Catalu?a: control de da?os
Se necesita pragmatismo y no demagogia para encontrar una salida al conflicto
A seis d¨ªas de las elecciones del 27 de septiembre en Catalu?a, hay un resultado seguro: la Transici¨®n ha muerto. El gran milagro del proceso hist¨®rico que marca el ¨²nico ¨¦xito que la Ilustraci¨®n ha tenido en Espa?a en 300 a?os es el que se dio en el periodo comprendido entre 1976 y el momento actual. Su base estaba en el di¨¢logo como forma de acci¨®n pol¨ªtica.
Este sistema permiti¨® construir la llamada Transici¨®n para conjurar el enemigo interno del golpismo, la destrucci¨®n institucional tradicional y los fallos de entendimiento en la historia espa?ola, creando as¨ª el ejemplo que sirvi¨® no s¨®lo en Espa?a sino en otros pa¨ªses.
El proceso de secesi¨®n encubierta de Catalu?a marca muchos aspectos que no son, en su totalidad, responsabilidad de los gobernantes espa?oles. Europa era uno de los grandes elementos para salvaguardar la normalidad democr¨¢tica e institucional espa?ola. Los hijos del 76 siempre supimos que la pertenencia plena al Viejo Continente y a la OTAN eran factores que buscaban romper el c¨ªrculo autoritario y la destrucci¨®n sistem¨¢tica de la democracia.
Y a pesar de que el sistema no era perfecto, es evidente que a d¨ªa de hoy resulta dif¨ªcil encontrar otros ejemplos de mayores autogobiernos que aquellos concedidos a Catalu?a y al Pa¨ªs Vasco y, en consecuencia, al resto de las llamadas autonom¨ªas.
Siempre se pens¨® que la intenci¨®n separatista vendr¨ªa con las bombas y las pistolas de ETA. Sin embargo, la historia nos muestra que la tendencia a romper el llamado sentido com¨²n se ha dado realmente en Catalu?a con sus aventuras independentistas recurrentes.
La crisis econ¨®mica y europea, el desgaste y la falta de creaci¨®n de un terreno pol¨ªtico com¨²n son, en parte, factores que permiten explicar el colmo de la ineficiencia pol¨ªtica que est¨¢n demostrando tanto el presidente catal¨¢n, Artur Mas, como el presidente del Gobierno espa?ol, Mariano Rajoy, absolutamente empatados en incapacidad para manejar esta crisis.
La obligaci¨®n de todo buen Gobierno es aportar soluciones para superar los problemas y no hacer del mismo problema una campa?a, un objetivo y un final
Cada vez que alguien llega al poder promete hacer cumplir las leyes. Pero no hay que dejar de considerar que para que una ley tenga vigencia debe ser aceptada por la mayor¨ªa de aquellos a quienes va dirigida, y los buenos pol¨ªticos saben que la ¨²nica manera de evitar la destrucci¨®n de las leyes es anticiparse e irlas modificando para que puedan interpretar las realidades de cada momento.
Sin embargo, el consenso basado en que nadie puede negar a Catalu?a el derecho democr¨¢tico a separarse y manifestarse en las urnas choca con el art¨ªculo de la Constituci¨®n que consagra y mantiene la unidad nacional espa?ola, lo que es verdad, pero deja esta situaci¨®n sin salida.
Tanto el discurso de Mas como el de Rajoy olvidan dos aspectos muy importantes. Uno, que m¨¢s all¨¢ de las palabras o de la capacidad de crear tensi¨®n, como en el caso del presidente catal¨¢n, la obligaci¨®n de todo buen Gobierno es aportar soluciones para superar los problemas y no hacer del mismo problema una campa?a, un objetivo y un final.
Y otro que, si bien el presidente del Gobierno espa?ol es el defensor de la Constituci¨®n, no deber¨ªa olvidar que tambi¨¦n es un pol¨ªtico con la obligaci¨®n de hacer de manera ordenada aquellos cambios que sean necesarios para que la forma de gobierno y las leyes por las que se regula no pierdan vigencia.
?Acaso ser¨ªa posible esta crisis sin la crisis europea? ?O tambi¨¦n ser¨ªa posible sin la crisis econ¨®mica? Considero que no. Pero en cualquier caso, no tenemos que limitarnos a una pol¨ªtica de control de da?os, sino a empezar a pensar qu¨¦ haremos al d¨ªa siguiente porque se impone un cambio de protagonistas en el di¨¢logo.
Y si siguen cada uno con su discurso, uno refugiado en la trampa democr¨¢tica de que nadie le puede quitar a los pueblos su derecho de expresi¨®n, y el otro empe?ado en que el movimiento no es legal, entonces nos condenamos no s¨®lo a una lecci¨®n de incapacidad pol¨ªtica ¡ªcomo la que vivimos¡ª sino a una tragedia sin salida.
Los partidarios y los detractores de la independencia y el orden en su conjunto ¡ªcatal¨¢n y espa?ol¡ª requieren no s¨®lo de soluciones pactadas y del alumbramiento de una nueva legalidad. Se necesita pragmatismo y no demagogia para encontrar una salida al conflicto de un territorio de gran relevancia econ¨®mica.
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