¡°Recorr¨ª 6.000 kil¨®metros con mis muletas para escapar¡±
Ji Seong-ho, refugiado en Corea del Sur, perdi¨® una pierna al ser arrollado por un tren
Si vivir en Corea del Norte supone afrontar diariamente duras restricciones, sufrir adem¨¢s una discapacidad incrementa las penurias ¡°hasta el l¨ªmite de lo humanamente insoportable¡±. La historia de Ji Seong-ho (1982, Hoeryong, Corea del Norte) probablemente traspasa esta frontera. Despu¨¦s de que la hambruna a la que el r¨¦gimen de Kim Jong-il someti¨® a su pueblo en los noventa le dejara ¡°con un peso de tan solo 20 kilos cuando ten¨ªa 14 a?os¡±, perder adem¨¢s la pierna izquierda al ser atropellado por un tren intensific¨® un largo martirio que solo concluy¨® cuando ¡°logr¨® huir a Corea del Sur tras recorrer 6.000 kil¨®metros con sus muletas¡±, afirma en una conversaci¨®n en el Foro de Oslo para la Libertad, celebrado el pasado mayo.
¡°Despu¨¦s de 1994, mucha gente de mi ciudad [en la frontera con China] muri¨® de hambre. Kim la convirti¨® en un campo de prisioneros pol¨ªticos¡±, relata.
Junto a su madre y su hermana, Ji Seong-ho, que hoy en d¨ªa dirige en Corea del Sur la organizaci¨®n Now, Action and Unity for Human Rights para ayudar a escapar a sus compatriotas, comenz¨® a recoger a escondidas carb¨®n para ¡°malvenderlo¡± y tener algo con lo que comprar comida. ¡°Nos col¨¢bamos en el tren de mercanc¨ªas que atravesaba el campo para trasladarnos¡±, recuerda.
A partir de este punto del relato, Ji no puede contener las l¨¢grimas. ¡°El 7 de marzo de 1996 me desmay¨¦, cuando ya hab¨ªa subido al vag¨®n, porque llevaba d¨ªas sin comer. Cuando despert¨¦, mi pierna estaba unida a mi cuerpo por un tend¨®n y me di cuenta de que el tren me hab¨ªa atropellado¡±, narra Ji, que tambi¨¦n perdi¨® tres dedos de una mano.
El joven norcoreano fue operado durante cuatros horas y media sin anestesia. ¡°Todav¨ªa recuerdo el sonido de la sierra cortando el hueso de mi pierna¡±, dice entre sollozos. Durante su recuperaci¨®n, sin medicamentos ni comida, Ji solo ¡°suplicaba la muerte por el inmenso dolor¡±.
Despu¨¦s de 10 a?os de sufrimientos y humillaciones por su discapacidad ¡ª¡°los soldados me gritaban que un tullido como yo era una verg¨¹enza para la naci¨®n¡±¡ª plane¨® la huida con su hermano, a trav¨¦s del r¨ªo Tunmen, en invierno, cuando estaba helado. ¡°Atraves¨¦ con mis muletas China, Laos, Myanmar y Tailandia, pero, finalmente, llegu¨¦ a Corea del Sur¡±. Y all¨ª cumpli¨® su ¡°sue?o de vivir en un pa¨ªs libre¡±.
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