La pesadilla migrante que no tiene quien le escuche
Un grupo de migrantes hondure?os gravemente mutilados al intentar llegar a EE UU pide desde hace meses una cita con Obama
¡°Se?or presidente, hemos viajado miles de millas para verlo #todoesposible¡±, reza la pancarta que sostienen desde este lunes frente a la Casa Blanca ocho hondure?os gravemente mutilados durante su frustrado intento de emigrar a Estados Unidos. Su esperanza es que los reciba y escuche, aunque sea unos minutos, el presidente Barack Obama. Y el papa Francisco. O quien quiera escuchar su pedido de ayuda para que dejen de repetirse historias como la suya. Para forzar su demanda, han iniciado un ayuno que mantendr¨¢n durante al menos diez d¨ªas.
Entre los manifestantes est¨¢n Jos¨¦ Luis Hern¨¢ndez y Jos¨¦ Efra¨ªn V¨¢zquez, dos j¨®venes que lo arriesgaron todo para cumplir su sue?o de llegar a EE UU a labrarse una vida mejor que la que les ofrec¨ªa su Honduras natal. Nunca lo lograron y, en el camino, casi se dejan la vida. Jos¨¦ Luis perdi¨® un brazo, una pierna y parte de una mano al caerse de La Bestia, el tren de mercanc¨ªas sobre el que miles de inmigrantes indocumentados, en gran parte centroamericanos, recorren M¨¦xico hasta llegar a EE UU. A Jos¨¦ Efra¨ªn caerse del temible tren -donde caerse no es el ¨²nico peligro que afronta quien se atreve a abordarlo en un camino plagado de criminales y otras amenazas- le cost¨® una pierna.
Ambos no dudan en afirmar que no merec¨ªa la pena arriesgar -y perder- tanto. Y quieren asegurarse de que no vuelva a haber m¨¢s casos como los suyos y los de sus compa?eros. Por eso, dicen, quieren ver a Obama, para que oiga sus historias y ayude a crear las condiciones necesarias en su Honduras natal y en los otros pa¨ªses centroamericanos que son el principal foco de emigraci¨®n, para que nadie se vea forzado a jugarse la vida y la integridad en un peligroso viaje de meta incierta.
¡°De Obama queremos que distribuya mejor los apoyos a Centroam¨¦rica, generando m¨¢s oportunidades y fuentes de empleo¡±, explica Jos¨¦ Luis Hern¨¢ndez, que preside la Asociaci¨®n de Migrantes Retornados con Discapacidad (AMIREDIS) a la que pertenecen los activistas que han emprendido ahora el ayuno.
¡°Lo que buscamos es frenar la emigraci¨®n en nuestros pa¨ªses, que esa tierra prometida que buscamos en EE UU sea en nuestro propio pa¨ªs sin necesidad de arriesgar la propia vida para lograr el sue?o americano, que para cientos de migrantes se convierte en una pesadilla¡±, agrega.
Parad¨®jicamente, la Casa Blanca invierte cada a?o mucho dinero y esfuerzos en Centroam¨¦rica en campa?as para tratar de frenar la ola migratoria como la de menores y familias de indocumentados que el a?o pasado caus¨® una crisis en la frontera con M¨¦xico. Pero por el momento no ha querido -o no ha sabido- aprovechar el mensaje que tiene ante su puerta.
Pasada casi una d¨¦cada desde su malograda aventura, Hern¨¢ndez y V¨¢zquez, junto con otros seis mutilados por La Bestia, lograron por fin llegar a EE UU en una ¡°caravana de mutilados por La Bestia¡± que iniciaron en febrero en su ciudad natal de El Progreso. Fueron meses de periplo a trav¨¦s de Centroam¨¦rica y M¨¦xico en el que otros nueve compa?eros de AMIREDIS se quedaron a medio camino, buena parte de ellos en Texas, donde permanecieron 45 d¨ªas detenidos antes de poder entrar en territorio estadounidense. En junio, los ocho restantes cumplieron su meta al llegar hasta Washington. Los meses de penurias parec¨ªan haber dado sus frutos. Hasta que comprobaron que las puertas de la Casa Blanca a la que aspiran a entrar para pedir ayuda personalmente al presidente Barack Obama no se abren tan f¨¢cilmente.
Casi tres meses despu¨¦s de su llegada a Washington, los ocho miembros de AMIREDIS, una organizaci¨®n que agrupa a los 700 hondure?os mutilados por La Bestia -702, precisa V¨¢zquez al recordar que en los ¨²ltimos d¨ªas otros dos compatriotas sufrieron un accidente en ese tren maldito- se han vuelto a plantar delante de la Casa Blanca. Y afirman que de ah¨ª no se ir¨¢n de nuevo tan f¨¢cilmente.
¡°El objetivo es ver al presidente Barack Obama, solo vamos a estar satisfechos cuando ¨¦l nos escuche. Perdimos mucho y lo justo es que ¨¦l nos reciba, porque lo que queremos es frenar la migraci¨®n, evitar m¨¢s desgracias¡±, insiste Hern¨¢ndez.
Mientras habla, sus compa?eros se preparan para ese ayuno con el que esperan que acabe de llegarle su mensaje a Obama. O incluso, con un poco de esa suerte que hasta ahora les ha sido tan esquiva, al papa Francisco, que en poco m¨¢s de una semana entrar¨¢ por esas puertas de la Casa Blanca que hasta ahora han permanecido tan obstinadamente cerradas para ellos.
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