacan Las fuentes del yo y La ¨¦tica de la autenticidad (Paid¨®s). El Gobierno canadiense le encarg¨®, junto al soci¨®logo G¨¦rard Bouchard, un trabajo sobre las diferencias culturales y la acogida de inmigrantes, hoy conocido como el informe de la comisi¨®n Bouchard-Taylor.
Pregunta. Usted ha estudiado el declive de las creencias religiosas, convencido de que ¨¦se es un cambio central en la sociedad actual. ?Es as¨ª?
Hemos pasado de una sociedad marcada por la cristiandad a otra abierta y diversificada. Es una situaci¨®n completamente nueva en la historia de la humanidad
Respuesta. He intentado dar una perspectiva sobre uno de los cambios de era vividos durante los ¨²ltimos doscientos a?os. Hemos pasado de una sociedad marcada por la cristiandad a otra abierta y diversificada. Ahora hay distintas formas de ser cristiano o ateo. Es una situaci¨®n completamente nueva en la historia de la humanidad. Mi idea era describir el presente y comprender c¨®mo se ha pasado de la fe a la falta de fe.
P. Y, ?qu¨¦ ha pasado?
R. Bueno, lo que se cuenta es siempre una narraci¨®n, un relato, como dice Paul Ricoeur. Yo creo que la vida humana no se comprende sin un relato. Al analizar la situaci¨®n de la espiritualidad y de la religi¨®n compruebo que hay muchas personas que buscan algo, sea una concepci¨®n atea o religiosa. Hay tambi¨¦n muchas personas que lamentan la erosi¨®n de la cristiandad y se resisten a su desaparici¨®n. El desaf¨ªo es entender a las dos partes, creyentes y no creyentes, y que convivan.
P. En su obra habla de ataques de los laicos a los cristianos. En Espa?a se da m¨¢s bien lo contrario: hay creyentes que intentan convertir sus opiniones en leyes y prohibir el aborto.
R. El laicismo dirigido a contener la religi¨®n tiene sentido cuando hay una iglesia hegem¨®nica, pero en Francia, Canad¨¢, Estados Unidos, Alemania, se da una diversidad sin hegemon¨ªa posible por parte de una iglesia. Si Espa?a no est¨¢ ah¨ª, el laicismo contra una iglesia hegem¨®nica es todav¨ªa pertinente. Pero lo que ocurre a veces en Occidente es que no hay un anticlericalismo contra el catolicismo, sino contra los musulmanes que, por ejemplo en Francia, son una minor¨ªa ya discriminada. El resultado es una marginaci¨®n que acelera su sentimiento de exclusi¨®n. Algo muy diferente a lo que ocurri¨® en Francia durante la Tercera Rep¨²blica. Entonces hab¨ªa un problema porque una parte de la poblaci¨®n quer¨ªa reinstaurar un r¨¦gimen mon¨¢rquico cat¨®lico y hab¨ªa que luchar contra ello.
Una democracia no es tolerante, es un r¨¦gimen de derecho, algo superior a la tolerancia. La cuesti¨®n es si somos capaces de mantener un verdadero r¨¦gimen de derecho
P. El futuro, ?ser¨¢ m¨¢s tolerante?
R. Tolerancia no es la mejor palabra. Una democracia no es tolerante, es un r¨¦gimen de derecho, algo superior a la tolerancia. La cuesti¨®n es si somos capaces de mantener un verdadero r¨¦gimen de derecho. En caso contrario, la mejor soluci¨®n disponible es la tolerancia. Pero el objetivo ha de ser una democracia en la que cada cual tenga el derecho a expresar su opini¨®n, a votar como quiera, a practicar la religi¨®n que acepte. ?Soy optimista en cuanto al futuro del sistema de derecho? No creo que vaya a desaparecer, pero extenderse a todo el planeta¡ Ya vemos lo que ocurre en China, Rusia, Arabia Saud¨ª. Lo probable es que haya avances y retrocesos. Ah¨ª est¨¢ la evoluci¨®n de Rusia hacia una forma de dictadura larvada, pero T¨²nez es un ejemplo de evoluci¨®n positiva. S¨ª, en el futuro habr¨¢ p¨¦rdidas y ganancias, avances y retrocesos. Es dif¨ªcil pensar que el mundo vaya gradualmente hacia una democracia como cree Francis Fukuyama con el fin de la historia.
P. En los sesenta, dice usted, se vivi¨® una revalorizaci¨®n del cuerpo asociada a una sexualidad menos prohibitiva, frente a la que reaccionaron las iglesias.
R. Hay muchas personas mayores que se sienten perturbadas por este cambio, sea por la mayor laxitud de las relaciones entre sexos o por el reconocimiento de los derechos de los homosexuales. Les choca. Tambi¨¦n hab¨ªa en la mayor¨ªa de religiones un v¨ªnculo muy fuerte respecto a esta moral sexual puesta en cuesti¨®n, pero las cosas han cambiado mucho y cambiar¨¢n m¨¢s.
P. El refer¨¦ndum en Irlanda sobre el matrimonio homosexual tuvo la oposici¨®n de la Iglesia cat¨®lica. ?Por qu¨¦ tanta reticencia?
R. Hemos vivido siglos en la cristiandad, no en el cristianismo: una civilizaci¨®n donde todo, la moral, el arte, estaba inspirado por el cristianismo. La mayor¨ªa de las iglesias fueron formadas en esa concepci¨®n moral, coronada por el hecho de ser una moral considerada absolutamente v¨¢lida, a salvo de la cr¨ªtica. Es comprensible que quienes han gestionado estas iglesias se resistan a lo nuevo porque creen que cuestiona la l¨®gica del cristianismo.
Cuando nace una nueva era aparecen problemas nuevos y no siempre tenemos las palabras adecuadas para expresar una opini¨®n
P. ?Dec¨ªa usted que las cosas cambiar¨¢n?
R. Es evidente. Muchos de los j¨®venes que han votado en Irlanda se consideran todav¨ªa cat¨®licos, aunque discrepen de la jerarqu¨ªa. ?sta ha hecho lo mismo en los dos ¨²ltimos siglos. P¨ªo IX conden¨® los derechos humanos y la democracia. La jerarqu¨ªa adopt¨® una postura de oposici¨®n y de condena, una actitud que ha llegado hasta Benedicto XVI. Es una pena, pero hay que superarlo.
P. Usted asocia la idea de la muerte a la percepci¨®n de una p¨¦rdida del sentido de la vida
R. Hoy las personas no tienen claro el sentido de la vida. Hace siglos sab¨ªan que cada cual ten¨ªa que ganarse la salvaci¨®n ¡ªcomo se dec¨ªa en Quebec¡ª obedeciendo a la Iglesia, siendo un buen cristiano. Y se ten¨ªa un temor inmenso a ser condenado. El significado de la vida era tan claro que nadie se quejaba de la falta de sentido. Con los cambios, hay quien cree que la vida no tiene sentido. Las reacciones pueden ir desde el intento de hallar sentido en el sinsentido, como Camus, hasta hundirse o paralizarse. Creo que hay algo en el ser humano que act¨²a contra esto: un deseo de sentido. Se puede decir que la vida no tiene sentido o que el sentido es incierto, pero hay constantemente en el hombre movimientos de significaci¨®n que renacen en la vida y eso nos indica que somos menos distintos de los antiguos de lo que creemos, a veces con un sentimiento de superioridad.
Creemos ser superiores porque los antiguos estaban obnubilados y aceptaban las historias que les contaban y nosotros no. Somos menos distintos que eso aunque haya diferencias
P. ?Superioridad?
R. Creemos ser superiores porque los antiguos estaban obnubilados y aceptaban las historias que les contaban y nosotros no. Somos menos distintos que eso aunque haya diferencias.
P. Cita usted a Camus. Es un rasgo de su obra utilizar tanto textos literarios como filos¨®ficos.
R. Para explorar los distintos modos de significaci¨®n de la vida, el lenguaje filos¨®fico, que quiere ser muy claro, no es suficiente. Hay un pensamiento sutil, como dec¨ªa Pascal. No hay solamente un pensamiento matem¨¢tico capaz de explorar las distintas formas de significado. Para hablar como un fil¨®sofo hay que leer literatura, escuchar m¨²sica, porque hay otras formas de expresar las cosas. El discurso del fil¨®sofo cojea un poco, debo decirlo, sin esa referencia a la literatura. En ella se da una riqueza, una densidad de pensamiento que falta completamente en otros textos. Yo intento navegar entre los unos y otros porque creo que es necesario.
P. Tambi¨¦n sostiene que el lenguaje actual ha perdido fuerza.
R. Nos hallamos en una nueva situaci¨®n. Usar¨¦ una analog¨ªa: si voy a China, al principio estoy desorientado; tengo que aprender algo de la lengua, aprender conceptos que me son extra?os, antes de poder hablar con las personas. Lo mismo ocurre cuando nace una nueva era. Aparecen problemas nuevos y no siempre tenemos las palabras adecuadas para expresar una opini¨®n. Estamos obligados a encontrar el lenguaje que nos permita describir la nueva situaci¨®n. Vivimos en una era en la que todo cambia muy r¨¢pidamente. Necesitamos un lenguaje que d¨¦ cuenta de los nuevos significados. Es un proceso sin fin.
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