Las cadenas perpetuas escapan del descenso carcelario en Estados Unidos
El n¨²mero total de reclusos cae un 2%, pero el de condenados de por vida asciende un 22%
Cada vez m¨¢s estadounidenses son condenados a cadena perpetua. A ellos los cambios en el sistema penitenciario no les afectan. Mientras desciende la poblaci¨®n carcelaria -casi un cuarto de la mundial-, las condenas a pasar toda la vida entre rejas siguen el camino inverso.
Y tienen un papel secundario en el creciente debate sobre la necesidad de relajar las penas para vaciar las prisiones por motivos econ¨®micos y sociales: las propuestas de reforma se centran sobre todo en los delitos por drogas, cuando la mayor¨ªa de los condenados a cadena perpetua lo son por cr¨ªmenes violentos.
Como la masificaci¨®n de las c¨¢rceles, la proliferaci¨®n de cadenas perpetuas es una anomal¨ªa de Estados Unidos respecto a otros pa¨ªses desarrollados. Es el mejor reflejo de la ret¨®rica de mano dura contra el crimen surgida en los a?os ochenta tras los ascensos rampantes de muertes violentas. El mantra de la severidad se impuso al de la rehabilitaci¨®n. Tras dos d¨¦cadas de descenso del crimen, esa receta ahora se cuestiona por sus efectos destructivos en n¨²cleos familiares y sociales, y su elevada factura econ¨®mica.
Frente a los 49.000 reos en EE UU, solo 49 cumplen cadena perpetua en Reino Unido
En EE UU hab¨ªa en 2012, el ¨²ltimo a?o con cifras, unas 49.000 personas cumpliendo cadena perpetua sin ninguna capacidad de revisi¨®n de su pena, seg¨²n estad¨ªsticas de la organizaci¨®n The Sentencing Project, que aboga por flexibilizar el sistema. Son un 22% m¨¢s de las que hab¨ªa en 2008. En ese mismo intervalo de cinco a?os, la poblaci¨®n total en las c¨¢rceles federales y estatales se redujo un 2% (hasta los 1,5 millones).
Al margen de los 49.000 reos, otros 110.000 cumplen cadena perpetua pero con la posibilidad de que se les revoque su pena. Sin embargo, seg¨²n The Sentencing Project, casi un tercio nunca podr¨¢ someterse a una vista para tratar de lograr la libertad. Y los que consigan una vista afrontar¨¢n un ¡°proceso altamente politizado¡± que destaca por su falta de pruebas y de un reclutamiento estandarizado de los oficiales participantes.
Si se suman ambos colectivos, casi uno de cada nueve presos en EE UU cumple cadena perpetua. Son cuatro veces m¨¢s que hace 20 a?os. Cerca de la mitad son negros, lo que triplica su peso demogr¨¢fico. Un 6% del total fueron condenados por delitos que cometieron siendo menores de edad. Otro 6% no cometi¨® ning¨²n delito violento, aunque esa tasa asciende al 50% en algunos Estados.
No existen datos homog¨¦neos de cadenas perpetuas sin posibilidad de revisi¨®n en los pa¨ªses que contemplan ese castigo. Pero algunas comparaciones indican que EE UU se sit¨²a a una distancia alejada. Frente a los 49.000 reos en EE UU, solo 49 cumplen cadena perpetua en Reino Unido, seg¨²n los ¨²ltimos datos de The Sentencing Project. EE UU es adem¨¢s el ¨²nico pa¨ªs del mundo que permite condenar a una pena vitalicia a menores de 18 a?os.
De los 50 Estados, 26 y el Gobierno federal disponen de legislaciones que castigan con una vida en la c¨¢rcel a quien acumule un determinado n¨²mero de delitos
¡°Es una sentencia para morir en la c¨¢rcel¡±, denuncia por tel¨¦fono Nazgol Ghandnoosh, investigadora de esa organizaci¨®n con sede en Washington. ¡°Puede que tenga sentido que alguien se quede para siempre en la c¨¢rcel, pero esa decisi¨®n debe ser una que se pueda revisar y que no se haga al inicio de la vida de esa persona¡±.
Una parte significativa de las cifras elevadas se debe, seg¨²n Ghandnoosh, a las leyes que castigan la reiteraci¨®n de delitos con cadenas perpetuas y conceden escaso margen de maniobra a los jueces. Por ejemplo, en el Estado de Washington dos tercios de los condenados a cadena perpetua son por ese tipo de leyes. De los 50 Estados, 26 y el Gobierno federal disponen de legislaciones que castigan con una vida en la c¨¢rcel a quien acumule un determinado n¨²mero de delitos -entre dos y cuatro-, seg¨²n datos de la American Civil Liberties Union (ACLU).
Otros 3 Estados y el Distrito de Columbia tienen leyes similares, pero su ejecuci¨®n depende del criterio judicial. Adem¨¢s, en 15 Estados y el Gobierno federal el delito que acarrea la cadena perpetua no tiene porque ser violento.
Hay ejemplos de personas que acumulaban dos delitos previos menores y cuyo tercero fue robar un par de calcetines o pasar un cheque sin fondos. Estas normas -conocidas mayoritariamente como three strikes, en un s¨ªmil con las reglas del b¨¦isbol, donde tres errores suponen la descalificaci¨®n del jugador- nacieron hace dos d¨¦cadas con el objetivo de evitar cr¨ªmenes bajo la amenaza de la cadena perpetua a infractores habituales. Pero, seg¨²n los expertos, no solo no han logrado esa meta sino que han instaurado un mecanismo arbitrario y desigual, que ha disparado la poblaci¨®n carcelaria.
Es una sentencia para morir en la c¨¢rcel¡± Nazgol Ghandnoosh, investigadora de The Sentencing Project
¡°Es incre¨ªble frustrante y da?ino¡±, dice la investigadora, que critica que una persona acarree las consecuencias de delitos que cometi¨® tiempo atr¨¢s. ¡°Encarcelar a alguien de por vida es una contribuci¨®n enorme de recursos al coste de no invertir en programas que pueden prevenir un delito¡±.
En los ¨²ltimos a?os, varios Estados, como California -que populariz¨® estas leyes a principios de los noventa- han admitido el impacto limitado de la pol¨ªtica de mano dura (un estudio reciente revela que el crimen cay¨® igual en Estados que castigan o no con cadena perpetua determinados delitos consecutivos). Han endurecido ligeramente los est¨¢ndares del delito que conlleva la pena perpetua, pero han mantenido intacta la esencia de las leyes: el castigo reiterativo.
La finalidad de fondo es la misma en todo el pa¨ªs, pero el lugar donde se cometa el delito marca una diferencia. Seg¨²n los datos de la ACLU, en algunos Estados cualquier tercer delito por menor que sea puede suponer una pena indefinida en la c¨¢rcel, mientras en otros tiene que implicar un peque?o caso de tr¨¢fico de drogas, violencia o agresi¨®n sexual.
Tambi¨¦n depende de la rigidez legislativa: m¨¢s de la mitad de los Estados establecen que la cadena perpetua es obligatoria, por lo que no dan al juez capacidad de interpretaci¨®n. Virgina Occidental es uno de ellos, aunque permite revisar la condena a los 15 a?os. Para recibir ese castigo, uno de los tres delitos tiene que tener "un claro elemento violento".
"La cadena perpetua est¨¢ justificada para alguien que no obedece a los est¨¢ndares m¨ªnimos de la sociedad, que es el C¨®digo Penal", esgrime Philip Morrison, director del Instituto de Fiscales de Virginia Occidental, dependiente del Gobierno regional. Admite que la severidad de estas leyes puede "limitar las oportunidades" de rehabilitaci¨®n de los presos, pero subraya que se trata de personas que "han demostrado que tienen que ser separadas del resto para dejar de afectarles sus vidas".
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