¡°Volveremos a intentar cruzar a Grecia¡±
Los naufragios no frenan la determinaci¨®n de los sirios que aguardan en las costas turcas
¡°Soy abogado. S¨®lo quiero justicia, que se respeten los derechos humanos¡±, afirma Rahman, un joven sirio de unos 30 a?os, mientras apoya sus brazos y sus hombros, cubiertos de chorros de sudor, en la verja de la base de la Guardia Costera de Turgutreis (suroeste de Turqu¨ªa). En un espacio a la intemperie de apenas 15 metros cuadrados, el espacio de sombra que ofrece una loneta colocada por los guardacostas para aliviar el intenso sol del mediod¨ªa, se agolpan 33 personas, todos ellos parientes y vecinos de un mismo barrio de Alepo que escaparon juntos de Siria hace tres semanas y que en la noche del jueves al viernes fueron capturados por la Guardia Costera turca cuando trataban de cruzar la estrecha lengua de mar que separa la pen¨ªnsula de Bodrum de la isla griega de Kos. M¨¢s de la mitad del grupo lo componen j¨®venes universitarios ¡ªde Ingenier¨ªa, Arquitectura, Medicina, Bellas Artes¡¡ª cuyos padres decidieron que ya hab¨ªan tenido suficiente: ¡°Son ya cuatro a?os de bombardeos, de combates, de vivir sin agua ni electricidad¡±.
¡°Sabemos que esta situaci¨®n no es agradable, estos refugiados son buena gente que ha sido v¨ªctima de la guerra, pero tenemos todas las comisar¨ªas llenas y no podemos sacarlos de aqu¨ª hasta que no haya espacio en otro sitio¡±, se excusa un guardacostas turco, consciente de la penosa situaci¨®n en que se encuentran los detenidos. Se trata de una formalidad: los refugiados ser¨¢n puestos en manos de la Gendarmer¨ªa, de ah¨ª pasar¨¢n a la Fiscal¨ªa que, tras comprobar que son sirios, los dejar¨¢ en libertad. ?Y despu¨¦s? ¡°Volveremos a intentar cruzar a Grecia¡±, responde sin atisbo de duda el farmac¨¦utico sexagenario que lidera el grupo, Ahmad Mustaf¨¢. De hecho, el grupo ya lo ha intentado dos veces: la primera abandon¨® el barco puesto a disposici¨®n por los traficantes por no considerarlo seguro y, hace dos noches, fueron ellos mismos los que dieron la voz de alarma a la Guardia Costera tras perderse en medio del mar y entrar en p¨¢nico la mayor¨ªa de los ocupantes del bote hinchable en que viajaban (pocos de ellos saben nadar).
¡°Los refugiados no tienen ni idea sobre el mar. En estas bah¨ªas parece estar en calma, pero en cuanto sales a mar abierto sopla mucho viento y hay corrientes. Estos 33 iban en un bote para 10 personas¡±, explica el guardacostas: ¡°Pero es que los refugiados sirios s¨®lo tienen una idea en la cabeza: Europa. Una idea en la que se quedan fijados porque los que han llegado s¨®lo les explican las cosas buenas y no los problemas que estamos viendo estos d¨ªas en las noticias sobre Macedonia o Hungr¨ªa¡±.
Para evitar tragedias como la acaecida el pasado mi¨¦rcoles ¡ªcuando el hundimiento de dos pateras provoc¨® la muerte de 12 personas, siete de ellas menores de edad¡ª las autoridades turcas han incrementado los controles policiales en las carreteras de la Pen¨ªnsula de Bodrum que los refugiados y migrantes utilizan para alcanzar las playas y echarse al mar (la noche del jueves al viernes la Gendarmer¨ªa detuvo a 450 personas antes de que subiesen a los botes). Pero en el mar la Guardia Costera est¨¢ superada por la situaci¨®n: ¡°La llegada de refugiados se ha incrementado un 300% y cuando detenemos a unos y los llevamos a puerto, otros aprovechan para partir¡±.
El incremento de la seguridad se ha notado y muchos de los refugiados que habitan parques y calles de la ciudad de Bodrum desconocen cu¨¢ndo podr¨¢n partir: ¡°[Los traficantes] nos dicen que quiz¨¢s ma?ana, quiz¨¢s otro d¨ªa. Hay gente que lleva hasta un mes esperando. Nosotros podemos soportarlo pero estas familias con ni?os peque?os no. Por la noche hace un fr¨ªo helador y durante el d¨ªa el calor es insoportable¡±, explica Mohammed Chaar (22 a?os), en una plaza del centro de Bodrum donde, entre desperdicios diversos, corretea una veintena de ni?os sirios ante la mirada preocupada de sus padres. ¡°Los gobiernos de Turqu¨ªa, Grecia y Europa deber¨ªan ponerse de acuerdo para garantizarnos un pasaje seguro. ?No nos dej¨¦is morir en el mar!¡±, exclama Chaar. En la mente de todos est¨¢ puesto un destino, Alemania, y de una forma u otra, est¨¢n dispuestos a llegar a ella. Aunque sea arriesgando su vida.
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