Una ONU desgastada busca su misi¨®n
La organizaci¨®n cumple 70 a?os en un mundo con poderes emergentes, sus misiones de paz en entredicho y el miedo a que se enquiste el conflicto en Siria
Si hay un fantasma que persigue especialmente a Naciones Unidas es el genocidio de Ruanda en 1994, uno de los fiascos de la organizaci¨®n, que no supo actuar para detener la masacre de 800.000 personas. El a?o pasado se cumplieron 20 a?os de aquel desastre y, este octubre, 70 a?os del nacimiento de la instituci¨®n, acostumbrada a vivir en un ser o no ser permanente, que tiene de nuevo sus misiones de paz en entredicho, su legitimidad cuestionada y un creciente temor a encontrarse en Siria con un nuevo Ruanda.
El presidente estadounidense, Barack Obama, liderar¨¢ ma?ana una conferencia sobre las fuerzas de paz en el marco de la Asamblea General de la ONU y presumiblemente demandar¨¢ una mayor contribuci¨®n de los pa¨ªses miembros, porque la instituci¨®n tiene asumido que sus m¨¢s de 100.000 soldados repartidos en las 16 misiones no bastan para un mundo de conflictos en triste expansi¨®n.
Richard Gowan, experto en Naciones Unidas del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, considera que los cascos azules est¨¢n mejor gestionados y son m¨¢s profesionales que hace 20 a?os, pero cree que el Consejo de Seguridad a menudo despliega fuerzas ¡°sin una estrategia pol¨ªtica clara¡± o los recursos necesarios.
Ruanda o Srebrenica (el asesinato de unos 8.000 bosnios musulmanes en 1995) no han sido los ¨²nicos desaguisados de la ONU. Tambi¨¦n las operaciones en Darfur y Sud¨¢n del Sur pueden juzgarse como fracasos. Y el esc¨¢ndalo de las agresiones sexuales por parte de cascos azules en pa¨ªses como la Rep¨²blica Centroafricana tambi¨¦n son un golpe de credibilidad. Con este escenario de fondo, el secretario general, Ban Ki-moon, llam¨® la semana pasada a impulsar cambios para hacer de las misiones de paz algo m¨¢s ¨¢gil y m¨¢s r¨¢pido. Adem¨¢s, advirti¨® de que el futuro de estas operaciones tambi¨¦n requiere erradicar el abuso y la explotaci¨®n sexual.
Vetos paralizantes
El uso del veto en el Consejo de Seguridad es otra de las cuestiones en tela de juicio en Naciones Unidas. La embajadora estadounidense en la ONU, Samantha Power, ha criticado este verano los bloqueos por parte de Rusia a varias resoluciones sobre Siria y alertado de que pone en riesgo la legitimidad del organismo. Pero no menciona que en el pasado tambi¨¦n EEUU ha hecho uso de su poder de veto para frenar otras decisiones sobre los territorios palestinos.
El poder veto se concedi¨® a los miembros permanente del consejo para garantizar su participaci¨®n, despu¨¦s de la fallida Liga de las Naciones. ¡°Si China y Rusia, y de hecho, Estados Unidos, no tuvieran poder de veto en el Consejo de Seguridad, rechazar¨ªan debatir asuntos pol¨ªticos serios en ¨¦l. El veto es el precio que tenemos que pagar por tener un Consejo de Seguridad que funcione¡±, advierte Richard Gowan, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
No obstante, tacha de ¡°tr¨¢gico¡± que tanto Pek¨ªn como Mosc¨² lo hayan usado para obstaculizar ¡°cualquier acci¨®n seria¡± en una Siria en la que han muerto 300.000 personas.
El problema es que, en tanto que hoy est¨¢ m¨¢s en cuesti¨®n que nunca la representatividad de los miembros permanentes, tambi¨¦n lo est¨¢ esta prerrogativa. Paul Williams, de la George Washington University, explica en esta l¨ªnea que l¨®gica de dar el veto a los grandes poderes a¨²n resulta s¨®lida, el problema es ¡°si esos cinco miembros permanentes de veras reflejan los grandes poderes hoy¡±.
La Asamblea que arranca ma?ana ser¨¢ clave en estas cuestiones. ¡°En la Guerra Fr¨ªa, las fuerzas de mantenimiento de la paz fueron modeladas en base a las presiones de las superpotencias en conflicto y la respuesta de la ONU a los procesos de descolonizaci¨®n¡±, recuerda Paul Williams, profesor de la Escuela de Asuntos Internacionales de Elliott, de la Universidad George Washington.
Hoy las circunstancias han cambiado, pero la ONU sigue respondiendo al car¨¢cter cambiante de los conflictos armados en lugares como Mal¨ª, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo y Siria, as¨ª como a las din¨¢micas geopol¨ªticas en el Consejo de Seguridad, a?ade Williams. Por eso, concluye, el mantenimiento de la paz de la ONU ¡°nunca ha tenido una identidad plenamente asentada¡±.
Crisis de representaci¨®n
Este verano el Consejo de Seguridad ha sido capaz de aprobar un pacto de tanto calado pol¨ªtico como el alcanzado entre Ir¨¢n y seis potencias para limitar el programa nuclear iran¨ª. Sin embargo, tiene sus debilidades: est¨¢ en tela de juicio por una composici¨®n formada en 1945 y cuya representatividad est¨¢ desfasada. Sus cinco miembros permanentes (China, Francia, Rusia, Reino Unido y EE UU) son los que tienen derecho a vetar resoluciones, mientras que los otros 10 miembros no permanentes (Espa?a, por ejemplo) votan pero no pueden bloquear las resoluciones.
Se consideraba hace 70 a?os que aquellos cinco grandes deb¨ªan contar con esa prerrogativa. La cuesti¨®n es si hoy tambi¨¦n ser¨ªan considerados los cinco grandes. ?Tiene sentido que Brasil e India no sean miembros permanentes y s¨ª Francia?
Pero los cambios en esta ¨¢rea no son f¨¢ciles. ¡°China, Rusia y EE UU se han opuesto a reformas serias que debilitar¨ªan su poder en el Consejo¡±, recuerda Gowan.
Adem¨¢s de estos retos, el sucesor de Ban Ki-moon, que tomar¨¢ el relevo en 2016, tendr¨¢ otro frente abierto. Tras el genocidio de Ruanda se estableci¨® la llamada ¡°responsabilidad de proteger¡± que supon¨ªa que la comunidad internacional pod¨ªa intervenir si un Estado incumpl¨ªa su deber de proteger a la poblaci¨®n. Esta m¨¢xima se ha visto atrapada ¡°por la inercia y las rivalidades pol¨ªticas¡± dentro del Consejo de Seguridad, donde ¡°los vetos se est¨¢n usando cada vez m¨¢s por intereses nacionales, lo que da lugar a una escalada de violencia¡±, seg¨²n critica Simon Mabon, director del Richardson Institute. Rusia ha vetado ya varias resoluciones sobre Siria, por ejemplo. ¡°Hay quien da la norma por muerta¡±, apunta el experto. Pero cree que ¡°hay que buscar formas de que sobreviva y de restablecer la legitimidad de la ONU¡±.
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