Doble castigo para un clan palestino
Una familia que perdi¨® su casa en 1948 al nacer Israel es desahuciada en Jerusal¨¦n Este
La familia Abu Nab fue expulsada de su casa de Jerusal¨¦n, una construcci¨®n tradicional en la colina situada frente a las murallas donde hoy se alza la sede de la Filmoteca. Hasta ese punto lleg¨® en 1948 el avance de las tropas de Israel, que acaba de nacer como Estado. Dos d¨¦cadas despu¨¦s, cuando Abdal¨¢ ten¨ªa nueve a?os, los soldados de la Guerra de los Seis D¨ªas pasaron tambi¨¦n ante la nueva vivienda del clan en el valle de Silwan, al pie de la mezquita de Al Aqsa. Con 57 a?os y 16 familiares a su cargo, este comerciante de la Ciudad Antigua de Jerusal¨¦n espera desde hace dos semanas a que la historia se repita y los militares israel¨ªes se presenten otra vez m¨¢s para hacer cumplir la orden de desahucio que pesa sobre el inmueble.
Los Abu Nab no pueden reclamar la propiedad de la casa situada al oeste de la L¨ªnea Verde, la de las espl¨¦ndidas vistas sobre el monte de Si¨®n en lo que hoy es Cinemateca. Perdieron todos los derechos al haber escapado al extranjero, a la zona este que qued¨® bajo Administraci¨®n de Jordania. Al amparo de la denominada Ley de Custodia de la Propiedad de los Ausentes, la finca fue confiscada y vendida al mejor postor.
Abdal¨¢ y sus familiares serv¨ªan caf¨¦ cariacontecidos el pasado lunes a los activistas palestinos que les visitaron para solidarizarse con su resistencia ante el inminente desahucio en Batin el Hawa, un distrito con aire de favela que se precipita entre restos de basura por una ladera de Silwan (55.00 habitantes), jalonado por banderas blancas y azules de los colonos israel¨ªes que comparten las azoteas con ense?as verdes de Ham¨¢s.
Organizaciones como Ateret Cohanim se han amparado en la legislaci¨®n israel¨ª que permite recuperar propiedades jud¨ªas anteriores a 1948 m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de prescripci¨®n para presentar decenas de demandas en barrios como Silwan, donde se han hecho con la titularidad de 39 casas en las que viven unos 400 colonos.
El abogado Mohamed Daleh se ha enfrentado en los tribunales a casi todos estos casos. En el patio de la casa de los Abu Nab, explica que su familia puede demostrar que ha pagado el alquiler y los impuestos municipales desde hace casi siete d¨¦cadas. ¡°Se han presentado ante los tribunales con unos documentos otomanos en los que alegan que en esos terrenos se ubicaba una sinagoga de la comunidad jud¨ªa yemen¨ª desde 1882¡±, explica el letrado, quien considera que se trata de una reclamaci¨®n absurda, ya que todos los jud¨ªos abandonaron esa zona de Jerusal¨¦n a comienzos de los a?os treinta del siglo pasado por orden de los responsables brit¨¢nicos del Mandato sobre Palestina. ¡°En Israel aplica un doble rasero, con leyes distintas para israel¨ªes y palestinos¡±, denuncia
¡°Somos residentes en Jerusal¨¦n, pero no ciudadanos. Pagamos los mismos impuestos que los israel¨ªes, pero no recibimos los mismos servicios¡±, advierte un responsable palestino.
El pasado d¨ªa 11 venci¨® el plazo dado por un tribunal israel¨ª para que Abdal¨¢ y su hermano Sabri abandonaran la casa con todos sus familiares. Tras varios recursos, lo jueces acabaron fallando a favor de la organizaci¨®n de colonos que esgrim¨ªa derechos de los jud¨ªos de hace m¨¢s de un siglo. ¡°Nos han presionado para que nos fu¨¦ramos pero nosotros seguimos aqu¨ª, nuestros vecinos nos apoyan¡±, relataba Abdal¨¢, quien asegura que le han impuesto multas que suman los 300.000 shekels (unos 70.000 euros) y que le llegaron a ofrecer hasta siete millones de shekels en met¨¢lico si renunciaban a seguir dando la batalla jur¨ªdica.
¡°Somos residentes en Jerusal¨¦n, pero no ciudadanos. Pagamos los mismos impuestos que los israel¨ªes, pero no recibimos los mismos servicios¡±, advierte Ahmed Ruwaidy, asesor del presidente palestino, Mahmud Abgas, para asuntos de Jerusal¨¦n. ¡°Somos el 39% de la ciudad y solo recibimos el 10% del presupuesto municipal. Ahora adem¨¢s pretenden hacer una limpieza ¨¦tnica".
Los Abu Nab se enfrentan a la amenaza de un desahucio inminente, pero tambi¨¦n a perder el derecho de residencia en Jerusal¨¦n ¨Cy a ser expulsados a Cisjordania, en consecuencia¨C si no cuentan con una vivienda. Permanecer en el extranjero durante m¨¢s de siete a?os puede acarrear la revocaci¨®n del permiso de residencia, que conlleva el derecho a servicios sociales como la sanidad y la educaci¨®n, y a votar en las elecciones municipales, pero no en las legislativas israel¨ªes.
Israel derrib¨® 591 propiedades de palestinos en Cisjordania y Jerusal¨¦n Este durante 2014, seg¨²n datos de Naciones Unidas, lo que implic¨® el desplazamiento forzoso de 1.177 personas. Protegidas por los soldados israel¨ªes, las excavadoras arrasaron ayer dos viviendas y siete almacenes en Al Eizariya (Jerusal¨¦n oriental) en unos terrenos donde est¨¢ previsto construir un nuevo tramo de la barrera de separaci¨®n con los territorios palestinos.
¡°Jerusal¨¦n es la capital del Estado de Israel. Es una ciudad abierta en la que sus ciudadanos pueden vivir en paz y en tolerancia con los mismos derechos y deberes legales. Todos los ciudadanos, ya sean jud¨ªos, musulmanes o cristianos, gozan de la misma protecci¨®n democr¨¢tica del Estado de Israel¡±, afirm¨® el portavoz del Ministerio de Exteriores israel¨ª, Emanuel Nahson, citado por Efe.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.