?Cu¨¢ndo ser¨¢n los suburbios el lugar correcto en el momento correcto?
La mayor matanza de 2015 en S?o Paulo muestra que las palabras comienzan a matar antes que la muerte y siguen asesinando a los vivos despu¨¦s
Las fotos del 13 de agosto muestran a mujeres fregando el suelo y lavando la sangre de los muertos como en las pel¨ªculas B de terror. Si el r¨ªo rojo corre por las escaleras, las palabras resuenan m¨¢s all¨¢ de la larga fila de cad¨¢veres. Matan lentamente, como balas a c¨¢mara lenta, que perforan los cuerpos, se hacen pedazos por dentro y van corroyendo los ¨®rganos. D¨ªa tras d¨ªa, d¨ªa tras d¨ªa, d¨ªa tras d¨ªa. Se mata y se muere tambi¨¦n en el lenguaje. Las palabras silencian a los muertos m¨¢s all¨¢ de la muerte. Y callan los vivos, aun cuando piensan gritar.
1) "Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado"
"Nunca tuvo nada que ver con el crimen. Era pacato, de familia. Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. El nombre Deivison fue porque a mi padre le gustaban las motos Harley-Davidson".
(Jorge Henrique Lopes Ferreira, de 31 a?os, t¨¦cnico de m¨®viles, sobre su hermano, Deivison Lopes Ferreira, de 26 a?os, asesinado el 13 de agosto. Al padre de ambos lo asesinaron hace 18 a?os, en el mismo barrio, de la misma forma, en un crimen jam¨¢s aclarado.)
"Thiago estaba desempleado desde hac¨ªa un mes, pero era una persona excelente y por desgracia estaba en el momento equivocado, en el lugar equivocado".
(Alessandra de Lima, de 37 a?os, ama de casa, sobre el hermano Thiago Marcos Damas, de 32 a?os, asesinado.)
"Voy a tener que volver a la normalidad, seguir con mi vida. Perd¨ª a un compa?ero y a un amigo. Por m¨¢s que quiera, por desgracia, no me puedo mudar de casa. Este fue el caso de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado".
"(Jean F¨¢bio Lopes, de 34 a?os, ayudante en una cafeter¨ªa, sobre su compa?ero Eduardo Oliveira dos Santos, de 41 a?os, artesano, asesinado)
"Fue muy r¨¢pido y muy tr¨¢gico. Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado". (Alberto Martins, sobre su hermano, Fernando Luiz de Paula, de 34 a?os, pintor, asesinado)?
¡°Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado¡± fue el comentario m¨¢s frecuente de los familiares de los 18 muertos y seis heridos en los suburbios de Osasco y Barueri, en la Gran S?o Paulo, en la mayor matanza de 2015. La expresi¨®n forma parte del dicho: ¡°En los suburbios hay negros ladrones, blancos ladrones y aquellos que est¨¢n en el lugar equivocado en el momento equivocado¡±. La frase tambi¨¦n culpa, aunque indirectamente, a aquel que muere.
?Por qu¨¦, a final de cuentas, estaba donde no deber¨ªa estar, del lado de fuera, en la calle? No ten¨ªa que estar all¨ª. Para no estar en el momento equivocado en el lugar equivocado, es necesario encerrarse en casa. Si estuviese encerrado dentro de casa, estar¨ªa vivo. Comentarios como estos se escuchan seguido en los suburbios, tanto que se han convertido en un clich¨¦. Cada vez m¨¢s acorralados, aquellos que no quieren morir se resignan a renunciar al espacio p¨²blico.
Es la vida de los esclavos, so?ada por sus se?ores: de casa al autob¨²s abarrotado, del autob¨²s abarrotado al trabajo, del trabajo al autob¨²s abarrotado, del autob¨²s abarrotado a casa. La gente pobre no necesita ocio o bien el ocio es ver la televisi¨®n en casa, de preferencia programas en los que los presentadores, algunos de ellos con ambiciones electorales, criminalizan a los pobres y ofrecen la imagen de sus cuerpos en el altar medi¨¢tico. Quien suele ir a los bares sabe que puede morir, este es el recado. Como la noche del 13 de agosto, como en tantas otras noches.
Ser acorralado por hombres encapuchados y ejecutado a tiros nunca es la posibilidad en el lugar correcto y en el momento correcto
?C¨®mo puede ser el lugar equivocado y el momento equivocado estar en un bar cerca de la casa antes de medianoche? Pero as¨ª es. Si hay un lugar equivocado y un momento equivocado, se supone que habr¨ªa entonces un lugar correcto y un momento correcto. Pero los suburbios nunca son el lugar correcto. En los suburbios nunca hay un momento correcto. En cambio, en los barrios ricos de S?o Paulo, en el centro expandido, todos los bares son lugares adecuados, todos los momentos son adecuados. Tambi¨¦n la noche del 13 de agosto.
Ninguno de los hombres y mujeres de clase media y alta que llenaron los bares de Vila Madalena o de Itaim Bibi, la misma noche y en el mismo momento, necesitaron jam¨¢s pensar en la posibilidad de que encapuchados pudieran entrar y ejecutarlos. Ni que las chicas de la limpieza al d¨ªa siguiente, ellas que vienen del otro lado del r¨ªo, tuviesen que fregar su sangre. No hace falta pensar en eso, ni tiene ning¨²n sentido. Ser acorralado por encapuchados y ejecutado a tiros nunca es la posibilidad en el lugar correcto y en el momento correcto.
Al encontrarse con el cuerpo de hijos, padres, maridos, hermanos, ?qu¨¦ dicen los pobres? Cuando est¨¢n frente a frente con el cad¨¢ver de la persona a la que aman estirado en el asfalto, a la espera de que lo recojan, o lo extiendan en una camilla en el patio abierto del Instituto M¨¦dico Legal, porque falt¨® nevera para todos, ?qu¨¦ dicen? ¡°Estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado¡±. Es la frase con la que la madre espera convencer a la sociedad, por ¨²ltima vez, de que su hijo era inocente y de que no merec¨ªa que lo matasen a balazos. A continuaci¨®n, lo absurdo se naturaliza en los peri¨®dicos y se convierte en lo normal: ¡°La mayor¨ªa de las familias dijo que las v¨ªctimas trabajaban y no vio ninguna raz¨®n para ejecuciones¡±. Eso es casi tan desesperante como la muerte, porque tambi¨¦n es una especie de muerte. Y tambi¨¦n mata.
2) ¡°Fue parecido con los otros cr¨ªmenes, ?por qu¨¦ no considerarlo?¡±
?Cu¨¢l es el n¨²mero de muertos que la sociedad de S?o Paulo, y tambi¨¦n la brasile?a, considera motivo de alarma? ?Cu¨¢l es el n¨²mero de pobres y de negros ejecutados que alcanza a nuestra sensibilidad selectiva? ?Cu¨¢ntos cuerpos se necesitan para hacer un titular? Sabemos que si el muerto es un residente de los barrios ricos, uno ya causa esc¨¢ndalo, como debe ser ante una vida destruida por la violencia. En los suburbios, se necesitan muchos. Acabamos de descubrir que 18 es un n¨²mero que impresiona. Para que el Gobierno lo considere una matanza son necesarios al menos tres muertos. Solo en los primeros seis meses de este a?o fueron 10 matanzas en el estado de S?o Paulo y 38 muertos, seg¨²n una investigaci¨®n del Instituto Soy por la Paz, que se basa en cifras oficiales, obtenidas por medio de la Ley de Acceso a la Informaci¨®n. Este a?o, el n¨²mero de matanzas se ha duplicado en comparaci¨®n con el anterior, y el de v¨ªctimas se ha triplicado. Seg¨²n Puente, agencia independiente de reportaje, especializada en derechos humanos y seguridad p¨²blica, las estad¨ªsticas son a¨²n peores. Solo en la Gran S?o Paulo fueron 72 muertes en 2015. El 7 de marzo, por ejemplo, 10 personas fueron asesinadas en el Parque San Antonio, en la zona sur de la capital. El 18 de abril mataron a ocho en la cancha de la hinchada organizada Pabell¨®n Nueve, en Osasco, cuando se estaban preparando para un partido entre Corinthians y Palmeiras. Pero fue necesario un n¨²mero mayor, 18, para causar una conmoci¨®n que ya empieza a olvidarse.
Cuando la esperanza de los que lloran por el muerto es la de que entre en la lista de una matanza, la sociedad se ha podrido
Resulta escalofriante el comentario de un amigo de la v¨ªctima a la que quitaron de la lista. Sandro Afonso, de 34 a?os, ayudante general, fue asesinado con cuatro tiros en Itapevi, ciudad pr¨®xima a Osasco y Barueri, la misma noche. ?l ser¨ªa el d¨¦cimo noveno, pero el Gobierno consider¨® que el caso no ten¨ªa nada que ver con la matanza. ¡°Fue parecido con los otros cr¨ªmenes, ?por qu¨¦ no considerarlo?¡±, lament¨® un amigo an¨®nimo. La esperanza de esta familia era la de que ¡°el suyo¡± se incluyese en el crimen que es noticia, no que fuese un muerto ignorado m¨¢s, lo que multiplicar¨ªa las posibilidades de un crimen impune. Sali¨® de la lista visible, entr¨® en la lista kil¨®metros m¨¢s larga, la de los invisibles. Su asesinato perdi¨® el inter¨¦s p¨²blico y medi¨¢tico. Arrancado de la vida, dif¨ªcilmente ser¨¢ arrancado del silencio en la muerte. Cuando la esperanza de los que lloran por el muerto es la de que este entre en la lista de una matanza, la sociedad se ha podrido.
3) "Era trabajador"
¡°Era un gran trabajador. Sali¨® a comprar comida para su hermana y no regres¨®¡±. (T¨ªa de una de las v¨ªctimas asesinadas)
¡°?l nunca tuvo problemas con la polic¨ªa, le gustaba quedarse en casa con su mujer, que est¨¢ embarazada de tres meses¡±. (Viviane de Lima, de 27 a?os, sobre su hermano, Rodrigo Lima da Silva, de 16 a?os, asesinado)
¡°Nunca se meti¨® en nada equivocado¡±. (T?nia Cristina C¨¦sar, sobre su hermano, Eduardo Bernardino C¨¦sar, de 26 a?os, asesinado)
¡°No consum¨ªa drogas, era un hombre trabajador¡±. (?ngela Maria Pereira, sobre su marido, Jonas de Santos Soares, de 33 a?os, operador de m¨¢quinas, con tres hijos peque?os, asesinado)
La desesperaci¨®n de los familiares para afirmar que su hijo, padre, marido, hermano, amigo muerto, estirado en el suelo, con balas en el cuerpo y sangrando, no era un ¡°delincuente¡±, sino un "trabajador" aparece en los v¨ªdeos y en las declaraciones a los peri¨®dicos. La afirmaci¨®n expone, al mismo tiempo, la deformaci¨®n y el ¨²ltimo acto de amor. En esa afirmaci¨®n est¨¢ impl¨ªcito que, si fuese un delincuente, habr¨ªa una justificaci¨®n para su ejecuci¨®n. Cuando la prensa valora el hecho de que 12 de los 18 muertos no tuviesen antecedentes penales, es posible justificar el relieve dado a la informaci¨®n porque esta volver¨ªa, en teor¨ªa, m¨¢s distante la hip¨®tesis de ajustes de cuentas del crimen organizado, as¨ª como el de muertes con identidades previamente determinadas, y no aleatorias, como parece haber sido. Pero tambi¨¦n reproduce la idea ampliamente difundida en todos los sectores de la poblaci¨®n de que los delincuentes pueden ¡ªy deben¡ª morir, aunque en Brasil no exista oficialmente la pena de muerte.
Si ten¨ªa o no antecedentes penales es, a final de cuentas, la misma pregunta de los asesinos del 13 de agosto. Al llegar al lugar, seg¨²n testigos, los encapuchados preguntaban qui¨¦n ten¨ªa antecedentes penales. En algunos casos, habr¨ªan matado a los que respondieron que ya hab¨ªan cometido delitos. A continuaci¨®n, son los periodistas quienes lo preguntan. Poco despu¨¦s, es el turno de la poblaci¨®n, que comenta la tragedia, y decide a partir de esa informaci¨®n si cabe o no la compasi¨®n. La l¨®gica reproducida por todos los actores de esta historia macabra es la misma, por lo tanto. Y el hecho de que sea la misma es aterrador. Y, si 18 de los 18 muertos tuviesen antecedentes penales, ?significar¨ªa que la matanza ser¨ªa menos terrible, o que la sociedad puede tolerar ¨Ce incluso desear¨C el asesinato de algunos? Como el comentario del hijo adolescente de una amiga, al llegar de una de las escuelas de ¨¦lite m¨¢s prestigiosas de S?o Paulo, emocionado con la noticia: ¡°?Mam¨¢, la polic¨ªa mat¨® a 20 ladrones en Osasco!".
En el gesto de mostrar la cartilla de trabajo se consuma todo el fracaso de Brasil
Es doloroso ser testigos de la desesperaci¨®n de los familiares, al explicarles y explicarles y explicarles una y otra vez, a los reporteros, que su muerto era ¡°trabajador¡±, que era ¡°bueno¡±, era ¡°familia¡±. Hacen la defensa punzante de la memoria de aquellos a los que amaban y reproducen en el acto todo el discurso que los aniquila desde hace siglos. Como reportera, una de las escenas que m¨¢s me dilaceran y que se repite casi toda vez que piso por primera vez en la casa de alguien que vive en los suburbios es cuando me muestran su cartilla de trabajo para probar que no son delincuentes. Hombres y mujeres sufridos, marcados por la vida dura, que saben que nacieron ya bajo sospecha porque son pobres, y se vuelven m¨¢s sospechosos si encima son tambi¨¦n negros. Y yo, blanca y periodista, soy decodificada como una autoridad a quien tambi¨¦n es necesario mostrar la cartilla de trabajo. La rechazo, digo que no hay necesidad, repito que no deben. Insisten. La tomo, me muero un poco. En este gesto se consuma todo el fracaso de Brasil.
4) ¡°Cuando muere un polic¨ªa, puedes saber que dentro de hasta 15 d¨ªas habr¨¢ una matanza. Nunca va a cambiar¡±.
La principal l¨ªnea de investigaci¨®n de la masacre del 13 de agosto se?ala hacia una venganza, por parte de polic¨ªas militares, por la muerte de un colega durante un asalto, ocurrido la semana anterior, en la misma zona. En la mayor¨ªa de las dem¨¢s matanzas tambi¨¦n hay sospechas de la participaci¨®n de polic¨ªas. El 13 de agosto prueba, una vez m¨¢s, que los suburbios de S?o Paulo viven en un estado de terror, provocado por una guerra no declarada. En ella, caen los m¨¢s pobres, la mayor¨ªa de ellos negros.
En 2014, la Polic¨ªa Militar de S?o Paulo mat¨® a 926 personas, en el trabajo o fuera de ¨¦l, y 75 polic¨ªas murieron. Es la mayor letalidad policial desde 1995, cuando el Gobierno empez¨® a divulgar los datos. Con informaci¨®n del Centro de Inteligencia y del Consejo de la Polic¨ªa Militar de S?o Paulo, el reportero Andr¨¦ Caramante mostr¨® que la Polic¨ªa Militar mata a una persona cada 10 horas en S?o Paulo, cinco cada dos d¨ªas. En el primer semestre de este a?o, seg¨²n el diario Folha de S. Paulo, policiales militares y civiles en el ejercicio de su funci¨®n mataron a 358 personas y 11 polic¨ªas murieron.
A las muertes fuera de servicio se les llama, en la jerga policial, ¡°caja 2¡±, como muestra otro periodista especializado en seguridad p¨²blica, Bruno Paes Manso. En blogs y redes sociales, los polic¨ªas exhiben fotos de sospechosos e incitan a la violencia no como excepci¨®n, sino como regla. Como comportamiento y forma de actuaci¨®n, abierta y cotidianamente. Es frecuente que la muerte de sospechosos, llamados en portugu¨¦s malas, corruptela de la palabra malacos (delincuentes), se difundan y se celebren por WhatsApp: ¡°El mala bueno es este, el mala muerto¡±. O, algunos meses atr¨¢s, ¡°Los tres gusanos, ahora hace poco, se acostaron en el m¨¢rmol helado del IML [Instituto M¨¦dico Legal]. Perdidos peligrosos. Felicitaciones a los polic¨ªas implicados en el suceso¡±.
Es necesario fundar una polic¨ªa que cumpla la ley y proteja a los ciudadanos, en vez de asesinarlos
El gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin (PSDB), dijo que lo m¨¢s importante es aclarar la serie de cr¨ªmenes y arrestar a los asesinos de la matanza del 13 de agosto. No es suficiente. Si se demuestra que los autores de la noche m¨¢s violenta de S?o Paulo fueron polic¨ªas, es el momento de afrontar con seriedad la necesidad de refundar las polic¨ªas. Es necesario desde hace tiempo, pues la participaci¨®n de polic¨ªas, sobre todo militares, en escuadrones de la muerte es bien conocida. Un polic¨ªa militar en un r¨¦gimen democr¨¢tico ya es una contradicci¨®n en s¨ª misma. La deformaci¨®n estructural perjudica a los buenos polic¨ªas ¡ªs¨ª, existen¡ª y sumerge a la poblaci¨®n de los suburbios en un horror cotidiano, v¨ªctimas de una guerra no declarada oficialmente, puesta en marcha por agentes del Estado, cuya rutina de venganzas los miembros de la corporaci¨®n exhiben sin pudor en las redes sociales, un comportamiento tolerado por quienes deber¨ªan castigarlo. Es necesario enfrentarse a la estructura. Es necesario formar una polic¨ªa que cumpla la ley y proteja a los ciudadanos, en vez de asesinarlos.
Es eso o asumir el estado de terror expresado en esta frase: ¡°Cuando muere un polic¨ªa, puedes saber que en hasta 15 d¨ªas va a haber una matanza .Nunca va a cambiar¡±. La afirmaci¨®n la hizo una mujer de 50 a?os, costurera, amiga de una de las v¨ªctimas. Hace tres a?os que perdi¨® a su hijo en otra matanza en la ciudad. Si ella ya sabe cu¨¢l es el modo de operar de una parte de la polic¨ªa, ?c¨®mo es que el Gobierno no toma medidas antes de que se consume el hecho? Lo m¨¢s brutal de esta frase, sin embargo, es la seguridad de esa mujer de que nada va a cambiar y de que los suyos continuar¨¢n muriendo. Esa certeza es un dato de su vida, tan inmutable como que la Tierra gira alrededor del Sol. Y a¨²n m¨¢s brutal que eso es que ella tiene raz¨®n. No hay ning¨²n hecho, ni ahora ni en el pasado, que se le pueda presentar para demostrar que, s¨ª, algo va a cambiar. Hay promesas. Hechos, hasta ahora, no los hay.
El discurso que atraves¨® el sepelio de las v¨ªctimas se puede resumir mediante la frase de otra mujer, en este caso hermana de Eduardo Bernardino C¨¦sar. Ella dijo, al enterrarlo: "Si fueron ellos (polic¨ªas militares), no habr¨¢ investigaci¨®n, porque la polic¨ªa no persigue a la polic¨ªa".
Esta es la credibilidad de la polic¨ªa y del Gobierno de S?o Paulo entre los m¨¢s pobres. Una convicci¨®n construida y comprobada en lo cotidiano. D¨ªa tras d¨ªa.
5) "Mi hijo muri¨®. Voy a seguir busc¨¢ndome la supervivencia"
La masacre dentro de la masacre, la muerte en el interior de la muerte, el asesinato m¨¢s all¨¢ de la carne, es la frase de una madre. Zilda Maria Paula perdi¨® a Fernando, de 34 a?os. ?l era pintor de brocha gorda. Estaba tomando cerveza con sus amigos, poco antes de las 21 horas, en un bar de Osasco, cuando los encapuchados entraron y ¨¦l cay¨® junto a otros siete. Era la primera ejecuci¨®n de la noche del 13 de agosto. Su madre les dijo a los reporteros de los peri¨®dicos Folha de S. Paulo y Agora:
¡ªSolo s¨¦ que mi hijo muri¨®. No voy a usar camisetas con su foto, no voy a pedir justicia. Seguir¨¦ busc¨¢ndome la supervivencia, porque nadie me va a ayudar.
Sin puentes: a un lado del r¨ªo, protestas contra la violencia policial en los suburbios; al otro lado, selfis con una de las polic¨ªas que m¨¢s matan en el mundo
Este domingo, ella fue la ¨²nica familiar que particip¨® en un acto contra el genocidio en los suburbios, en Osasco, que reuni¨® a solo 50 personas, en un escenario de calles llenas de baches, unos pocos ¨¢rboles raqu¨ªticos y casas de ladrillos a la vista. Varios familiares se habr¨ªan negado a participar por miedo. Zilda planea una misa de s¨¦ptimo d¨ªa: ¡°Quiero hacer algo civilizado, para no darle motivo a la polic¨ªa para reprimir¡±.
Cerca de ella, una mujer que no quiso identificarse afirm¨®: ¡°Cuando termine el acto aqu¨ª, ?qu¨¦ va a pasar? El silencio volver¨¢¡±.
6) Ep¨ªlogo: en la Avenida Paulista, selfis con la polic¨ªa
En la misma tarde del domingo 16 de agosto, a pocos kil¨®metros de distancia, la escena era otra. La gente ¡°de bien¡± que se manifestaba para exigir la destituci¨®n de la presidenta Dilma Rousseff reeditaba su admiraci¨®n y confianza en una de las polic¨ªas que m¨¢s matan en el mundo. Les daban la mano a los agentes, los felicitaban por el buen trabajo. Despu¨¦s, hac¨ªan selfis. Abrazados a los polic¨ªas militares, haciendo se?al de positivo. No se registraron protestas contra la matanza de tres d¨ªas antes.
En la ancha Paulista, la avenida-s¨ªmbolo de la pujanza de S?o Paulo, ocupada por cerca de 135 000 manifestantes, en su mayor¨ªa hombres, autodeclarados blancos y graduados universitarios, seg¨²n la informaci¨®n recopilada por la encuestadora Datafolha, era como si nada hubiera sucedido al otro lado del r¨ªo, los puentes dinamitados tambi¨¦n por ese gesto m¨¢s. Era como si no existiesen 18 cuerpos agujereados a bala y llorados por decenas en los cementerios de los suburbios de la Gran S?o Paulo. No se record¨® a los cad¨¢veres ni por compasi¨®n ni por decencia. Ni siquiera por verg¨¹enza. La sospecha de que la masacre haya sido cometida por polic¨ªas no parece haber conmovido a los manifestantes. La mayor¨ªa ni siquiera parec¨ªa haber notado la obscenidad de su gesto de pedir un selfi, ya que cada polic¨ªa all¨¢ representa no a s¨ª mismo, sino a la instituci¨®n marcada por una letalidad escandalosa.
Ejecutar a pobres a tiros en los suburbios parece no ser considerado corrupci¨®n por los manifestantes de la Paulista. Tiene todo el sentido. Es esa la polic¨ªa que garantiza que solo mueran los del lugar equivocado, en el momento equivocado. La gente ¡°de bien¡± est¨¢ en el lugar correcto, en el momento correcto. Clama contra la corrupci¨®n vestida con la camiseta de la corrupta Confederaci¨®n Brasile?a de F¨²tbol, lo que una vez m¨¢s tiene todo el sentido. Y va a la Paulista tambi¨¦n para garantizar que contin¨²e estando siempre en el lugar correcto, en el momento correcto.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - o avesso da lenda, A vida que ningu¨¦m v¨º, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos y de la novela Uma duas. Sitio web: desacontecimentos.com Email: elianebrum.coluna@gmail.com Twitter: brumelianebrum
Traducci¨®n de ?scar Curros
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.